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Xavi compromete al Madrid

La primera pica de Xavi alcanza un significado mayor que el título en sí. La forma y el cómo validan el camino que sigue y meten en la duda al Real Madrid, irreconocible en este tramo de la temporada en medio de una crisis de identidad y juego que sería todavía peor de no ser por la figura carismática de Courtois. El Barça zarandeó a su máximo rival, se acreditó como equipo y dio contenido a un plan táctico que le puede servir de mucho en lo que queda de curso. La apuesta por cuatro centrocampistas, una idea más cautelosa en la presión, la jerarquía de sus tres defensas de cierre (Araújo, Koundé y Christensen) y la contundencia en las áreas abrumaron al Madrid. Ancelotti confundió la alineación, pero sobre todo no termina de ponerle remedio al desmantelamiento defensivo de su equipo. Las fisuras entre líneas se agravan, la apatía en los duelos se repite con excesiva frecuencia y los errores individuales de peso condicionan cualquier respuesta. En todo caso, el Madrid cayó con todas las de la ley no solo por su delictiva actuación, sino por cumplirse al detalle la idea de partido que tenía Xavi en la cabeza.

Xavi apeló al control por encima del riesgo. En otros encuentros de enjundia, se aventuró demasiado en sus planteamientos, con una presión exacerbada que descubría al Barcelona en las transiciones defensivas. Contra el Madrid ya sabía que eso era imperdonable. De ahí que alimentara una propuesta más conservadora. El Barça no se desabrigó, eligió bien cuándo presionar —el gol de Gavi tras el robo de Busquets es un buen ejemplo— y abogó por hilar el juego con más calma para cuidar la pérdida. Fue menos extremista con su libro de estilo y demostró una seriedad notable en todo lo que hizo. Hasta un cadete como Gavi, que va a ser lo que él quiera, exhibió un aplomo incontestable.

Mientras el Barça se reconoció en sus cuatro centrocampistas, el Madrid fue un equipo fuera de punto. No se le ve un patrón de juego claro, si acaso solo para mal. Los fallos en la salida de balón, la falta de pegamento entre líneas o las equivocadas decisiones defensivas dinamitaron su propia existencia en el partido. Nadie asumió la iniciativa para cambiar las cosas y los jugadores blancos se quedaron a verlas venir ante un Barcelona que le pasó por encima. Pocos partidos tan agradecidos se encontrará Xavi como este, que desata la ilusión de nuevo en el Camp Nou y deja al Madrid en una situación contrariada. El cartel de título menor de la Supercopa no rebaja la percepción. Xavi sonríe, Ancelotti duda.

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