‘The Last of Us’ es una gran adaptación del videojuego. Su único problema es que quizá sea «demasiado» fiel
Crítica sin spoilers
Una adaptación que presume de ser fiel a su fuente original siempre está condenada a repetir la misma pregunta: si se replican estética, argumento y todo tipo de ingredientes característicos del original, ¿qué sentido tiene? ¿Para qué repetir una experiencia que ya hemos vivido, qué nos aporta? ‘The Last of Us’, que enarbola la bandera de la fidelidad absoluta y del producto oficialísimo (Sony a la producción, Druckmann -director del juego original- como productor y guionista), no ofrece mucha polémica en ese sentido: es endemoniadamente fiel al original.
Tanto, que a menudo se permite replicar pasajes del videojuego tal cual, y no como mero guiño meta (como puede ser, digamos, que en ‘Mortal Kombat‘ los luchadores digan sus frases icónicas), sino como construcciones narrativas que funcionan. Aunque en episodios posteriores la cosa se distancia puntualmente del original, el piloto es casi una repetición punto por punto del arranque del juego.
De hecho, el primer alivio que brinda ‘The Last of Us’ es que no recurre a los convencionalísimos y ya cansinos flashbacks troceados que aportan contexto a lo que sucede en el presente del relato. Aquí, como en el videojuego, conoceremos el estallido de la epidemia de letales hongos con el arranque de la historia (y tras un estupendo e inédito miniprólogo en un programa de televisión en los años sesenta), cómo se desata el caos y cómo la tragedia sobrevuela la vida de Joel por primera vez.
‘The Last of Us’ consigue en su primer capítulo dejar claras sus intenciones: sea una solución más creativa o menos, aquí a lo que hemos venido es a ver una réplica del videojuego con actores reales. El resultado es, desde ese punto de vista, perfecto, y tiene su parte buena si nos lo planteamos como un laberinto de espejos (aquí se desvían del original, allí han replicado palabra a palabra un diálogo) y su parte mala cuando devalúa el impacto del original porque ya nos lo sabemos. El mejor ejemplo de esto último es obvio: la muerte de ese personaje muy querido para Joel no impacta ni remotamente como debería porque desde que aparece en pantalla sabemos que va a morir en breve.
Mejor cuanto menos se parece
Paradójicamente, los mejores momentos de ‘The Last of Us’ no los encuentra en la fidelidad, sino en todo lo contrario: en apartarse del camino prefijado, reflexionar sobre el videojuego y qué puede y qué no puede hacer cada medio. En ese sentido, Druckmann y su coguionista Craig Mazin han estudiado bien las posibilidades y han decidido, por ejemplo, que no vale la pena centrarse en exceso en las secuencias de terror y acción, algo en lo que la experiencia íntima e intensa del videojuego sale ganando.
Sin embargo, la narrativa de la serie permite expandir los caracteres de los personajes, ahondar en sus traumas y motivaciones, y centrarnos en los detalles que los enriquecen, algo que en el videojuego hay que pulir al máximo porque no puede olvidar que ahí a lo que hemos venido es a jugar. ‘The Last of Us’ replica con fidelidad algo plomiza a veces lo que ya está inventado, pero al menos se permite buscar los huecos en los que puede hacer cuña y ensanchar la narrativa.
Por ejemplo, ‘The Last of Us’ encuentra mucho que contar con poco esfuerzo en la relación, incipiente aún en los primeros episodios, entre Joel y Ellie, que como todos sabemos es también el núcleo de los videojuegos. Sin embargo, aquí la expresividad de los actores reales demuestra por qué para según qué cosas el videojuego aún tiene mucho camino que recorrer por hiperrealistas que sean sus cinemáticas. Aquí hay silencios, miradas, microgestos que son un mundo, y sutilezas en los diálogos que se ven reforzados por las soberbias interpretaciones de Pedro Pascal y Bella Ramsey.
De hecho, es esta última la que más se distancia de la Ellie original con un carácter más brusco y agresivo, sin ocultar su antipatía inicial hacia Joel. La diferencia física de Ramsey con la Ellie del juego refuerza este distanciamiento, y nos brinda momentos tan estupendos como las continuas burlas hacia su compañero a la fuerza, que en el juego eran mero refunfuñar adolescente y aquí adquieren una corporeidad más negra y brutal. Y con ello, ‘The Last of Us’ deja clara su enseñanza: es muy buena adaptación cuando se acerca al original, pero mucho más cuando se aparta de su modelo.
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‘The Last of Us’ es una gran adaptación del videojuego. Su único problema es que quizá sea «demasiado» fiel
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Xataka
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John Tones
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