Viajes

Gallocanta, la gran laguna de Aragón convertida en el paraíso de otoño para las grullas

Convertida en Reserva Natural, esta laguna salada, una de las mayores de Europa, es el lugar elegido por estas alegres y ruidosas aves para descansar, o quedarse, en su viaje rumbo al sur, hacia tierras más cálidas. Llegan en otoño y se marchan antes de primavera. Tiempo más que suficiente para observarlas y disfrutar de las visitas guiadas que se organizan en todo el entorno.

Son inteligentes y hacen lo que cualquier ser vivo: huir del frío invierno y buscar refugio en parajes más cálidos. Desde países como Noruega o Finlandia llegan cada año a España las grullas, algunas de paso, rumbo a África, y otras con la sana intención de quedarse. Uno de los lugares preferidos de estas elegantes aves, de esbelto cuello y larguísimas patas, es la laguna de Gallocanta, la más grande de todo Aragón y una de las más extensas de España, situada justo en medio del Sistema Ibérico, entre las comarcas de Campo de Daroca y Jiloca, a mil metros sobre el nivel del mar, en el límite exacto de las provincias de Zaragoza y Teruel.

La laguna de Gallocanta es la más grande de todo Aragón y una de las más extensas de España, situada justo en medio del Sistema Ibérico

La que pasa por ser la mayor laguna endorreica de agua salada de toda Europa es, desde el año 2006, una Reserva Natural de extraordinarias dimensiones, con casi ocho kilómetros de largo y dos y medio de ancho, que abarca una extensión de 1.924 hectáreas distribuidas entre los municipios de Bello, Berrueco, Las Cuerlas, Gallocanta, Santed y Tornos. Parecería un mar si no fuera porque aquí no hay peces y, por eso, toda nuestra atención se la llevan aquellas que vuelan y cantan, ya que las grullas son una de las especies más ruidosas del mundo animal. Verlas y escucharlas puede resultar toda una experiencia. Hasta 65.000 ejemplares pueden utilizar cada año la laguna de Gallocanta como hotel de paso, aunque suelen ser más de 10.000 las que deciden no seguir viajando. Llegan siempre en grandes bandos, de ahí que el estremecedor sonido que produce el batir de sus alas se escuche casi en cada rincón, sobre todo a la hora del atardecer, cuando se dirigen bien juntas hacia los dormideros, en los que descansan de pie, con las patas metidas en el agua.

Observatorios y visitas guiadas

Existen en el entorno de la laguna casetas elevadas de madera para observar a las grullas, la actividad favorita de todos los que deciden llegar hasta aquí en esta época del año. Son magníficos observatorios entre los que destacan los de Los Aguanares, muy cerca del propio pueblo de Gallocanta, y La Reguera, junto a una de las principales entradas de agua dulce a la laguna y a poca distancia del pueblo de Las Cuerlas, además de la ermita de la Virgen del Buen Acuerdo, algo más alejada, un privilegiado mirador natural para contemplarlas a cierta distancia.

Los más inexpertos están de suerte. Desde este mismo mes de octubre y mientras dure el invierno pueden apuntarse a los habituales paseos guiados, de tres horas de duración, que les ayudarán a entender todos los secretos de los movimientos migratorios así como los hábitos y costumbres de estas espigadas aves (www.rednaturaldearagon.com).

Rutas en bici

Las visitas parten del Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta, con una interesante exposición interactiva y una gran maqueta topográfica para situarnos mejor y poder localizar otras lagunas cercanas, donde también se realizan observaciones, como son las de Guialguerrero, la Zaida o las balsas de Santed. La planta superior cuenta con unas amplias cristaleras desde las que podremos disfrutar de una espectacular panorámica prismáticos en mano. Amantes de la bici: también es posible realizar rutas a dos ruedas para que la aventura sea total (turismo.comarcadedaroca.com)

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