Vivienda

¿Nada cambiará en 2050? Hacia una España de ricos propietarios y pobres inquilinos

El acceso a una vivienda, en propiedad o en alquiler, seguirá siendo uno de los grandes problemas en España para miles de familias, especialmente entre los jóvenes, en 2050. Problemas de plena actualidad como la falta de ahorros para poder comprar una casa o los elevados precios de los alquileres en las grandes ciudades seguirán presentes dentro de 30 años si no se consigue frenar el proceso de abandono de las zonas rurales y el éxodo de la población de ciudades pequeñas hacia otras más grandes.

Es el negro panorama que dibuja el informe ‘España 2050’, presentado este jueves por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y elaborado por la Oficina de Prospectiva y Estrategia con la participación de más de un centenar de catedráticos, que dedica un capítulo completo al impacto sobre la vivienda y el acceso a la misma de los cambios demográficos durante los 30 próximos años.

El informe prevé que en 2050, el 88% de la población vivirá en ciudades, frente al 80% actual, y que la España rural perderá casi la mitad de sus habitantes actuales. Un gran incremento de la población que repercutirá directamente en el mercado de la vivienda y en las dificultades para acceder a ella de buena parte de la población y que encamina España hacia un modelo de “ricos propietarios y pobres inquilinos”.

En 2050, el 88% de la población vivirá en ciudades, frente al 80% actual

Según los catedráticos que han participado en la elaboración de este documento, hay que recuperar «el modelo de ciudad compacta y de proximidad propio de la cultura mediterránea, impulsar la creación de vivienda pública y social, fomentar la rehabilitación de edificios, y transformar el modelo de movilidad en favor del transporte público o compartido y la peatonalización del espacio urbano».

«Si no tomamos medidas», aseguran, «las grandes urbes y sus áreas metropolitanas se volverán más extensas y menos sostenibles, y problemas como el acceso a la vivienda o la segregación social se agravarán, sobre todo en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, mientras que muchos municipios rurales y ciudades medias y pequeñas perderán dinamismo económico y sufrirán un agudo declive social y patrimonial».

La población, concentrada en grandes ciudades

Según recoge este informe, hasta 2035, Asturias, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Cantabria, Ceuta, Castilla-La Mancha, País Vasco, Aragón y La Rioja perderán población, mientras que en el resto de las regiones la población aumentará. «En términos absolutos, los aumentos se concentrarán, sobre todo, en la Comunidad de Madrid (donde residirán 614.049 personas más que ahora) y en Cataluña (con un aumento de 414.060 personas), debido a la llegada de población procedente del extranjero y también de otras comunidades autónomas».

E. Sanz

«Una de las grandes virtudes de este informe es que por primera vez se alinea territorio con ciudad y vivienda. Es decir, por primera vez se pone sobre la mesa esta triple aproximación que centra el foco en el peligro de la España vaciada, pero también el de la España superurbanizada, que igual ha sido deseable durante unos años porque se han creado oportunidades en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, y a menor escala en ciudades como Valencia o Bilbao, pero al mismo tiempo ha tenido un impacto directo en el acceso a la vivienda», explica a El Confidencial Sergio Nasarre, director de la Cátedra Unesco de Vivienda, uno de los académicos y expertos que han trabajado en este apartado del informe.

«Madrid ha depredado ciudades como Toledo o Guadalajara, mientras que Barcelona ha depredado a Lleida o Girona. Parece que no hay nada más fuera de esas grandes ciudades y lo que hay que hacer es crear clústeres de oportunidad en ciudades distintas y, especialmente, en ciudades pequeñas y medianas, para que la gente joven no tenga que marcharse de esas ciudades. Es necesario el diálogo entre el campo y la ciudad para resolver los dos problemas, el de la España vaciada y la España donde acceder a una vivienda es carísimo», añade Nasarre.

Madrid ha depredado ciudades como Toledo o Guadalajara, mientras que Barcelona ha depredado a Lleida o Girona

Para frenar este éxodo hacia las grandes ciudades, los expertos consideran que es imprescindible revitalizar la España rural —que pasará de nueve millones de habitantes a cinco en 2050— y las ciudades medianas «a través de una apuesta decidida por la integración tecnológica, el transporte público, el teletrabajo y la diversificación económica, aprovechando la transición ecológica, la digitalización o el desarrollo de la ‘silver economy’ —aquella asociada a las necesidades de las personas mayores de 50 años—».

«Hace falta vivienda asequible, pero no es necesario que esté en Madrid o Barcelona, aunque hoy por hoy son las únicas ciudades donde hay oportunidades laborales. Sin embargo, el territorio nacional es muy grande y estamos ante el reto de generar negocio en otras ciudades más pequeñas, y para eso es necesario mejorar las conexiones digitales, las nuevas tecnología y las comunicaciones, de tal manera que no tengamos que vivir todos en Madrid o Barcelona para subsistir», añade el catedrático.

