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Una idea para gobernar el mundo

Superadas todas las barreras, alcanzado el cielo, queda la reflexión. España no solo ganó un Mundial, sino que también reivindicó que las formas y el fondo son importantes. Fue un triunfo estético y emotivo, que mezcló el valor de la posesión con el hambre en la presión. Se vio a una España coral, moderna y enérgica, con un carácter de hierro tras sobreponerse a un contexto delicado, especialmente tras la sonada derrota ante Japón. Las eliminatorias dibujaron la mejor España posible. Contra Suiza hubo un acto de redención categórico para desatar de nuevo la ilusión. Vilda renovó el once, siendo la entrada de Cata Coll la más llamativa en la portería. Y Aitana asumió la responsabilidad para liderar el juego español.

Ya se había hecho historia, pero quedaba historia por hacer. Los cuartos de final supusieron el capítulo definitivo para creer en esta Selección. Se jugó un gran partido ante Países Bajos, pero alguna duda en la prórroga, que contó con Salma como factor clave. De Zaragoza al mundo. Después, Suecia asomaba como un rival de máxima entidad. El balón parado y la potencia física de las nórdicas podían asustar, pero no a España, superior todo el partido en todos los registros. También, a nivel mental. Solo así se puede encajar un gol que a otro equipo le hubiese acogotado y reaccionar de la manera en la que lo hizo. Olga Carmona, como haría después en Sidney, se puso la capa de heroína.

Se dice que las finales se ganan, pero también se juegan. Así lo hizo España ante Inglaterra, fiel a su filosofía. Vilda desmontó la partitura de Wiegman y sus jugadoras leyeron esa defensa de cinco de Inglaterra, que tuvo que cambiar sobre la marcha. Por fuera estaba el hueco, en los desmarques de Salma la profundidad. Con las llegadas de Ona y Olga, a partir de la arrolladora inteligencia de Aitana, España explotó su valiente identidad y descolocó a Inglaterra. Después tocó sufrir, con Vilda introduciendo a Oihane para doblar el lateral, pero en esas lides la Selección ha demostrado estar hecha de otra pasta. Esta España quedará en el recuerdo de todos y reivindica el cómo ganar. Un equipo con mayúsculas cuyos nombres propios destacan en favor del colectivo. Es motivo de orgullo. A esta España nadie la tose en el mundo. Ni a su fútbol, ni a su idea.

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