Vivir de alquiler o tener casa: así es la brecha de la desigualdad en España y Europa
Tener una casa pagada es de ricos. El patrimonio de los españoles que tienen una vivienda en propiedad es de 395.500 euros de media, lo cual sitúa a los propietarios sin hipoteca en el grupo del 20% más rico del país. Más cercano a la realidad es el valor mediano, que cifra en 200.800 euros la riqueza de los que ya han pagado su casa. Si el inmueble está hipotecado, el patrimonio desciende a los 114.800 euros. Y el salto más grande llega con los que viven de alquiler, cuya riqueza mediana es de 6.100 euros.
Dicho de otra forma, los propietarios en España tienen un patrimonio 33 veces superior al de los alquilados, una desigualdad que supera la media europea, donde la riqueza se multiplica por 25 si tienes pagada la casa. Las diferencias según el régimen de tenencia de la vivienda son más acusadas en España que en Alemania, Grecia, Francia o Italia, pero están por debajo de las que se registran en Portugal, Bélgica o Irlanda. Los datos se extraen de la ‘Encuesta de consumo y finanzas de los hogares‘, coordinada por el Banco Central Europeo.
Para entender mejor la dimensión del problema, una de las variables a tener en cuenta es el peso de la población que no tiene casa y vive de alquiler. Según los datos del Banco Central Europeo, en España, cerca de una de cada cuatro personas estaría en esta situación. La proporción está entre las más bajas en comparación con el resto de países de su entorno. En Alemania, por ejemplo, más de la mitad de los residentes no ha comprado su casa. Solo algunos países del este y Malta tienen una tasa de propietarios más elevada que la española.
“Si no tienes apoyo familiar, comprar un piso es casi imposible”, asegura Guillem Vidal, doctor en Sociología y Ciencias Políticas y miembro del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. «Incluso si tienes un muy buen sueldo, para comprarte una vivienda necesitas acumular todo un patrimonio», añade. En su opinión, el modelo español se basa en gran medida en la transmisión intergeneracional de la riqueza a partir de la vivienda.
¿Cómo repercutirá en tu ciudad la futura ley de vivienda?
I. P. Chávarri
También dentro de España la situación es muy diferente según la comunidad autónoma. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrece datos de número de hogares y no de personas en régimen de alquiler y, de media, un 17% de las casas está alquilado. Pero Baleares, Cataluña, Madrid, Aragón, Canarias y Melilla superan esa cifra, mientras que en Extremadura, Ceuta o Castilla-La Mancha solo uno de cada 10 hogares estaría en esta situación.
El pacto al que llegaron el martes los socios del Gobierno de coalición para aprobar los Presupuestos de 2022 incluía la promesa de una ley de vivienda con la que se pretende controlar el alquiler. Las medidas anunciadas se resumían en tres puntos: congelación de precios en zonas donde el mercado está más tensionado, subida del IBI para la vivienda vacía y rebajas para los inquilinos cuyos caseros tengan más de 10 viviendas siempre que sean personas jurídicas (como bancos o fondos de inversión). Con la información pública disponible, no es posible aproximar el alcance de la medida, pero desde el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana han trascendido dos cifras: hay unas 150.000 viviendas en manos de “grandes tenedores privados” y el total de viviendas en alquiler en España es de 3,4 millones. De aplicarse, la medida que afecta a los propietarios de más de 10 viviendas llegaría a menos del 5% de las casas alquiladas.
De vuelta al marco europeo, para comparar mejor los datos entre países, conviene ver en qué rango se ubican sus habitantes según la distribución del patrimonio. En España, si no tienes casa propia estás entre el 10% más pobre de la población, mientras que si tienes la casa pagada tu grupo es el del 30% más rico, teniendo en cuenta el valor mediano. La riqueza de los hipotecados se sitúa en medio de los grupos en que se distribuye esta renta. Los patrones de desigualdad son similares en el resto de países: tener casa siempre marca la diferencia.
Pero, además del patrimonio, también los ingresos anuales son muy distintos si se tiene casa o se vive de alquiler. Quienes pagan su renta mensual ganan al año unos 17.400 en España, teniendo en cuenta la mediana, mientras que los que pagan una hipoteca están en 33.800: prácticamente el doble. Entre los que ya tienen la casa pagada, el nivel de renta anual es más bajo, lo cual se explica porque parte de esta población vive ya de la jubilación. En otros países, esta desigualdad se reproduce de forma muy similar.
El gráfico muestra además cómo de cerca están las rentas de los que viven de alquiler de la barrera del nivel de renta que separa al 40% de la población más pobre. En España, los alquilados están algo por debajo, como sucede en la mayor parte de los países. Pero por ejemplo en Luxemburgo, donde esta desigualdad en salarios es más relevante, los inquilinos están bastante por debajo de ese umbral.
“Cuando empiezas a cobrar mejor, compras”, resume Vidal. Los motivos que apunta el experto forman parte de la cultura del país. Hay una cuestión intergeneracional que lleva a acumular riqueza para que algún día llegue a los hijos, pero también existe un incentivo de rendimiento o rentabilidad. “Este modelo de vivienda ‘propietarista’ viene del desarrollismo franquista, cuando se empezó a decir que España es un país de propietarios”, apunta Vidal. Para el investigador de la Comisión Europea, este tema, en definitiva, determina cómo se distribuye la riqueza de un país y las dinámicas de desigualdad que se pueden generar y que finalmente se trasladan al plano político.
Esta fórmula hace que las diferencias de riqueza entre generaciones sean abismales en España. Y los datos apuntan que la brecha de desigualdad intergeneracional ha crecido en los últimos años. En el año 2000, la riqueza media de una persona de 65 años era el doble que la de una de 35. En 2016, esa diferencia era de hasta cinco veces más, según los datos analizados en el informe ‘España 2050‘ a partir de los datos procedentes de Martínez-Toledano y la encuesta de Consumo.
Por último, otro factor que marca la diferencia en la desigualdad del acceso al alquiler es el precio. Y aquí España sí que se desmarca de la mayor parte de los países de la Unión Europea. El nuestro es el país donde los inquilinos dedican más parte de su renta a pagar el alquiler: un 32,1%. Solo Noruega supera esa cifra, y en Francia, Italia o Portugal la tasa está por debajo del 25%. Además, en las ciudades españolas con más problemas para alquilar los precios de los alquileres han subido muy por encima de la renta media. Según un análisis de EsadeEcPol publicado el viernes, en Barcelona los alquileres crecieron un 37,5% entre 2015 y 2018, mientras que la renta media por persona creció un 9,6%. En Palma de Mallorca, el incremento de precios fue mayor, de hasta el 41,3%. Solo en Bilbao se ha visto una subida pareja de nivel renta y precio de alquiler, algo por debajo del 9% para ambos parámetros.