Deportes

Ricardo Ten: «Llegar a mis séptimos Juegos sería increíble»

Ricardo Ten (Valencia, 1975) tuvo que aprender siendo muy niño el significado de la palabra resiliencia. Un accidente le enseñó a reinventarse y, desde entonces, no ha parado de hacerlo. Ganó tres oros, una plata y tres bronces en cinco Juegos Paralímpicos como nadador, pero perdió la ilusión, la motivación, las ganas. Fue el ciclismo el que le ayudó a recuperar ese brillo en sus ojos y a colgarse un bronce en Tokio. Tras un año sobresaliente y antes de ir en busca de sus séptimos Juegos, el deportista recoge el Premio AS Paralímpico.

—¿Qué balance hace del año?

—Este 2022 ha sido fantástico. Sigo evolucionando. Esta era mi quinta temporada como ciclista y estoy muy contento porque los resultados han sido increíbles. Conseguí ser campeón de Europa (en ruta) y el maillot arcoíris tanto en carretera como en pista. Ha sido algo difícil de superar.

—¿Cómo recuerda ese triunfo en el Mundial en ruta de Baie-Comeau (Canadá)?

—Preparamos esa cita con mimo. Hicimos una concentración en Sierra Nevada de casi un mes para entrenar en altura. Me centré en la crono, pero fue una lástima porque sufrí un pinchazo durante la prueba. Me pude resarcir en la ruta.

—Y en el velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines (Francia) confirmó su otro reinado mundial… ¡El de pista!

—Sí. Y eso que, tres semanas antes, tuve una caída en la concentración en Valencia. Me hice bastante daño en el hombro. Al principio pensé que se había acabado la temporada, pero conforme pasaban los días me fui recuperando. Llegué al Mundial y logré tres oros, una plata, un récord del mundo… Aunque no estaban Rusia y China, donde tengo rivales directos que en los Juegos de Tokio estuvieron por delante de mí. Lo disfruté muchísimo.

—Este no ha sido su primer ‘doblete’ en mundiales…

—También lo hice en 2019. Me salió una temporada fantástica, que creía que no podría superar y hemos conseguido mejorar aquellos resultados.

—¿Dónde se encuentra más cómodo: carretera o pista?

—He ido evolucionando. Cuando cambié de disciplina, me sentía más a gusto en la pista. Se asemejaba a la natación. Son esfuerzos intensos, pero breves y hacer series luchando contra el crono. Con el tiempo me he amoldado a las pruebas de ruta. Se me da muy bien leer las carreras, ver cuál es la escapada buena… Disfruto con ese componente táctico ya que, en ciclismo no siempre gana el más fuerte, sino el más hábil.

—Es importante lo mental…

—La natación me ha dado esa fortaleza mental. Estás en un entorno cerrado, que no te permite comunicarte, viendo siempre la misma raya en el suelo… Y eso me sirvió luego para el ciclismo.

—¿Se imaginó llegar a este rendimiento sobre la bici?

—¡Qué va! ¡Ni mucho menos! Para mí el ciclismo no era ningún desconocido. Antes de practicar natación, ya salía con mis amigos en bici. En Valencia era mi medio de transporte para ir a entrenar a la piscina. En pretemporada hacía triatlones… Cuando decidí colgar el bañador tenía la incertidumbre de dónde estaría mi nivel en ciclismo. Mi sorpresa fue mayúscula porque era muy bueno y me adapté enseguida.

—Dejó la natación porque perdió la ilusión tras ganar todo.

—Fue una mezcla de todo. Cada vez te cuesta más seguir consiguiendo resultados, la motivación no es la misma… La ambición baja y la gente joven viene apretando mucho. La bici fue mi aliciente. Me sentí competitivo y recuperé ese brillo en los ojos. Disfruté de nuevo.

—Los de Tokio fueron sus sextos Juegos, pero los primeros en ciclismo. ¿Cómo los vivió, siendo además abanderado?

