Pueblos de España fresquitos para descansar bien en el mes de agosto
Zumaia (Guipúzcoa)
Para los que quieren ver el mar, pero no pasar calor, este pueblo de la costa de Guipúzcoa es perfecto. Lógicamente, agosto es el mes más caluroso del año, pero esto no quiere decir que se pase un calor excesivo. Durante el día rara vez superan los 24 grados y por la noche disfrutan de unos agradables 17 grados. Sin duda las cifras ideales para no olvidarnos de que estamos en verano.
En Zumaia no hay que ser muy friolero para poder bañarse en sus playas, ya que el agua no suele superar los 20 grados. Para que puedas comparar, en el Levante alicantino la media de este mes es de 26 grados. Además de su preciosa playa y su encantador centro urbano, uno de los motivos que puede decantar la balanza hacia Zumaia son sus flysch. Se trata de una formación rocosa, muy típica de otras regiones como Irlanda, en la que parece que han pasado un rastrillo enorme por la roca. Parte de estas rocas se adentran en el mar y con la bajada de la marea dejan un paisaje precioso y muy diferente.
Griegos (Teruel)
La provincia de Teruel acapara las temperaturas mínimas durante todo el año, por lo que no es de extrañar que este pequeño pueblo tenga el título de ser el más frío de España en verano. En esta época la media es de unos 13 grados, por lo que damos por hecho que por la noche pueden bajar de 9 fácilmente. Ser el segundo pueblo más alto, con más de 1.600 metros sobre el nivel del mar, ayuda a que estas temperaturas sean algo habitual.
Y bien descansados, durante el día se puede descubrir la preciosa sierra de Albarracín y el pueblo que lleva su nombre, uno de los más bonitos de España. Pasear por las calles empinadas de casas rojizas de Albarracín es un viaje en el tiempo a la época del medievo. Es necesario hacerlo sin prisa, apreciando cada rincón y cada detalle de las fachadas, hasta llegar a su Plaza Mayor o hasta sus murallas, reconocibles a la distancia por su color. También cerca de Griegos podrás visitar Dinópolis, una opción que nunca falla si viajas con niños.
Ezcaray (La Rioja)
En este caso viajamos a La Rioja, muy cerquita de su límite con Burgos. Sus temperaturas habituales en el mes de agosto son unos 25 grados de máxima y unos 11 de mínima. Es decir, noches de manta y días de buscar el sol. Ezcaray también está a una altura considerable, en esta ocasión en la parte alta del valle del Oja.
A su alrededor hay lugares muy interesantes para visitar, como Santo Domingo de la Calzada. Pero también hay que decir que Ezcaray tiene tanto encanto que no es necesario salir si no quieres. Fue nombrada “Primera villa turística de La Rioja» y eso ya es un buen anuncio de lo que se puede encontrar. Su centro conserva la arquitectura tradicional, en la que las vigas de madera se dejan a la vista. Junto a sus balcones repletos de flores, las calles de Ezcaray son el lugar perfecto por el que pasear en los días de más calor.
Cercedilla (Madrid)
Las grandes ciudades con mucho asfalto y tráfico son los lugares de los que todo el mundo huye en estas fechas. En Madrid lo saben bien, pero tienen la suerte de poder escaparse al Puerto de Navacerrada. En menos de una hora de trayecto la temperatura puede descender diez grados. En Cercedilla, el día regala temperaturas suaves para poder disfrutar de rutas de senderismo por sus alrededores mientras que por la noche sus habituales 17 grados son el mejor regalo para dormir a pierna suelta sin ventiladores, aires acondicionados o ventanas a calles ruidosas. Los días más calurosos son la excusa perfecta para acercarse hasta las piscinas naturales las Berceas. Es un recinto totalmente acondicionado cuya particularidad es que el agua proviene directamente de los arroyos de la zona. Agua fresquita rodeada de pinares y una amplia explanada en la que pasar el día.
Bellver de Cerdanya (Lérida)
En la provincia de Lérida, entre Puigcerdá y Seo de Urgel, encontramos este encantador pueblo medieval. Aquí los días sí suelen ser más calurosos, aunque al caer el sol la temperatura cae de forma drástica y rara vez se superan los 10 grados. Aun así, hay una solución para los días de calor: visitar alguna de las muchas iglesias románicas de la zona, donde ya se sabe que siempre se está mucho más fresco.
Ya al caer la tarde, se puede pasear por el centro de este pueblo medieval, en el que sus casas de piedra se suceden entre empinadas cuestas. Un motivo más para desplazarse hasta allí en agosto es la Fira de Sant Llorenç, que se celebra cada 10 de agosto. En el mercado de productos alimentarios artesanos del Pirineo se citan comerciantes que ofrecen sus productos artesanos, entre los que destacan sus quesos, embutidos, miel, dulces y algunos licores. Sin duda, el lugar indicado para ese festín gastronómico que hay que darse en vacaciones. Por cierto, la oferta de casas rurales es tan amplia como variada.