Un Mundial conectado
En el Mundial de Qatar, ha habido 137 jugadores de los 832 que se dieron cita que no han jugado con el equipo del país en el que nacieron. Solo cuatro selecciones han estado compuestas por jugadores únicamente originarios de su país: Argentina, Brasil, Corea del Sur y Arabia Saudí. En el lado opuesto se encuentra Marruecos, la gran sorpresa mundialista al colarse en las semifinales del torneo. Los 14 jugadores de Marruecos no nacidos allí son Bono (Canadá), Munir Mohan (España), Saïss (Francia), Achraf Hakimi (España), Mazraoui (Países Bajos), Amrabat (Países Bajos), Ziyech (Países Bajos), Chair (Bélgica), Amallah (Bélgica), El Khannouss (Bélgica), Boufal (Francia), Zaroury (Bélgica), Aboukhlal (Países Bajos) y Cheddira (Italia). Cuatro nacidos en Países Bajos y otros cuatro en Bélgica, en España dos y otros dos en Francia, y uno en Italia y otro en Canadá.
Hay muchos jugadores que deciden jugar con otra selección distinta a la de nacimiento. Las razones pueden ser variadas, aunque la más habitual es la de los orígenes o raíces familiares en el país que se va a representar. Teniendo en cuenta esta cuestión, llama la atención que hasta 38 jugadores nacidos en Francia hayan estado desperdigados en la cita mundialista en nueve selecciones (Camerún, Ghana, Senegal, Túnez, Qatar, Marruecos, Portugal, España y Alemania).
Precisamente, Qatar, la selección anfitriona, ha sido la que mayor variedad de origen de sus futbolistas recoge en su convocatoria: ocho (Sudán, Egipto, Irak, Portugal, Francia, Argelia, Bahrein y Senegal).