—La experiencia en estos grandes eventos hace mucho. La primera vez que compites en unos Juegos, si no estás mentalmente preparado, puede sobrepasarte. Ese aspecto lo tenía bajo control. La lástima fue no haber podido rematar con una medalla a nivel individual ya que sí la conseguimos (de bronce) en equipos. Mis compañeros me insistían en que lo tenía hecho… pero la experiencia me decía que en los Juegos siempre hay cosas que se salen de lo normal. Allí nos enteramos de que pusieron en mi categoría a un deportista que en C2 tenía unos resultados destacables. Fue mala suerte.

—De ir a París 2024 serían sus séptimos Juegos con 49 años.

—¡Sería increíble! Por salir a ganar no va a ser, pero también soy consciente de que la edad es un hándicap. Vamos paso a paso. Mientras me siga sintiendo competitivo, continuaré.

—¿Se plantea que puedan ser ya los últimos?

—Por supuesto, soy muy consciente. Lo que pasa es que en el mundo paralímpico, en las categorías inferiores, como la mía, prolongamos más nuestra edad competitiva. Se trata de discapacidades muy severas y es más difícil que salga gente potente. Vamos a aprovecharlo.

—Hábleme de Glasgow 2023.

—Es algo muy especial para el deporte paralímpico. Se ha organizado un Mundial multidisciplinar de ciclismo del 3 al 13 de agosto. Las pruebas de ciclismo adaptado se integrarán en el programa del ciclismo convencional. Te puedes imaginar lo que supone para nosotros competir con ciclistas a los que admiras en el velódromo… Será muy bonito.

—¿Cómo ha visto la evolución del deporte paralímpico desde sus comienzos en los 90?

—Yo debuté con la selección, a nivel internacional, en el 95. Las cosas han cambiado. Antes era un deporte amateur y teníamos sólo el apoyo de nuestro entorno. Ahora si no te dedicas a esto en exclusiva es imposible obtener resultados. Además, estamos en el camino de la plena integración. Eso puede animar a más gente con discapacidad a que practique deporte. Es una herramienta bestial de integración porque el deporte no es sólo competición. Es lúdico, social…

—Con 8 años, se electrocutó y le cambió la vida…

—Después del accidente fue un drama muy grande para mi familia. No queda otro remedio que adaptarte a tu nueva situación y siempre he tenido la suerte de sentirme muy arropado por mi entorno. El deporte fue una herramienta importante para sentirme uno más, que era lo que buscaba con mis compañeros de clase, mis amigos… Si ellos jugaban a algo, yo también lo intentaba y se me daba bien. Cuando descubrí que podía competir no lo dudé. El deporte me lo ha dado todo. Ese momento tan dramático y terrible me ha convertido en la persona que soy, me ha dado la oportunidad de conocer el mundo…

—¿Ha evolucionado la percepción de la discapacidad?

—Mucho. No tiene nada que ver con la de antaño. Hoy en día a los deportistas paralímpicos se nos ve más como deportistas que como personas con discapacidad que practican deporte. Eso es un gran paso. Gracias a internet tenemos más visibilidad y la gente ve que eres una persona diferente, pero llevas una vida normalizada como ellos. Tienes sus mismos problemas.

—Cuando empezó tuvo que trabajar de contable, ahora vive del deporte y es coach. ¿Qué mensaje transmite?

—Comparto mis vivencias y los valores que he adquirido con el deporte. Se trata de enseñar a la gente que la vida no es un camino de rosas, que hay trabas, pero que con una actitud positiva podemos disfrutar muchísimo de ella. Si nosotros hemos podido, ellos también.

—La resiliencia…

—Eso es. Debes aprovechar esos momentos difíciles para reinventarte.

—Es futbolero, ¿no?

—¡Por supuesto! (risas). Soy del Levante y estamos intentando subir a Primera. Me siento muy identificado con el club. Lo ha pasado mal, estuvo a punto de desaparecer, pero a base de esfuerzo se ha convertido en una entidad ejemplar. No gana títulos, pero hace cosas enormes, dándole la oportunidad a todo el mundo para que practique deporte, sea cual sea su condición. La afición siempre me muestra su cariño. Por eso, comparto mis éxitos con ella en el Ciutat.

Mostrar más
Botón volver arriba