Si viajar es un sueño, por qué volar se ha convertido en una pesadilla
Viajar es uno de los principales placeres en la vida, hasta el punto de que en los estudios y las encuestas entre los ciudadanos figura como uno de los gastos a los que más les costaría renunciar y lo sitúan como una de sus prioridades. Con la vuelta de los viajes a niveles similares a los años prepandemia, hay un factor que está generando ansiedad, estrés y caos: los aeropuertos. Cada vez más masificados, se han convertido en centros de aglomeración humana, sobre todo en época de vacaciones. Urge por parte de los responsables tanto de aerolíneas como de los aeropuertos que se adopten medidas que se adecúen al ingente número de viajeros que transita por ellos y se aumente la dotación de medios técnicos y humanos; en definitiva, que se proporcione un mejor trato tanto a los viajeros como a sus equipajes.
Con la vuelta de los viajes a niveles similares a los años prepandemia, hay un factor que está generando ansiedad, estrés y caos: los aeropuertos
Las colas para facturar y el “maltrato” del equipaje
Los viajes se empiezan a disfrutar desde el mismo momento en que lo pensamos y decidimos, lo planeamos, miramos información del destino y soñamos y nos emocionamos con la idea de visitar los lugares más increíbles del planeta, muchos de los cuales están a miles de kilómetros de nuestro lugar de residencia. Para llegar al destino soñado hay que pasar antes por el aeropuerto. ¿Con cuántas horas de antelación debo llegar para facturar? Pues tal y como están ahora, lo recomendable sería al menos tres horas, aunque no estén abiertos los mostradores. La falta de agilidad a la hora de facturar el equipaje es uno de los temas que más incomoda a los pasajeros. Un consejo: haga una foto de su equipaje con el móvil justo antes de facturarlo. Le puede servir a la hora de reclamar por la pérdida o el deterioro de sus maletas, otro de los quebraderos de cabeza asociados a los viajes en avión. Eso sin contar con el trato que se le da a nuestro equipaje por parte del personal de los aeropuertos, que se puede calificar de “maltrato” por la manera en que lo zarandean, cargan y lanzan, tanto en origen como en destino. Los usuarios agradecerían que sus cosas personales sean mejor tratadas por parte de aerolíneas y aeropuertos, a fin de cuentas han pagado por ello.
Hacer una foto de la maleta con el móvil antes de facturarla puede servir a la hora de reclamar por la pérdida o el deterioro de la misma
El control de seguridad y de vacunación
Desde los atentados del 11-S en 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y otros objetivos de Estados Unidos se incrementaron los controles de seguridad en los aeropuertos, a los que ya nos hemos acostumbrado. Ahora se añaden los requisitos de vacunación contra la Covid 19, que cambian en cada destino (y que hay que comprobar antes de viajar). ¿La gran paradoja de la seguridad tras el 11S? Que no se pueda pasar el control con una botella de plástico y después, en la zona de tiendas posterior al control, es posible comprar una de cristal, o varias, u otras muchas cosas susceptibles de ser usadas como elementos de peligro. A lo que se añade que en algunos vuelos los pasajeros de Clase Business disfrutan de cubiertos de metal para sus comidas…
La batalla del equipaje a bordo
Si hemos decidido no facturar, empieza otra aventura. Chequear que las medidas de nuestra maleta son las que admite la aerolínea (varían según qué compañía), comprobar que está permitido además un equipaje de mano (lo marca el billete que hemos adquirido) y ¡encontrar hueco en el maletero superior del avión! En muchos vuelos de corto radio la mayoría de pasajeros lleva la maleta a bordo, pero no hay igual número de huecos que de asientos para una maleta o trolley de cabina. Hay que situarse bien en la cola de embarque para no encontrar todo el espacio ocupado y que nos lleven la maleta a bodega.
El control de pasaporte y la pérdida de conexiones
Una vez aterrizado en destino, llega el control de pasaporte, que puede significar otra cola interminable, con el cansancio acumulado por las muchas horas de vuelo. Algo que puede llegar a niveles de ansiedad máxima si hay que conectar con otro vuelo en ese mismo aeropuerto, cuya pérdida significa que nos quedamos atrapados, y que nuestro equipaje sigue, pero nosotros no. Solamente se podrá reclamar si se pierde un vuelo por el retraso de otro, y siempre que esté contratado bajo el mismo número de reserva. Para una posterior reclamación a la aerolínea por haber perdido la conexión, es necesario guardar la documentación de viaje. Según el portal reclamatuvuelo.com, si se pierde un vuelo con escala, hay que ir inmediatamente al mostrador de la compañía aérea en el aeropuerto para solicitar vuelo alternativo, y si el vuelo ofrecido sale al día siguiente, la aerolínea deberá prestar la asistencia correspondiente (manutención, alojamiento y transportes entre el aeropuerto y el alojamiento).
Solamente se podrá reclamar si se pierde un vuelo por el retraso de otro, y siempre que esté contratado bajo el mismo número de reserva
La cancelación del vuelo y el overbooking
El punto máximo de estrés: llegar al aeropuerto y comprobar que el vuelo ha sido cancelado, o más aún, llegar a la puerta de embarque y que este se deniegue por “overbooking”. ¿Es legal que las aerolíneas vendan más billetes que plazas tiene el avión? Sí, es una práctica comercial legal, que está permitida en la Unión Europea y regulada por el Reglamento CE nº 261/2004. ¿Cuál es el criterio para dejar fuera a un pasajero? La aerolínea debe compensar al pasajero que deja fuera. Primero preguntará por voluntarios que accedan a perder el vuelo, a los que ofrecerá reembolso del billete, transporte alternativo, manutención etcétera, pero estos no podrán reclamar indemnización. Si el pasajero no es voluntario, a todo lo anterior puede añadir una indemnización. En ambos casos conviene dejar todo por escrito. Según el portal reclamador.es, si te quedas sin plaza en el avión por un overbooking, tienes derecho a reclamar hasta 600€ de indemnización. En cualquier caso, el viaje, el sueño, se abortó.
Aviones cada vez más incómodos
Desde hace unos años las aerolíneas buscan la “eficiencia” en sus aviones, lo que se ha traducido en hacerlos más incómodos para los pasajeros (excepto para quienes puedan permitirse contratar las clases Business o Superior). Un estudio señalaba algunas maneras por las que las aerolíneas consiguen que viajar en avión sea cada vez más incómodo, entre ellas la eliminación de baños o hacerlos más pequeños e instalar asientos que no pueden reclinarse, con menos espacio para las piernas y con reposabrazos también más pequeños. Airbus llegó a presentar una patente de un asiento sin bandejas, reposacabezas ni reposabrazos, que finalmente no se instaló, pero la idea estaba ahí.
Si viajar es un placer, coger un avión ya no lo es. La necesidad de viajar, de cumplir el sueño de descubrir el mundo y emocionarse con nuevas experiencias únicas en la vida es la baza que aprovechan aerolíneas y aeropuertos para optimizar sus ingresos a costa del sufrimiento de las personas. ¿Hasta cuándo?