E. Sanz

Y todo ello deberá ir acompañado de medidas que mejoren las tasas de empleo y las condiciones laborales. De lo contrario, recoge este documento, «el incremento de los precios impedirá que muchos hogares adquieran una vivienda en propiedad, ya que no tendrán ni la capacidad para pagar la entrada inicial ni unos ingresos estables para hacer frente a la hipoteca», tal y como sucede en la actualidad.

El documento reconoce que, de no actuar, en 2050 habrá muchas personas que no podrán acceder a una vivienda digna y adecuada sin el apoyo del Estado. De hecho, prevé que «la demanda potencial de vivienda social en España casi se duplicará en la próxima década, pasando de los 1,5 millones de viviendas que algunos estudios calculan necesarias en la actualidad a 2,6 millones en 2030«.

El informe ‘España 2050’ alerta, además, de la necesidad de que todas estas medidas tengan en cuenta las necesidades reales de vivienda de la población y eviten el desarrollo de nuevos procesos de segregación socioespacial. «Reducir las dificultades en el acceso a la vivienda de calidad es crucial para mejorar las tasas de natalidad, favorecer la capacidad de consumo y ahorro de los hogares, y evitar, por esta vía, un incremento de la desigualdad, tanto de renta como de riqueza, que en España está muy condicionada por la propiedad de la vivienda. Si no avanzamos en esta dirección, nuestras grandes ciudades se podrían ir escorando hacia un modelo de ‘ricos propietarios y pobres inquilinos’, polarizado entre hogares con una o varias viviendas en propiedad (bien porque las han comprado o porque las han recibido en herencia) y personas viviendo en casas alquiladas o compartidas».

En España, la riqueza está muy condicionada por la propiedad de la vivienda

Y si acceder a una vivienda en propiedad seguirá siendo muy complicado para miles de familias, también lo será poder pagar un alquiler. «Es previsible que el alquiler siga creciendo como alternativa principal [a la propiedad], si bien el aumento de los precios en ciertas zonas también hará que su acceso resulte cada vez más erosivo para las rentas de los inquilinos, convirtiendo el alquiler compartido en una opción real para ciertos segmentos de población».

Vista aérea de Barcelona. (iStock)Vista aérea de Barcelona. (iStock)Vista aérea de Barcelona. (iStock)

Pero, además, si no se toman medidas, «es razonable pensar que los procesos de turistificación y gentrificación de las últimas décadas continúen», asegura el documento. «Una vez pase la crisis y el turismo recupere los niveles previos a la pandemia, es probable que muchos de nuestros barrios sean rehabilitados y ocupados por pisos de alquiler vacacional y establecimientos hoteleros, o viviendas para jóvenes con un poder adquisitivo mayor que los anteriores vecinos, los cuales podrían verse obligados a desplazarse a barrios periféricos o menos atractivos. Este proceso podría modificar la estructura social de nuestras urbes, aumentando la segregación y alterando dinámicas culturales y vecinales, como ya ha ocurrido en algunos puntos de Barcelona y Madrid».

Fórmulas alternativas al alquiler y la compraventa

Es decir, si nada cambia, si no se toman medidas por parte de este y de sucesivos gobiernos, el gran problema de acceso a la vivienda en España seguirá presente dentro de 30 años. Y, si buena parte de la población, especialmente los más jóvenes, no puede acceder a una vivienda en propiedad ni en alquiler, ¿qué alternativas tiene?

«Desde 2007, es muy difícil acceder a una vivienda en propiedad y las leyes lo han ido complicando mucho más. No solo hay precariedad en el mercado laboral, de tal manera que solo pueden acceder a una hipoteca quienes tienen dinero, y sin embargo la gente sencilla también tiene que poder acceder a esa vivienda. De ahí que cobren relevancia nuevas fórmulas de tenencia de viviendas, maneras de acceder a una vivienda. sin necesidad de tener tanto dinero ahorrado», apunta Nasarre.

E. Sanz

Dos fórmulas como la propiedad temporal o la propiedad compartida. Entendiendo por la primera una forma de tenencia que se ha llevado a cabo en Cataluña, y que establece los mismos derechos y obligaciones que un propietario, pero durante un tiempo limitado, según recoge la Ley 19/2015, de 29 de julio, de incorporación de la propiedad temporal y de la propiedad compartida al libro quinto del Código Civil de Cataluña.

