Una de las grandes fortunas de España, trás la restauración del Palacio de Gaviria
Se llama Juan María Riberas Mera, es vicepresidente de Gestamp y una de las grandes fortunas de España. Está detrás de Glenbrock Investment, la compañía que ha impulsado la recuperación del Palacio de Gaviria, en la calle Arenal 9, a escasos metros de la Puerta del Sol (Madrid).
Un empeño que supondrá una inversión de 3,7 millones de euros que correrán a cargo y serán sufragados con recursos propios de Glenbrock, sociedad en la que Ribera Meras figura como administrador único desde 2013 y firma en la que también está Raúl Ambit Lemus como apoderado.
El Ayuntamiento de Madrid admitía este verano a trámite y aprobaba inicialmente el Plan Especial para este histórico edificio, que se rehabilitará para acoger un gran centro de exposiciones, y ha sido precisamente Juan María Riberas Mera quien lo ha impulsado.
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E. Sanz
Juan María, o Jon, Riberas es uno de los accionistas mayoritarios del gigante español de los componentes de automoción —Gestamp—, y dueño, junto a su hermano Francisco, de la acerera Gonvarri. ‘Forbes‘ le estima una fortuna de 1.100 millones de euros y le sitúa entre las 30 mayores fortunas españolas.
A la espera de la aprobación definitiva por parte del consistorio, el Plan Especial permitirá recuperar y rehabilitar un edificio histórico en el barrio de los Austrias. El palacio en cuestión fue mandado construir —sobre los cimientos del antiguo Palacio del duque de Arcos— en 1846 por don Manuel Gaviria, marqués de la Casa Gaviria, un financiero e inversor bursátil amigo del marqués de Salamanca, con quien fundó el Banco Isabel II.
Manuel Gaviria logró amasar, según las crónicas de la época, una enorme fortuna que le permitió construir esta joya de la arquitectura madrileña, inspirada en los palacios renacentistas como el de Farnesio en Roma, convirtiéndose por su composición y tipología en un referente de la arquitectura palaciega madrileña de la segunda mitad del siglo XIX. El palacio fue inaugurado en 1851 con un baile que presidió la reina Isabel II y al que siguieron múltiples fiestas en los años posteriores.
El arquitecto de la obra fue Aníbal Álvarez Bouquel, mientras que Joaquín Espalter y Rull, el pintor de la reina Isabel II, fue el encargado de gran parte de las pinturas de los techos que, a día de hoy y a pesar del uso de parte del palacio como discoteca, están muy bien conservadas.
En tiempos del marqués de Gaviria, el palacio tuvo un exclusivo uso residencial —con los dormitorios de los marqueses y las salas de baile en la primera planta y los dormitorios de los hijos y del servicio en la segunda—, pero en otros periodos de la historia ha sido un espacio dedicado a múltiples labores. Por ejemplo, durante la Guerra Civil fue cuartel republicano, mientras que en épocas posteriores fue sede ministerial, centro de decomisos o espacio de ocio y eventos privados. Entre 1991 y 2011 se abrió una discoteca en la planta noble, mientras que a principios de 2017 comienza su andadura como centro de exposiciones.
Reformas, modificaciones y ampliaciones
El Palacio de Gaviria fue sometido a varias reformas, modificaciones y ampliaciones, pero de la edificación original se conservan en buen estado el acceso y la escalera principal, la entrada y los salones de la planta primera o noble, según la memoria del Plan Especial.
La intervención más relevante en este edificio fue la que tuvo lugar durante la década de los cincuenta, en la que se añadió una planta al edificio, y desde entonces contó con licencia para uso cultural, de embajada o similar en su planta noble, comercial en locales de planta baja y oficinas comerciales en el resto de las plantas, incluida la ampliación de la tercera planta.
Según la documentación consultada por El Confidencial, la primera planta mantiene su estado original y está dividida en más de una docena de locales «de gran belleza y valor arquitectónico, tanto por su configuración espacial de bóvedas esquifadas planas como por los materiales de solados y acabados, así como el cerramiento de vidrio del patio cubierto de la planta baja».
En la actualidad, la planta primera se utiliza para exposiciones, mientras que las plantas segunda y tercera, y parte de la baja, han estado destinadas a locales comerciales, dentro de un centro comercial abierto en los años setenta, «tratándose en la actualidad de un uso terciario comercial de baja calidad y sin instalaciones adecuadas», según la memoria del plan.
El objetivo del Plan Especial impulsado por Glenbrok, que no es dueño de todo el edificio, pero que actúa en nombre del resto de propietarios, afecta a casi la totalidad del edificio —ya que no incluye los cinco locales comerciales que están en planta baja, con acceso directo desde la calle y con parte de su superficie en sótano y entreplanta— y se basa en la protección y puesta en valor de edificio, catalogado con un Nivel de Protección 1, Grado Singular.
El Plan Especial plantea obras de rehabilitación (reestructuración puntual y parcial) y de reconfiguración, además de las de restauración y conservación, consolidación, con el objetivo final de convertir el palacio en un espacio de exposiciones y multiusos para un aforo entre 700 y 1.500 personas.