‘Synchronic. Los límites del tiempo’: un estimulante y lisérgico viaje por la cuarta dimensión de los creadores de ‘El infinito’
Si has visto alguna de las anteriores películas del dúo de directores y guionistas Justin Benson y Aaron Moorhead, no hacen falta muchos más detalles: el desconcierto, el jugueteo con las convenciones visuales y narrativas y la sorpresa argumental están garantizadas. Así lo hicieron en la romántica y estimulante monster movie ‘Spring’, y en la dupla de viajes interdimensionales conectados de ‘Resolución’ y la excelente ‘El infinito’, su mejor película hasta la fecha.
Con ‘Synchronic’ (disponible en Filmin, Rakuten TV y estaba previsto que también en Amazon Prime Video, aunque no parece haber llegado) siguen ahondando en una cuestión que les obsesiona: cómo plasmar en pantalla estados alterados no solo de la mente, sino también de la realidad física. ¿Y cuándo se entrecruzan, uno deforma la percepción de otro, y esto rasga la narrativa lineal? Con esa constante en su obra, estaba claro que Benson y Moore acabarían haciendo una película de viajes en el tiempo más al uso.
‘Synchronic’ es, quizás, la película del dúo más convencional, lo que no la convierte precisamente en un blockbuster veraniego. Es convencional en la misma medida en que ‘Spring’ era una versión teenager de ‘La mujer pantera’. Es decir: lo es, pero tampoco hay que dar nada por sentado. Aquí, los viajes en el tiempo son producidos por un potente alucinógeno, lo que es cierto que no tiene mucho sentido (¿son alucinaciones o auténticos paseos por el tiempo?), pero funciona si nos dejamos llevar por el ritmo que Benson y Moorhead imprimen a la película.
Aquí un par de paramédicos de urgencias (Jamie Dornan y Anthony Mackie, poco antes de convertirse en uno de los rostros más reconocibles de la Marvel actual) se topan con una serie de muertes extrañas e inexplicables en la Nueva Orleans nocturna. Están producidas por una droga que afecta a los usuarios más jóvenes, y pronto descubrirán que hay más en ese compuesto químico de lo que parece en un primer momento.
Hasta las cejas de viaje en el tiempo
El principal problema de ‘Synchronic’ es que los guionistas y directores han decidido plantear unas mecánicas muy rígidas (la forma de determinar dónde y cómo se viaja en el tiempo, cuánto dura y qué cosas se pueden llevar y traer de otras épocas), pero no le han dado demasiadas vueltas a explicar su naturaleza. Las drogas son a menudo un recurso argumental perezoso, pero aquí se llega al extremo: alguna teoría errática sobre la espina dorsal de los viajeros no aclara demasiado.
Con todo, y si el espectador asume que ‘Synchronic’ no es, ni remotamente, una ‘Primer’ en términos de respetar rigurosamente las mecánicas de los viajes y las inevitables paradojas, le espera un rato más que entretenido. Las disquisiciones del protagonista acerca de los resortes y el funcionamiento de los viajes son divertidos e intrigantes y todo viene reforzado por un estupendo Mackie, que aporta convicción y unas gotas de drama a su personaje.
‘Synchronic’ gana enteros, por eso mismo, cuando Moorhead y Benson se dejan llevar por el desmadrado planteamiento, y juguetean, por ejemplo, con la idea de que objetos de otros tiempos se trasladan al presente, o que se aparece en el mismo lugar exacto, pero en otra época, con los consiguientes aterrizajes accidentados. Las muertes se explican todas de esa manera, pero no se explicitan en la película, lo que proporciona unos cuantos detalles interesantes que visten de cierta complejidad la historia.
‘Synchronic’ está lejos del magnífico festival del despiste que es ‘El infinito’, pero es interesante que la película plantee un punto de partida disparatado y no se separe de él en ningún momento. Quizás le falte algo de nervio o le sobre algo de melodrama a las motivaciones de los personajes, cada uno con una mochila de demasiados traumas a cuestas, pero el conjunto es muy disfrutable y cita obligada de la semana para consumidores compulsivos de viajes en el tiempo.
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‘Synchronic. Los límites del tiempo’: un estimulante y lisérgico viaje por la cuarta dimensión de los creadores de ‘El infinito’
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John Tones
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