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El portero de Chamberí que planta flores en los alcorques mientras el Ayuntamiento se las quita: "Me dicen que es ilegal"

Juan lleva 33 años siendo portero en la calle Zurbano, en el madrileño distrito de Chamberí. Desde hace siete, aparte de ser el guardián del portal, decidió ejercer de «jardinero particular». Jardinero porque planta flores y otro tipo de vegetación, «según la estación y temporada del año», tal y como él mismo explica, y particular porque su actividad se limita a la tierra del alcorque que se encuentra enfrente del número 58.

El madrileño, de 59 años, se percató que el árbol y su macetero contaban con la ventaja de «ser más grandes y tener más tierra que el resto de la calle». Y decidió aprovecharlo. Ahora, vive en una constante lucha entre sembrar flores semana tras semana y, después, sufrir su retirada. Los operarios de limpieza del Ayuntamiento de Madrid las retiran de la tierra y responden a la indignación de Juan con que «está prohibido».

«El Ayuntamiento me quita las flores porque supuestamente es ilegal y perjudica al árbol. No lo entiendo. Ahora que está de moda lo de ‘Madrid Verde’… esto es una iniciativa sostenible y original«, explica el portero. Aun así, las flores de Juan también se ven perjudicadas por pisadas de distraídos, «regalitos» de animales domésticos y «envidiosos» que se las llevan a su casa. Como petición de indulgencia, el portero puso vallas alrededor de la tierra y un cartel: «Por favor, respeten el jardín y no dejen a sus perros hacer pis».

El bienestar del alcorque sobre el de las plantas

La «ilegalidad» a la que se refieren los operarios municipales se sustenta en la ordenanza general de protección del medio ambiente urbano. En concreto, al libro cuarto, donde se establece la protección de las zonas verdes de Madrid. El Ayuntamiento define como zona verde «todos los espacios destinados a plantación de arbolado y jardinería conforme a las determinaciones de los planes de ordenación urbana». En ellos se incluyen los árboles municipales y su tierra, como el alcorque enfrente del portal de Juan.

En esta normativa también se establecen las reglas de plantación, conservación, uso y disfrute de la vegetación para velar «por su preservación». Entre las reglas, el Ayuntamiento insta a «respetar los elementos vegetales, elegir especies adaptadas al clima de Madrid para evitar gastos excesivos de agua» y prohíbe utilizar «especies que no se encuentren en perfecto estado o expuestas a plagas y enfermedades que, como consecuencia, puedan ser focos de infección».

El jardín particular de Juan podría incumplir varios puntos de esta normativa, lo que explicaría que la retirada de las flores. Por ejemplo, el desconocimiento de que las especies plantadas sean invasoras o incompatibles con el crecimiento del alcorque. También que las plantas absorban agua del riego que tendría que ir dedicado al árbol o, al revés, que el riego adicional del parterre realizado por parte de Juan o los vecinos pueda afectar negativamente al árbol. Por tanto, como determina la ordenanza, prima el bienestar del árbol, parte de las zonas verdes de Madrid, sobre las plantas particulares de Juan.

Los vecinos «defienden» el jardín de Juan

Aun así, el madrileño asegura que «los vecinos están encantados». De hecho, una de ellas fue la que decidió dar voz a la historia del portero para intentar que dejen de quitarle las flores. Sofía Álvarez, de 22 años, lleva ocho viviendo Zurbano 58, un año más que los que su portero lleva regando flores y se puso en contacto con este medio para defender a su portero. «No entiendo que se lo quiten, si todos los porteros de Madrid pusieran un mini jardín así de cuidado, el centro sería más bonito», explica la joven.

«Luego los graffitis que hacen por el barrio el Ayuntamiento los deja semanas hasta que los limpian, pero las flores se las quitan enseguida. Al propio Juan le ha tocado pintar la puerta alguna que otra vez porque ahí seguían las pintadas. Las flores no perjudican a nadie, a nosotros nos encantan y todos las cuidamos«, asegura Sofía. El portero sospecha que ha «sembrado envidia en el barrio» porque ha visto más jardines particulares a los pies de otros árboles cercanos, replicando su iniciativa.

«No es por nada, pero creo que he sido uno de los pioneros. Desde que monto los jardines, he visto que algunos portales de la zona también están haciendo el suyo propio», comenta Juan. Al ser preguntado por si va a seguir plantando flores aunque el destino de estas sea incierto, el madrileño asegura que no va a rendirse: «En cuanto veo que me las quitan, estoy pensando en cómo voy a montar el siguiente».

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