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¿Quién fue Alfonso de Portago? El primer español que logró un podio en F1 con Ferrari

«Si muero mañana habré vivido 28 maravillosos años”, aseguró Fon de Portago en una entrevista a principios de mayo de 1957. El 12 de ese mismo mes perdía la vida, junto a su copiloto y amigo Edmund Nelson y una decena de espectadores, tras un accidente a 250 km/h en la XXIV edición de la Mille Miglia a su paso por Guidizzolo, a cuarenta kilómetros de la meta.

Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton (XI marqués de Portago, XIII conde de la Mejorada y Grande de España) nació en Londres el 11 de octubre de 1928 en el seno de una familia de la más alta alcurnia y de mayor prestigio de España: era descendiente de Nuñez Cabeza de Vaca, descubridor de Florida; apadrinado en el bautismo por el rey Alfonso XIII; nieto de Vicente Cabeza de Vaca, alcalde de Madrid; e hijo de Olga Leighton, irlandesa y una de las mujeres más ricas de Norteamérica ya que que había heredado una inmensa fortuna tras enviudar de su anterior esposo, uno de los fundadores del HSBC (The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation); y Antonio Cabeza de Vaca, actor de cine y héroe condecorado por el bando Nacional de Franco tras la Guerra Civil. ¿Su acción? Hundió un submarino republicano al que llegó nadando hasta una de sus escotillas e introdujo una bomba casera en su interior llevándolo a pique.

Nada en la infancia de Alfonso fue comparable a sus coetáneos en nuestro país, incluida la libertad que siempre le rodeó en gran medida por la falta de su padre fallecido de un paro cardiaco en la ducha cuando Fon contaba con doce años. Vivió con todo tipo de lujos entre las propiedades que su familia tenía en España, Francia, Italia, Gran Bretaña, EE UU… Era gran jugador de tenis, de golf, de polo, experto nadador y esquiador, fantástico jinete ecuestre de obstáculos, lo que le llevó a participar en dos ediciones del ‘Grand National’ y ganar más de cien carreras… y cuarto en los JJ OO de Invierno de 1956 en Cortina D’Ampezzo junto a Luis Muñoz Cabrero en bobsleigh a dos. Catorce centésimas les separaron del bronce que fue para el equipo de EE UU. Además, con el añadido de su primo Vicente Sartorius y de Gonzalo Taboada y Martínez de Irujo fueron novenos en bobsleigh a cuatro. Gestas deportivas que unía a locuras siempre viculadas a las mujeres o al riesgo, como cuando ganó 5.000 dólares en una apuesta tras pasar con una avioneta por debajo del puente de Londres con 17 años en una acción temeraria.

Reconocido ‘playboy’ de la época, triunfó en el automovilismo hasta el punto de ser piloto oficial de Ferrari (donde cobraba 40.000 dólares anuales de la época) o Maserati y logró el primer podio de la F1 para un piloto de nacionalidad española (antes de De la Rosa, Alonso y Sainz) al ser segundo en el GP de Gran Bretaña de 1956 junto a Peter Collins… y sólo superados por un tal Juan Manuel Fangio. “Llega un momento en que el dinero te aburre y ni siquiera las mujeres te sacian ya. En ese momento descubres una droga que se convierte en todo para ti, esa droga se llama riesgo”, reza como una de sus frases que le han sobrevivido. Sin embargo, precisamente las conquistas femeninas fueron una de sus grandes debilidades («hacer el amor es lo más importante que hago cada día») y la leyenda negra de su fatal accidente la considera la principal causa del triste final.

Barba de dos o tres días días, 180 centímetros de altura y atlética complexión física, pelo largo para la época, cigarro adherido a los labios y chaqueta de cuero eran los signos de identidad de un hombre de pocas palabras y modales exquisitos que podía alojarse en el mejor hotel de la ciudad o tumbarse a dormir en un banco de cualquier parque. O decidir pintar de negro un Ferrari 750 MM… con una brocha de pintar paredes. Piloto algo alocado, pero con grandes cualidades técnicas y valentía convenció con su rendimiento a Enzo Ferrari que fue el que confío directamente en él tras demostrar sus dotes como ‘gentleman driver’ y piloto oficial de ‘sports car’ en un mundo difícil al que llegó de la mano de Luigi Chinetti y Edmund Nelson.

Su muerte, tras la que recibió el sobrenombre del ‘James Dean’ español, reunió todos los tintes dramáticos que el mejor guionista de Hollywood habría podido imaginar. En 1957 mantenía una relación sentimental consolidada con la artista mexicana Linda Christian, exmujer del actor Tyron Power, primera chica Bond (‘Casino Royale’) y madre de la cantante italiana Romina Power. Portago fue reclutado por Ferrari para correr la Mille Miglia, una prueba en carretera abierta sin excesiva seguridad que se hacía sin parar con el recorrido Brescia-Roma-Brescia.

El aristócrata conduciría un Ferrari 335S, con Nelson como copiloto, y dorsal 531 (su hora de salida). Y la noche anterior dejó escrita una carta a su amada, que decía: “Como ya sabes amor no quería correr, pero Enzo Ferrari me ha obligado a hacerlo. Ojalá me equivoque, pero tal vez vaya a una muerte temprana. No me gustan las Mille Miglia, por mucho que uno entrene y memorice el trazado es casi imposible recordar cada una de las curvas del recorrido y un mínimo error del piloto puede matar cincuenta personas ya que no se puede evitar que los espectadores se amontonen en las rutas».

Precisamente, según cuenta la leyenda, Portago y Christian decidieron plasmar su amor cuando el piloto llegara a una confluencia de calles en Roma en plena competición. Alfonso frenó el coche y ambos se fundieron en un largo beso de despedida… que la prensa transalpina bautizó después de la fatalidad como el ‘beso de la muerte’. Tras acelerar de nuevo el vehículo parece que tocó con la rueda delantera en un bordillo y dobló ligeramente uno de los brazos de la suspensión. En una de las últimas paradas fue advertido de dicha circunstancia por un mecánico, pero el español decidió seguir ya que iba a segundo y optaba al triunfo.

A la entrada de Guidizzolo, a 250km/h reventó el neumático delantero desequilibrando el Ferrari y haciéndolo derrapar. Se salió de la carretera, despegó y voló hacia una zona de árboles donde muchos espectadores se resguardaban del sol y veían la competición. Portago murió al instante con 28 años, al igual que su copiloto Nelson, de 42, y una decena de aficionados entre los que se encontraban cinco niños de corta edad. La tragedia, que también dejó 30 heridos de diversa consideración, propició que el Gobierno italiano cancelara para siempre la carrera de carretera más importante del mundo tal y como se disputaba.

Portago fue el primer español en Ferrari F1, después llegaron Marg Gené y Pedro de la Rosa como probadores y Fernando Alonso como piloto oficial. El asturiano superó con creces los éxitos del pionero con victorias y subcampeonatos del mundo. En 2021 llegó el turno de Carlos Sainz, un más que digno heredero del talento y la valentía de uno de los hijos no biológicos que Enzo Ferrari acogió para dar gloria y lustre a la mítica ‘Scuderia’.

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