Salud

Un experto explica cómo los fármacos ‘saben’ en qué parte del cuerpo tienen que actuar

Imaginemos una cefalea común, no muy grave. Para continuar con nuestro día y eliminar esta molestia, acudimos al botiquín y tomamos un analgésico común poco potente y sin receta: quizás un ibuprofeno, un paracetamol o una aspirina.

Lo curioso es que, aunque el dolor está localizado, nuestro cuerpo recibe el principio activo por una parte bastante alejada: en este caso, por el sistema digestivo. ¿Acaso ‘saben’ los medicamentos en qué parte del cuerpo tienen que actuar?

Cómo se desplazan los fármacos por el organismo

Pues resulta que, tal y como explica el farmacéutico Tom Anchordoquy en el medio Science alert, no exactamente. Los medicamentos no tienen ningún control sobre la parte del cuerpo en la que terminan. Sin embargo, existen algunos ‘trucos’ químicos y fisiológicos que pueden lograr que las moléculas se ‘aferren’ más fuertemente a la parte del organismo que nos interesa y menos a las que no.

Así, señala, los fármacos contienen más que simplemente el principio activo que, de forma directa, logra en el cuerpo el efecto buscado. Estos tienen diversas funciones, pero una de ellas es asegurarse de que el cuerpo pueda procesarla de la manera adecuada y que, además, la sustancia llegue, a través de las autopistas del organismo, allá donde se la necesita.

El método de administración

Al tomar una pastilla, desarrolla Anchordoquy, ésta se disuelve en el estomago y los intestinos y las moléculas del medicamento pasan al torrente sanguíneo. De esta manera, circulan por el cuerpo accediendo a todos los órganos del mismo.

Tras esto, afectarán al organismo uniéndose a unos receptores determinados en células, lo que provoca una respuesta concreta. El problema radica en que pueden unirse a estos receptores también en células de partes del cuerpo diferentes, en la que la respuesta al medicamento podría provocar efectos indeseados.

El método de administración, por tanto, es fundamental. En los fármacos que se inyectan, en lugar de tomarse en forma de comprimidos, se logra que grandes concentraciones de la molécula terapéutica pasen rápidamente al torrente sanguíneo; por tanto, esto es adecuado para aquellos fármacos que afecten a sistemas de todo el organismo y que requieran el mantenimiento de altas concentraciones en sangre, o para aquellos que se degradarían en el proceso de digestión.

Por el contrario, aquellos que se aplican localmente (por ejemplo, tópicamente o en la forma de gotas, spray nasal) suelen alcanzar altas concentraciones en la zona de aplicación, pero sin embargo pasar al sistema circulatorio en concentraciones lo bastante bajas como para ser seguros para el resto del organismo.

El papel del paciente

Por esto, es especialmente importante seguir las instrucciones en la forma de los medicamentos: tomarlos de la manera que se indica, en las dosis en las que se receta y respetando los intervalos entre cada administración.

De lo contrario, es posible que el medicamento no alcance su objetivo en las cantidades adecuadas o, al contrario, que actúe en otras partes del organismo en exceso, potencialmente causando daños importantes.

Con el fin de fomentar esto, una parte de la ciencia farmacéutica se centra en desarrollar los métodos de administración más sencillos para el paciente: por ejemplo, elaborando comprimidos que se tomen una única vez al día o incluso menos. Similarmente, se trata de evitar en la medida de la posible el método de inyección, que en la mayoría de los casos requiere de la asistencia de un profesional sanitario.

Anchordoquy concluye apuntando que «con todo el esfuerzo que se pone en entender una enfermedad lo suficiente como para desarrollar una medicación efectiva, a menudo depende del paciente que funcione tal y como ha sido diseñada».

Referencias

Anchordoquy, Tom. A Pharmaceutical Scientist Explains How Drugs Know Where to Go in The Body. Science Alert, 18/06/2022.

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