Las renovables tienen un aliado muy valioso, y no es el bombeo hidroeléctrico, ni las baterías, ni el hidrógeno: es el aire comprimido
El futuro energético hacia el que nos dirigimos nos invita a contemplarlo con optimismo. Según Red Eléctrica de España el 43,6% de la energía producida en nuestro país en 2020 procedió de fuentes renovables, lo que refleja con claridad el desarrollo tan prometedor que están experimentando las renovables en su conjunto, y la energía solar fotovoltaica en particular.
Y es que esta última tecnología pasó de una contribución del 3,5% al total del mix eléctrico español en 2019 a un 6,1% en 2020. No obstante, la energía solar no fue la única de origen renovable que incrementó su presencia durante el año pasado. La energía eólica creció un 0,9% frente a 2019, y la hidráulica un 1,4%.
La contribución total de las renovables al mix eléctrico español es muy sólida, y no cabe duda de que esta tendencia sumada a la cada vez más pequeña contribución del carbón, que aportó un 2% del total y continuará mermando, es una gran noticia.
Sin embargo, las energías eólica y solar, que son tan importantes en nuestro modelo energético, tienen un talón de Aquiles: su carácter intermitente debido a que no siempre hay sol, y no siempre tenemos viento. Uno de los mayores retos que tienen las renovables es la necesidad de convivir con un complemento que sea capaz de almacenar el excedente que se produce en los momentos de máxima generación de energía para entregarlo cuando no pueden aportar.
Las dos opciones que, según los expertos, adquieren más relevancia en la transición a un modelo energético sostenible y respetuoso con el medio ambiente en la que nos hemos embarcado son la combinación de las renovables y la energía nuclear, o bien las renovables y una infraestructura de almacenamiento energético capaz de asumir el excedente en los momentos de máxima producción de energía.
El aire comprimido es cada vez más atractivo para acompañar a las renovables
Afortunadamente hay muchas soluciones que pueden ir de la mano de las energías renovables para actuar como ese complemento capaz de almacenar el excedente energético siempre que sea necesario. La opción más evidente son las baterías de gran capacidad, como las que propone Tesla, pero hay otras propuestas también muy interesantes.
Las centrales hidroeléctricas de bombeo encajan muy bien en los países montañosos porque permiten aprovechar los desniveles del terreno para desplazar grandes masas de agua entre dos embalses o depósitos a distinta altura. El excedente energético puede utilizarse para bombear agua desde el embalse inferior al superior utilizando una bomba hidráulica, y para recuperar esa energía solo es necesario dejarla caer de nuevo al embalse inferior desde el superior de manera que accione una turbina hidráulica.
El bombeo hidroeléctrico se utiliza desde hace más de un siglo, pero sigue siendo una tecnología muy atractiva. De hecho, actualmente es uno de los sistemas de almacenamiento de energía a gran escala más eficientes. La mayor instalación de este tipo en Europa es la central hidroeléctrica de bombeo de La Muela II, en el río Júcar (Valencia).
Otra opción con un potencial muy interesante que también se está utilizando consiste en usar el excedente energético para fabricar hidrógeno, un gas que posteriormente puede ser empleado para generar una electricidad que puede ser aportada a la red eléctrica o en vehículos con pila de combustible de hidrógeno, entre otras aplicaciones factibles.
Como acabamos de ver, el carácter intermitente de las energías renovables se puede resolver utilizando baterías, centrales hidroeléctricas de bombeo o fábricas de hidrógeno. Hay otras opciones, como son el desplazamiento de materiales sólidos mediante sistemas de poleas o el almacenamiento térmico de la energía, pero una de las más atractivas consiste en almacenar energía mediante aire comprimido.
Este sistema se utiliza desde hace décadas, pero la transición energética ha provocado que algunas empresas lo estén refinando para utilizarlo como complemento de las energías renovables. De una forma muy sucinta esta solución consiste en utilizar el excedente energético para comprimir una bolsa de aire que se almacena en un depósito natural o artificial.
Más tarde, cuando es necesario recuperar esa energía, se provoca la expansión del aire, que acciona una turbina de alto rendimiento y nos entrega la energía que puede ser aportada a la red eléctrica. Aunque estas instalaciones no son en absoluto nuevas, durante los últimos años están experimentando un desarrollo muy notable que nos invita a contemplarlas como una alternativa más capaz de dar respuesta a nuestras necesidades de almacenamiento energético.
Precisamente, la empresa estadounidense Hydrostor ha anunciado que va a construir la mayor instalación de almacenamiento de energía mediante aire comprimido del mundo en Rosamond, una localidad de California. Entrará en funcionamiento en 2026, será capaz de almacenar 4 GWh, tendrá una capacidad de entrega de energía de 500 MW y tendrá una vida de diseño mínima de 50 años. Como veis, no está pero que nada mal.
Imagen de portada | Pixabay
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La noticia
Las renovables tienen un aliado muy valioso, y no es el bombeo hidroeléctrico, ni las baterías, ni el hidrógeno: es el aire comprimido
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Juan Carlos López
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