Viajes

Samarcanda, la mágica ciudad de ‘Las mil y una noches’

La ciudad de Las mil y una noches, un punto clave en la Ruta de la Seda, un cruce de culturas, la perla de Oriente… Samarcanda, la segunda urbe más grande e importante de Uzbekistán no deja indiferente a quien la pisa. Con más de 2.750 años de historia, descubrir todos sus tesoros es una experiencia mágica.

Desde el corazón de la ciudad, la Plaza Registán, se extiende un laberinto de callejuelas marcado por las cúpulas azules, las mezquitas y, sobre todo, un ambiente de leyenda. No es de extrañar que con todos estos elementos Samarcanda se haya consolidado como un popular destino de moda para quienes busquen un viaje exótico y fuera de lo común.

Un lugar único en el mundo

Cuenta la leyenda que, en la antigua Persia, la joven Sherezade, hija del visir del rey Shahriar, le contaba cada noche una historia de fantasía al monarca antes de ir a dormir. Así fue durante mil y una noches, en las que fue narrando aventuras como la de Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Alí Babá y los cuarenta ladrones. Esa es la estructura base del recopilatorio de cuentos ‘Las mil y una noches’ y la ciudad protagonista en muchos de ellos no es otra que la fastuosa Samarcanda.

Ese toque legendario pervive en sus calles a día de hoy. Tan solo hay que admirar las imponentes construcciones que se alzan en la Plaza Registán para darse cuenta de que estamos pisando un lugar único en el mundo. Este centro neurálgico «es un buen ejemplo de la planificación urbana en Asia Central», destacan desde el Centro Nacional de Turismo de Uzbekistán.

Traducido como «plaza de arena», este lugar cuenta con tres impresionantes edificios: las madrazas Ulugbek, Tillya-Kori y Sherdor. Durante muchos siglos, estas fueron «importantes instituciones educativas donde estudiaron eminentes filósofos y teólogos», explican. Sus magníficos diseños responden al estilo tradicional de Asia Central, con una fachada principal marcada por un gran portal coronado por un arco de flecha.

Más de 2.750 años de historia

Samarcanda arrastra siglos de historia a sus espaldas. La perla de Oriente no solo fue en su día un punto clave en la conocida Ruta de la Seda, sino que tiene prácticamente la misma edad que otras antiguas capitales del mundo como Roma, en Italia, o Nankín, en China. «El pico de la prosperidad de la ciudad recae en el reinado de Amir Timur, conocido como Tamerlan, y sus descendientes», cuentan. En ese entonces Samarcanda se convirtió en la capital de su Imperio y posteriormente en el «centro de la ciencia mundial«.

Bajo el mandato de Tamerlán, se levantaron espectaculares edificios, pero el más destacado de todos, y uno de los mejor conservados de la ciudad, es su propio mausoleo, conocido como Gur-e Amir. La armonía de sus proporciones es digna de contemplar, al igual que sus paredes abovedadas cubiertas de mosaicos y su cúpula acanalada. Es tal la belleza del lugar que el mausoleo sirvió como modelo e inspiración para la construcción de otra de las tumbas más famosas del mundo: el Taj Mahal.

Otro de los mausoleos que yerguen imponentes en la ciudad es el de Rukhabad. Este se alza sobre la tumba de teólogo islámico Sheikh Burhaneddin Sagaradzhi, quien contribuyó significativamente a difundir la religión musulmana.

Un mar de mosaicos azules

En un paseo por las calles de Samarcanda es inevitable ir topándose con más joyas arquitectónicas de cúpulas doradas y paredes de mosaicos. Otro de los edificios más grandiosos de la ciudad es la Mezquita Bibi Khanum, construida en honor a una de las mujeres de Tamerlán. Se trata de la mayor mezquita de toda Asia Central y «hasta 10.000 personas pueden rezar al mismo tiempo en su patio de 5.000 metros cuadrados», señalan.

Junto al templo, se abre paso el Bazar de Siab, donde podemos encontrar una gran cantidad de frutos secos y dulces tradicionales. El mercado Siyob es otro de los imprescindibles si queremos hacernos con alguna artesanía o probar algunos platos de la gastronomía local. Sin duda, los mejores lugares donde sumergirnos en la verdadera esencia de Uzbekistán.

Pero una visita a Samarcanda no estaría completa sin adentrarnos en la espectacular Necrópolis Shah-i-Zinda. Este conjunto de mausoleos y tumbas se empezó a formar hace nueve siglos a partir de la tumba de Kus-Ibn Abbas, «un primo del profeta Mahoma que llegó a Samarcanda en el siglo VII y difundió el islam», explican.

Apúntate a la newsletter y recibe en tu correo las mejores propuestas para viajar por el mundo.

Mostrar más

Deja una respuesta

Botón volver arriba