Seis de los pueblos medievales más bonitos de España están en Aragón, según ‘National Geographic’
Aragón sigue recibiendo elogios por parte de publicaciones de renombre y conquistando a sus lectores, gracias a su rico y variado patrimonio, espectaculares paisajes naturales y pueblos con encanto. En marzo de 2022, el periódico francés Le Monde situó a Riglos entre los destinos favoritos para visitar, y en 2021 el castillo de Loarre fue elegido el más bonito de España por los seguidores de la cuenta de Instagram Lonely Planet, colándose también entre los 15 más bonitos del mundo, según National Geographic. Por su parte, el comparador británico Uswitch situó a Albarracín como uno de los pueblos más bonitos de Europa. Además, el Parque Nacional de Ordesa, que también ha sido elegido como lo mejor de Aragón por los seguidores de Lonely Planet España, se impuso el año pasado al Parque Nacional de Aguas Tuertas como lo mejor de los Pirineos.
En esta ocasión, la anteriormente mencionada publicación National Geographic ha seleccionado seis pueblos medievales aragoneses entre los 30 más bonitos de España. Hermosas localidades de calles empedradas y, a menudo, prominentes cuestas, en las que parece que el tiempo se ha detenido. Se trata de los pueblos de Daroca y Sos del Rey Católico, en la provincia de Zaragoza, Albarracín y Valderrobres en Teruel, y las oscenses Alquézar y Aínsa. De ellos, tres (Albarracín, Alquézar y Aínsa) forman parte de la selección de ‘Los pueblos más bonitos de España‘, en la que Aragón cuenta con un total de 13 localidades.
Valderrobres
Este pueblo turolense atrae a propios y ajenos por su inigualable paisaje, constituido por los puertos de Beceite y el río Matarraña, pero también por su impresionante casco histórico de carácter medieval. Entre las paredes y caminos de piedra de Valderrobres, destaca un Puente de Piedra, las murallas del siglo XIV y el torreón del Portal de San Roque que cerraba el acceso principal a través de este puente, con un arco de medio punto y una hornacina con la imagen del patrón de la localidad.
Según, National Geographic durante la estancia en este espectacular enclave no hay que dejar de visitar «el Ayuntamiento de estilo manierista, la iglesia de Santa María la Mayor (sigo XIV) y los vestigios de un antiguo Castillo gótico».
Sos del Rey Católico
En la comarca zaragozana de las Cinco Villas, se encuentra Sos del Rey Católico, un pueblo cuyo encanto se ha podido mantener a lo largo del tiempo gracias al aislamiento que vivió en determinados puntos de la historia. Su nombre se debe al nacimiento en 1452 del futuro esposo de Isabel de Castilla y, sus calles esconden «edificios muy bellos de la arquitectura civil aragonesa del siglo XVI». Al pueblo se accede por un portalón que conduce a la Plaza de la Villa, y un pasadizo abovedado conduce a la iglesia de San Esteban, de aspecto fortificado y adosada a una torre del antiguo bastión. Otros monumentos de interés son el Palacio de la Seda, que hoy aloja un Parador de Turismo, la iglesia de San Martín de Tours, de factura tardorrománica, y varias ermitas dispersas por los alrededores.
Daroca
Esta villa zaragozana, que tiene en su famosa muralla a su valor más reconocible, ha sabido mantener su marcado sabor medieval con el paso del tiempo, por ello bien merece una visita, que puede realizarse incluso en el día desde la capital aragonesa, de la que la separan 83 kilómetros. Además de pasear por la muralla, con cuatro kilómetros de recorrido, es fundamental conocer la Colegiata de Santa María, que custodia los famosos Corporales y alberga además el Museo Diocesano. La publicación destaca que sus torres, que dan la bienvenida al viajero, pueden presumir de ser de las más bellas de la península.
Otra de las cosas que nadie deja pasar cuando visita la localidad es la pastelería Manuel Segura. Y si se dispone de tiempo, dejarse caer por Anento, un pequeño pueblo que figura en la lista de los más bonitos de España.
Albarracín
La localidad turolense es uno de los mayores focos de atracción turística de Aragón. Visitantes nacionales e internacionales pasen por sus calles en cualquier época del año, atraídos por las callejuelas de su casco histórico, edificios históricos, museos y un entorno natural de gran belleza con el Parque Cultural de Albarracín y el Espacio Protegido de los Pinares de Rodeno. National Geographic recomienda pasear la muralla que rodea al municipio (la fotografía es de postal) y detenerse en la Plaza Mayor y la calle de la Catedral.
Alquézar
De belleza también sabe mucho esta localidad del Somontano, ubicada en el corazón del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, cuyo pasado medieval se refleja claramente en su plano irregular y calles estrechas. Declarada conjunto histórico-artístico, combina una estampa de cuento con turismo de aventura, hotelería ‘chic’ y una variedad gastronómica de altura. La publicación destaca su castillo-colegiata de Santa María, uno de sus principales tesoros, y las impresionantes vistas que ofrece del pueblo y su entorno, el mirador de la villa.
La plaza mayor (o la de Rafael Ayerbe) o la iglesia de San Miguel también son objeto de visita. Junto al imprescindible paseo por sus calles, quien llega a Alquézar no se puede ir sin recorrer las pasarelas sobre el Vero, que rodea la localidad. Una ruta por la naturaleza apta para disfrutar en familia por el interior del cañón del río.
Aínsa
National Geographic también destaca este bello rincón del Pirineo que sirve de puerta de entrada al Parque Nacional de Ordesa. Su casco antiguo es uno de los mejor conservados, declarado conjunto histórico-artístico en 1931. La plaza Mayor, epicentro de la actividad cultural de la localidad, es la máxima expresión del pasado medieval de esta villa, una de las más visitadas de la provincia de Huesca. Otros de los puntos turísticos más importantes de la ciudad son la Iglesia románica de Santa María y las murallas del castillo. Entre su rica oferta gastronómica, Aínsa puede presumir de contar con un restaurante con estrella Michelin: Callizo.
Sus alrededores ofrecen, además, diferentes posibilidades para practicar deportes de aventura, como rafting o barranquismo en la zona del Cañón de Añisclo o escalada.
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