Nino Buscató: «Jugué al baloncesto porque me lesioné en el fútbol»
Pese a llamarse Josep Buscató (Pineda de Mar, 1940) todo el mundo le conoció como Nino. Pese a ser panadero, todo el mundo le reconoce por haber sido durante dos décadas el jugador que más veces vistió la camiseta de España. Alero, escolta y base, era un “amateur compensado”, como él mismo se define, un jugador distinto en un baloncesto muy diferente.
¿Qué supone para usted ingresar en el Hall of Fame?
Para mí es un reconocimiento no tanto a mí personalmente sino a un grupo de jugadores que contribuyeron mucho a que el baloncesto se fuera desarrollando como un deporte importante. Fuimos los que relanzamos el básquet al nivel de lo que es hoy.
¿Se consideran unos pioneros?
Pioneros tampoco, porque antes hubo unas generaciones que consiguieron muchas cosas, que ya hicieron carrera en los 40. Ellos sí que fueron los pioneros, nosotros seguimos un poco su línea y conseguimos que el basket fuera subiendo escalones.
¿Se imaginaba cuando jugaba que el baloncesto español llegaría a donde está hoy?
No, piense que nosotros éramos jugadores amateur, que no nos podíamos dedicar profesionalmente. A partir de ahí vimos que cada vez este deporte iba creciendo más. Las generaciones que han venido detrás nuestro han ido mejorando nuestro deporte. El baloncesto español actual es de los mejores del mundo. Tampoco me lo imaginaba. Eso dice mucho de lo bien que ha trabajado todo el mundo del básquet, jugadores, equipos, federaciones… Al convertirse en un deporte profesional, lógicamente, mejoró mucho. Solo podemos sacarnos el sombrero ante el baloncesto español.
Quién le iba a decir a usted que España ganaría todo lo que ha ganado…
Esto es como las añadas de los vinos, que las buenas vienen en uno o dos años. Tuvimos la suerte de que coincidieran los Júniors del 99, que fue una generación espectacular. Llevaron el baloncesto a otro nivel, siguieron nuestra estela pero hasta cotas tan altas que nunca esperamos. Lo que ha conseguido esta generación es increíble. El baloncesto español está en un punto que nadie podía imaginar, ni los pioneros de los años 40.
Usted trabajaba cuando jugaba…
Yo y todos compaginábamos trabajo o estudios con el básquet. Te compensaban con pequeñas cosas, una ayuda económica porque cuando ibas a la Selección había que cubrir tu puesto de trabajo con otra persona. No se podría vivir del baloncesto. Éramos, como me gusta decir, amateurs compensados. Sin embargo ir a la Selección era algo muy bonito. Te hacías un nombre y tu club estaba contento.
¿A qué se dedicaba usted?
Yo trabajé de panadero. En casa éramos panaderos. Compaginé el trabajo con estudios y el baloncesto. No fue fácil. Yo tenía que trabajar cada día, llevar un jornal a casa. Era algo fundamental. Con suerte y esfuerzo, entre trabajo, estudios y baloncesto, me abrí camino en la vida. Tuvimos que hacer un esfuerzo muy grande pero no sólo yo, sino todos los jugadores de la época.
¿Recuerda su primer contacto con el baloncesto?
Empecé a jugar en Pineda de Mar, mi pueblo, donde disputábamos unos campeonatos escolares. Jugábamos a cuatro deportes, fútbol, baloncesto, balonmano y atletismo, entre los diferentes pueblos de la comarca. Competíamos una vez al año en unos juegos comarcales. Yo practicaba los cuatro deportes.
¿Por qué se decantó por el baloncesto?
Mi madre me dijo que tantos deportes no, que me decidiera. Me decanté por el baloncesto porque sufrí una lesión jugando a fútbol y en casa me dijeron que eligiera un deporte en el que no me lesionara tanto. Y escogí el baloncesto. A los 15 años ya estaba jugando en el sénior del Pineda. Pasé de jugar en el colegio al sénior.
Debía ser usted un jugador especial para dar un salto tan grande.
Bueno, cuando tenía 15 años apareció un entrenador que creyó en mí. Para mi fue una sorpresa que me quisieran en el primer equipo. Piense que el Pineda ya jugaba contra el Barça o el Joventut. Contra los equipos punteros.
Y a los 17 se marchó usted al Barça.
Vinieron a buscarme el Barça y el Joventut, sí.
