Salud

Síntomas del coriocarcinoma: cuando el cáncer aparece en la placenta

Tras un embarazo, una mola hidatiforme o un aborto espontáneo, en el cuerpo de algunas mujeres puede aparecer una grave complicación: el coriocarcinoma. Se trata de un cáncer agresivo, tendente a la metástasis, pero que puede ser curable si se detecta correctamente.

¿Qué es el coriocarcinoma?

El coriocarcinoma es un cáncer de la placenta, que se considera parte del espectro de las enfermedades trofoblásticas gestacionales. Suele ir precedido de una mola hidatiforme (crecimiento anormal de un embrión no viable en el útero), un aborto espontáneo, un embarazo ectópico o un embarazo normal a término. En casos muy raros, puede aparecer en lugares diferentes a la placenta o incluso darse en los hombres (concretamente, en las células germinales en los testículos).

Las causas son similares a las de otros tipos de cáncer: un daño genético en algunas células de un tejido determinado provoca un crecimiento descontrolado, lo que da origen al cáncer. Este daño puede producirse tras la fecundación de un óvulo por un espermatozoide en el útero (coriocarcinoma gestacional) o al margen de la misma (coriocarcinoma no gestacional).

¿Cuáles son sus síntomas?

Los principales signos tempranos del coriocarcinoma son bastante inespecíficos: dolor y sangrado vaginal. Por tanto, más que los síntomas (que en cualquier caso y siempre que no estén claramente asociados al período menstrual son una buena razón para buscar atención médica), lo que debe ser motivo de preocupación es que vayan precedidos por fenómenos como una mola hidatiforme o un aborto espontáneo.

Más adelante, y teniendo en cuenta la tendencia a producir metástasis, pueden aparecer otros en diversos sistemas del cuerpo: taquicardia, desaturación, infiltrados pulmonares, disnea, paro cardiorrespiratorio, distensión abdominal, náuseas, pérdida de peso, inflamación de los ganglios linfáticos…

¿Cómo se trata?

Afortunadamente, el coriocarcinoma es especialmente sensible a la quimioterapia, con lo que si se recibe tratamiento se logra la cura hasta en un 90 a 95% de los casos. No obstante, es importante iniciarlo tempranamente, ya que como señalábamos es un cáncer agresivo y de rápida progresión.

Una vez que se produce metástasis, las probabilidades de cura comienzan a reducirse drásticamente. En algunas formas continúa siendo tratable, pero cuando la metástasis se produce al hígado o al cerebro ya es mortal en la mayoría de los casos.

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