Tres hábitos para potenciar la memoria a pesar de que envejezcas, según los científicos
A partir de los 40 años, en nuestro cerebro empieza a producirse lo que los neurólogos llaman un ‘recableado radical’: los distintos circuitos neuronales, previamente especializados en procesos cerebrales diferenciados, comienzan a integrarse entre sí.
Este desarrollo responde a la necesidad del cerebro de redirigir recursos para dedicarlos a ciertas tareas; y, por ello, aspectos como el vocabulario o el conocimiento general tienden a mejorar. Con todo, esto perjudica otras funciones, como la atención o la función ejecutiva, que tienden a deteriorarse.
Como resultado, a partir de la tercera o cuarta década de vida, es común que los adultos comiencen a mostrar un pensamiento menos flexible (por ejemplo, mayor dificultad para formar nuevos conceptos, para el razonamiento abstracto, menor inhibición de respuesta y menor razonamiento verbal y numérico).
Los ‘tres grandes’
De todas formas, hay diferentes maneras de evitar que esto suceda (o, más bien, de retrasar este proceso). Como explica el portal de noticias científicas INC., la genética juega un papel, y ahí no hay nada que hacer (al menos por ahora). Pero existe sin embargo un considerable corpus de evidencia científica que muestra que hay tres factores que ayudan en este sentido.
Se trata de viejos conocidos, tanto que en el campo de la neurología se los conoce como ‘los tres grandes’: la dieta, el ejercicio físico y un estilo de vida saludable.
Así, se ha demostrado que el mantenimiento de una dieta sana puede reducir el declive cognitivo relacionado con la edad y el riesgo de desarrollar varias enfermedades neurodegenerativas.
Por otro lado, el ejercicio puede ralentizar e incluso revertir el deterioro físico del cerebro: y es que, en contra de lo que a veces dice la sabiduría popular, se sabe que se siguen generando nuevas neuronas durante toda la vida. Gracias a esto, se sabe que el ejercicio aumenta el tamaño del hipocampo incluso entre los 60 y los 70 años de edad, lo que mitiga la pérdida de memoria relacionada con la edad.
Finalmente, respecto al estilo de vida, el sueño insuficiente está relacionado con atrofia cerebral acelerada y con problemas en la conectividad neuronal. Algo similar pasa con el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias, que directamente impactan en el cerebro y hacen que envejezca más rápido, se atrofie y pierda habilidad funcional.