¿Por qué eligió el Barça?
Bueno, piense que no dependía solo de mí, tenía 17 años por lo que también era una decisión de mis padres. Fui al Barça porque la persona que vino a buscarme, Antoni Palés (responsable del baloncesto azulgrana en el 57), era un tratante de harinas que conocía a mi abuelo. Mis padres accedieron pero con una condición muy clara: que el nen, como me llamaban, tenía que ir cada día a casa a dormir y trabajar. Y así hice. Cuando tienes ilusión y ganas haces los sacrificios que hagan falta. Yo cogía el tren, entrenaba, volvía, trabaja y dormía. Y si tenía algún día libre me dedicaba a tirar a canasta.
Fue un hito en su carrera, la llegada a un club importante.
Para mí todos los clubes en los que he jugado han sido importantes. Al Pineda le estoy muy agradecido por darme la oportunidad con 15 años. El Barça me llevó a ser internacional, algo que me parecía imposible. En 3 años ganamos Liga y Copa derrotando al Real Madrid.
Y después se va al Aismalíbar de Montcada.
Sí, en el Barça se deshace la sección por un problema económico a raíz de la construcción del Camp Nou. A partir de ese momento pasaron a jugar socios o hijos de socios. Dejaron de competir en la élite. Me llamaron los directivos y me dijeron que si quería podía seguir, pero yo quería seguir compitiendo en lo más alto. En el Aismalíbar entrenaba Eduardo Kucharski, que era el seleccionador nacional. Me voy con un técnico más que a un equipo. Me enseñó mucho, era el mejor entrenador de España. Al cabo de tres temporadas el equipo se unió con el Joventut de Badalona y tres jugadores nos fuimos para allá. Pasé 11 años en el Joventut, mi etapa más larga.
¿Cómo era usted como jugador?
Yo fui evolucionando. Empecé jugando de alero porque la gente no era tan alta. Alero-tirador. En el Barça hice muchos puntos. Después evolucioné. Cuando llegué al Aismalíbar ví un baloncesto diferente. Aprendí que un jugador de baloncesto ha de hacer mucho más que tirar a canasta. Fui entendiendo lo que era jugar de escolta. Cuando llegué al Joventut jugué de escolta-alero, ayudando al base que era Josep Lluís Cortés, un jugador extraordinario. Me adapté. Cuando Cortés se retiró y ya pasé a asumir el rol de base, también en la Selección.
¿Cuál fue su mayor éxito?
El éxito más grande fue conseguir dos Ligas y dos Copas sin ningún jugador extranjero. Eso para mí es muy importante. Fue en el 59 con el Barça y con el 69 en el Joventut. Jugábamos con hándicap porque la mayoría de equipos, menos el Estudiantes, ya tenían extranjeros. Estoy muy orgulloso de esos títulos.
¿Eran muy determinantes los extranjeros?
Sí, ya eran muy dominadores. El Real Madrid, con ellos, ganaba Copas de Europa. El KAS, el Picadero…Tenían equipazos. Había muchos equipos que se reforzaban con extranjeros.
¿Y con la Selección? ¿Cuál es su mejor recuerdo?
En el 73 logramos una medalla de plata, algo que para mí fue un éxito increíble. Además estuve dos veces en el quinteto ideal del torneo. Ha de pensar que los equipos del este eran muy potentes.
En su mejor momento… ¿Cree que podría jugar en el baloncesto de hoy en día?
No lo creo, hoy es muy difícil. Los jugadores son mucho más altos. Físicamente son mucho más fuertes que nosotros. Trabajan mucho más, hay mucha más potencia física. Posiblemente nosotros teníamos más resistencia, éramos capaces de jugar un partido entero, pero la fuerza… La capacidad defensiva hoy es mucho más alta, me lo pondrían muy difícil. Emiliano Rodríguez, que fue dos veces el mejor jugador de Europa, quizás sí podría jugar ahora. Ya era más alto. Yo era un buen tirador pero físicamente hay un abismo.
Y eso que en su época no había triples, si no hubiera sumado muchos más puntos.
¡Hubiera metido bastantes! Yo y otros. Los que éramos más bajos nos defendíamos con el tiro y con las penetraciones. Eran nuestras armas, las de los jugadores pequeños. Yo nunca jugué con triples pero en el último partido ante la Unión Soviética, en el 73, hubiese metido unos cuantos. ¡Todas mis canastas fueron desde más allá del 6’25!