Economía

Entrevista | Carlos San Juan, impulsor de ‘Soy mayor, no idiota’: «Me alegro, ahora hay que acompañarlo de legislación»

Aplicaciones informáticas que se convierten en verdaderos jeroglíficos, atención telemática que dificulta la gestión de las propias cuentas o trámites por Internet que alejaban a las personas mayores de los bancos. Son algunas de las barreras que los ancianos se encontraban a la hora de acceder a las entidades y que llevaron a Carlos San Juan, un urólogo jubilado, a lanzar la campaña en change.org ‘Soy mayor, no idiota’.

Tras recoger casi 650.000 firmas, este valenciano ha conseguido que el Ministerio de Economía, el Banco de España y las entidades se replanteen sus planes de digitalización y reordenen sus prioridades. Este movimiento, que aglutina el sentir de millones de ancianos, ha logrado que AEB, CECA y UNACC firmen este lunes la actualización del protocolo para el fomento de la inclusión financiera, que contempla nuevas medidas para fomentar la atención del sector a las personas mayores o con discapacidad. Y así lo ha vivido San Juan:

¿Cómo ha recibido la firma de la actualización del protocolo con nuevas medidas para la atención a personas mayores y con discapacidad?

Lo he recibido con mucha alegría porque realmente se ha contemplado lo que yo había manifestado, tanto en el Ministerio de Economía como con las entidades y ante el gobernador del Banco de España. Yo sabía que tenían unos planes de digitalización, pero la petición les hizo ver que eran más urgentes otras medidas, como ampliar el horario de atención, hacer una asistencia presencial y ayudar en los cajeros fuera. Hay un colectivo muy numeroso, que es el que yo desde el primer día representaba, que no iba a poder incorporarse al mundo digital porque no tiene medios, con personas que pueden aprender una cosa hoy y al día siguiente olvidarla.

¿Qué medidas han priorizado?

Han dado prioridad, y está en el punto uno del protocolo, a la atención presencial y preferencial para los mayores, con un horario ampliado toda la mañana. No tienen ni que madrugar. Tampoco van a necesitar una cita previa; pero, si quieren pedirla, se va a habilitar hacerlo fácil por teléfono y no a través de aplicaciones muy complicadas.

Van a tener una ayuda muy personalizada por parte de los empleados de banca, que estarán sensibilizados con el tema. También hay mejoras en los cajeros, para cuya actualización se ha dado un plazo de seis meses, que me parece muy correcto, porque conlleva una estructuración más compleja. El hecho de que inmediatamente se incorpore este punto lo veo muy importante, fundamental.

Sin embargo, este protocolo no es de obligado cumplimiento, ¿no?

Sí, es voluntario y cada entidad pude acoplarse o no, pero se han comprometido a hacerlo. Un aspecto interesante es que establece una libre competencia, y los clientes, en este caso los mayores, distinguiremos muy bien qué banco es el amigable y cuál no, con las consecuencias deducibles.

¿Se da por satisfecho o tiene alguna otra reivindicación?

La firma de este protocolo va acompañada de un anuncio de la vicepresidenta de Economía de que, en unos tres meses, se va a legislar sobre este tema, lo que permitirá proteger a este colectivo y garantizar una serie de medidas siempre favorables y que no excluyan a nadie por su edad ni por su cultura.

La única reivindicación que tengo es esta, que se lleve a cabo esta legislación. Creo que va por buen camino, porque blindaría estos acuerdos. Según el protocolo, los controles son autocontroles, los lleva a cabo la propia banca. Lo puede hacer bien, pero siempre está sujeto a cierta sospecha. Con la legislación, es el Banco de España el que controla. Se abre, además, un aspecto muy importante, que es la defensa del cliente financiero y ya tendríamos posibilidades jurídicas de reclamar en caso de que se atropellasen nuestros derechos.

Cuando vio que había entidades que, antes de firmar el protocolo, ya habían comenzado a aplicar cambios, ¿cómo lo vivió?

Me dio mucha alegría, porque se produjo inmediatamente después de la reunión del 8 de febrero. Antes no había habido ningún movimiento. De ese encuentro, yo ya me fui con una impresión muy buena, de que había habido mucha cordialidad, que habían hecho un reordenamiento en las preferencias de las medidas a tomar. Mi sorpresa fue que inmediatamente, a los poquísimos días, el 14 empezó una entidad, otra el 18 y otra ha anunciado el 28. Todo antes de la firma de este lunes. Me gustó mucho ver que se sensibilizaron. Yo soy una persona de buena fe y creo que, aunque sea voluntario, lo van a cumplir.

¿Ha podido hablar con la vicepresidenta Calviño? ¿Qué le ha dicho?

La ministra, inclusive en público, ha dado las gracias porque esta solicitud ha servido para indicar un camino. Ha mostrado que una petición de un ciudadano anónimo absolutamente, sin ningún tipo de politización ni judicialización, pacífica, totalmente educada, sin ánimo de exigencia, puede ser útil. Les ha hecho ver problemas que pueden tener las personas de a pie y que ellos, dentro del mundo frenético en el que se mueven, han podido no conocer con exactitud.

¿Y el gobernador del Banco de España, las entidades… le han dicho algo?

Se han expresado en los mismos términos. Han agradecido la labor, lo que me llena de satisfacción, en el sentido de que son personas sensibles que mantienen el humanismo. En el caso de las autoridades bancarias me han venido a saludar y me han recordado que la entrevista de hora y media que tuve con ellos el 8 de febrero fue muy cordial y muy grata.

Inclusive el presidente de la Banca ha mencionado mi nombre y apellidos y ha agradecido esta petición, con un aspecto que a ellos se les había escapado. Yo he insistido y siempre insistiré en que es en nombre de las personas que no tienen voz y que nada más van a ver los buenos resultados, pero no se enterarán de por qué estas cosas han cambiado.

¿Por qué decidió lanzar esta campaña?

Toda la vida, por mi profesión, he estado muy en contacto con el sufrimiento, especialmente de pacientes de la tercera edad, que siempre han requerido un plus de humanismo. Venían a resolver un tema médico, pero te pedían ayuda personal cuando estaban solos. Yo vi un auténtico atropello, en el sentido de que estas personas, que no tenían ya medios, llegaban con su libretita al banco y se iban un día y otro día sin poder ser atendidos. Se les pedía que cambiaran la cartilla por plástico, que fueran acompañados cuando a lo mejor no tenían compañía o era inviable por la falta de conciliación que un familiar les ayudara.

Se les pedía que aprendieran lo que eran las apps y terminologías que hacían que se quedasen con los ojos como platos. Yo los he visto llorar y, con la contraseña apuntada en un papelito, decir: «Si me ayuda, le invito a un desayuno». Estas cosas me llegaron al alma. Si yo puedo ayudar a alguien, lo ayudo y nunca he pronunciado «este no es mi problema».

¿Cómo comenzó todo?

Lo inicié de forma superhumilde. Al principio recogí 102 firmas. Fue providencial que change.org, en la persona de María, lo tomara con tanto cariño. Los medios ya forman parte de este equipo tan grande que hemos hecho y que da pena dejar, porque he recibido empatía, cariño… una experiencia que jamás me podía imaginar con 78 años, cuando ya creía que estaba en la vía muerta. Eso es lo que realmente me motivó a hacerlo.

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