Un recorrido por los pueblos más bonitos de Matarraña, la ‘Toscana española’
A un lado, el Bajo Aragón, al otro, tierras catalanas y valencianas y en medio, un mar de colinas ondulantes, de pueblos medievales y de paisajes marcados por el agua. La comarca de Matarraña es el sueño bucólico de cualquiera, un territorio de la provincia de Teruel que ha sido apodado la «Toscana española» por razones más que evidentes. Pero todavía más evidente es que no tiene nada que envidiarle a su hermana lejana italiana.
Estas tierras esencialmente montañosas guardan la esencia de una escapada de turismo rural perfecta. Aquí se unen las últimas estribaciones del Sistema Ibérico con las Cordilleras Costerocatalanas y, combinando las zonas boscosas, los cauces de agua y los escarpados barrancos, la diversidad de paisajes resulta infinita. Y como no, una de las mejores maneras de adentrarnos en la comarca y descubrir todo lo que tiene que ofrecernos es a través de sus bellas poblaciones, villas de cuento con un inmenso valor arquitectónico, cultural e histórico.
Valderrobles, la capital
La comarca de Matarraña está compuesta por 18 pueblos diferentes, cada uno con una personalidad totalmente distinta, y entre ellos encontramos Valderrobres, la capital del territorio. Esta villa está coronada por un monumental castillo que tiene su origen a finales del siglo XII y se conecta con la iglesia de Santa María la Mayor, uno de los máximos exponentes de la arquitectura gótica en Aragón.
En general, todo su entramado urbano ha sido declarado Conjunto Histórico y en él destacan sus calles que conservan el trazado medieval, la Plaza Mayor y su puente de piedra, el Ayuntamiento y varias mansiones palaciegas. Una actividad única que podemos disfrutar en Valderrobres es visitar el observatorio de aves de Mas de Bunyol, una antigua casa rústica situada dentro de una reserva de buitres salvajes.
Beceite y sus pasarelas
Otros cuatro pueblos de Matarraña han sido declarados Conjunto Histórico por sus importantes valores patrimoniales. Beceite es uno de ellos, una tierra de naturaleza pura y ambiente rural en su máximo esplendor. En este pequeño término municipal nacen tres de los ríos más importantes de la zona y, por el otro lado, se alzan cumbres que alcanzan los 1.232 metros sobre el nivel del mar.
Los visitantes podrán adentrarse en ese paisaje natural tan espectacular a través de diversas rutas de senderismo. Una de las más importantes nos conduce a través de los Puertos de Beceite, un macizo montañoso que separa el valle del Ebro del Mediterráneo. Este paraje de abruptas montañas horadadas por la erosión de los ríos se puede recorrer mediante pasarelas de madera que nos hacen caminar sobre pequeñas pozas de aguas cristalinas y descubrir enclaves como el Parrizal de Beceite, Las Rocas del Masmut, la Pesquera y el Salt de la Portellada.
Calaceite, La Fresneda y Ráfales
Calaceite es pequeño en tamaño, pero enorme en encantos. En su entramado reúne bellos edificios señoriales, ermitas, capillas, plazas y pórticos que enamorarán a todos los viajeros que pongan un pie en él. Entre sus puntos de interés destaca el ayuntamiento, con su magnífica fachada renacentista, y la iglesia de la Asunción, construida en 1613 bajo estilo barroco. El pueblo puede presumir de ser uno de los conjuntos urbanos mejor conservados de Matarraña, y es que tan solo dando un paseo por sus calles descubriremos que aún sigue presente ese recuerdo del esplendor que vivió antaño.
No se queda atrás el pueblo de La Fresneda. Esta pintoresca población conserva en su conjunto urbano los restos de su antiguo castillo, el de Santa Bárbara, además de una bonita Plaza Mayor, una aristocrática Casa Consistorial del siglo XVI, el Palacio de la Encomienda y El Convent, un antiguo convento reconvertido en hotel y restaurante.
Por último, visitamos Ráfales, donde podremos admirar su Plaza Mayor, los restos de su castillo de la Orden de Calatrava, la iglesía gótica de Nuestra de la Asunción y su Ayuntamiento, que conserva una antigua cárcel restaurada. Tampoco podemos perdernos la visita al Museo del Aceite, instalado en antiguo molino rehabilitado.
Turismo activo y cultural
La comarca de Matarraña también es lugar perfecto para el turismo activo. En estas tierras turolenses las opciones de ocio al aire libre son prácticamente infinitas, empezando por una actividad muy popular en la zona: el turismo ecuestre. Esta zona dispone de una extensa red de rutas y caminos aptos para realizar a caballo y galopar entre la naturaleza.
Por supuesto, las rutas de senderismo no faltan en la comarca y, además, para todos los niveles: fáciles como la del Salt de la Portellada, medias como la de la Torre del Compte, difíciles como la de San Miguel de Espinalbar y de travesía como la de los Primeros Pobladores.
Por otra parte, para los que busquen algo más cultual, también existen muchas opciones. Por ejemplo, podemos seguir los pasos de los íberos en Matarraña y visitar los restos de pequeños asentamientos y numerosos túmulos funerarios que aún se conservan en este territorio, tales como el de San Antonio, el Tossal Redó, Escodines Altes y Baixes, San Cristóbal, Torre Cremada y Tossal Montañés.
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