Según esta normativa, «la propiedad temporal otorga a su titular el dominio de un bien durante un plazo cierto y determinado, a cuyo vencimiento el dominio deviene del titular sucesivo», mientras que «la propiedad compartida confiere a uno de los dos titulares, que recibe el nombre de propietario material, una cuota inicial del dominio, y la posesión, el uso y disfrute exclusivo del bien y el derecho a adquirir, de modo gradual, la cuota restante del otro titular, que recibe el nombre de propietario formal». Un ejemplo sería la ‘shared-ownership’ de Reino Unido, también aplicada en Cataluña.

Auge de la propiedad temporal o compartida como alternativa a la compra o el alquiler

Pero, además, en este contexto de enormes dificultades para acceder a una vivienda, especialmente entre los jóvenes, los catedráticos que han participado en la elaboración de este informe consideran que la economía colaborativa también podría irrumpir en el mercado de la vivienda en España. «Algunas formas de vivienda compartida [como el ‘cohousing’] pueden ser una opción interesante tanto para jóvenes como para personas mayores, dando lugar a nuevas formas de convivencia intergeneracional».

Por otro lado, el documento recuerda que no es la primera vez que España se enfrenta a un aumento de la población de las ciudades. «Si nuestro país supo gestionar con relativo éxito el proceso de urbanización en el pasado, debería poder seguir haciéndolo en un futuro ayudado por las nuevas tecnologías, fenómenos como el teletrabajo o la movilidad compartida, el aumento de la vivienda social, la generalización de fórmulas alternativas de tenencia de vivienda y un conocimiento del urbanismo y las dinámicas socioeconómicas y territoriales mucho más sofisticado e integral del que existía entonces».

Contra la desplobación de las zonas rurales

Y, aunque reconoce el documento que, en ciertos casos, el despoblamiento de la España rural no podrá detenerse, esto no significa que todos los pueblos vayan a vaciarse o que las oportunidades y la calidad de vida de las personas que vivan en ellos vayan a reducirse.

Ángel Villarino

«Avances como el 5G, el internet por satélite o la robótica nos permitirán llevar empleo (teletrabajo) y servicios (sanitarios, educativos y de transporte) a lugares a los que hasta ahora no llegaban; la ‘silver economy’, el turismo y la agricultura ecológica dinamizarán la actividad económica y social en muchos pueblos, y la transición energética proporcionará energía limpia y nuevas oportunidades laborales incluso a los puntos más remotos de nuestra geografía. En 2050, menos gente vivirá en la España rural, pero quienes lo hagan, podrían vivir mejor que ahora», concluye.

No obstante, los catedráticos son conscientes de que podría no ser así, puesto que ya a finales de los noventa, «en los albores de la revolución digital, cabía esperar que la generalización de internet y las nuevas tecnologías tendrían un efecto corrector en la distribución poblacional, ya que ayudarían a repartir de una forma más homogénea las oportunidades económicas por el territorio. Sin embargo, ocurrió más bien lo contrario: la economía digital concentró aún más su actividad en las ciudades y sus áreas metropolitanas, a través de una expansión del sector servicios y una mayor acumulación de empresas en los cinturones urbanos».

Además, según Nasarre, «no es tan sencillo irse de la ciudad al campo. De hecho, estamos viendo cómo tras la pandemia la gente está volviendo a Madrid. El objetivo es que las nuevas tecnologías generen nuevas oportunidades laborales en los pueblos y ciudades de menor tamaño, que ofrezcan cosas que hacer allí, y para eso también es necesario rehabilitar muchas viviendas, y para ello son necesarias ayudas, así como dotar de infraestructuras y servicios a esas zonas».

E. Sanz

De hecho, reconocen que todo apunta a que esta tendencia se mantendrá o incluso acentuará en el futuro, si bien, consideran que «el avance del teletrabajo, la telemedicina, el comercio electrónico y otras innovaciones permitirá reducir la brecha con el mundo rural en las próximas décadas, aunque las ciudades seguirán ofreciendo, comparativamente, más oportunidades de educación, empleo y servicios a la ciudadanía».

De hecho, «los municipios rurales bien conectados que sepan aprovechar las oportunidades que brindan la transición ecológica y la digitalización para potenciar su atractivo residencial y convertirse en comunidades vivas con proyectos económicos, educativos o culturales, podrán retener o incluso atraer población. Por el contrario, los municipios rurales periféricos mal conectados y con economías poco diversificadas seguirán perdiendo habitantes».

Un rayo de esperanza: «Si sabemos aprovechar las oportunidades que brindan los cambios sociales, tecnológicos y medioambientales, e implementar las políticas correctas, la España del futuro bien podría acabar teniendo ciudades más habitables, pueblos más vivos y un desarrollo territorial más justo y equilibrado».

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