Los peligros de la calima: el polvo del desierto ataca a la respiración y es más dañino si haces deporte en la calle
Una gran parte de la Península Ibérica ha amanecido este martes envuelta en una nube siena de calima, un fino polvo en suspensión procedente del desierto del Sáhara.
Se trata de un fenómeno muy bien conocido en lugares como las Islas Canarias, y no es tampoco insólito en la península, aunque rara vez ha cubierto un área tan grande o ha alcanzado tal magnitud.
¿Cuáles son los riesgos para la salud?
Además de las imágenes extrañas que deja, hay que tener en cuenta que en ciertos casos la calima puede resultar perjudicial para la salud, por lo que es imprescindible tomar una serie de precauciones.
Al fin y al cabo, la calima consiste en partículas sólidas finas suspendidas en el aire, por lo que al exponernos a ellas es inevitable inhalarlas. Esto irrita las vías respiratorias, lo que es molesto en personas previamente sanas pero es especialmente dañino para quienes padecen patologías respiratorias crónicas previas (como bronquitis o asma) que pueden sufrir un empeoramiento de las mismas.
Y los riesgos no se acaban ahí. Mucho menos comúnmente, la aspiración de partículas sólidas puede generar respuestas inflamatorias en el sistema circulatorio, que pueden empeorar la sintomatología de enfermedades cardiovasculares crónicas y producir episodios como arritmias, infarto agudo de miocardio o accidente cerebrovascular.
En el largo plazo, la exposición frecuente a material particulado en suspensión aumenta el riesgo de padecer cáncer y acorta la esperanza de vida. Sin embargo, es importante señalar que esto no sucede cuando la exposición es ocasional.
Protegerse de la calima
Por eso, y tal y como recuerda el Ayuntamiento de Madrid, ante episodios como este conviene seguir unas pautas de prudencia básicas, especialmente quienes pertenezcan a algún grupo de riesgo (padezcan patologías respiratorias o cardiovasculares crónicas o sean mujeres embarazadas).
Concretamente, conviene evitar las actividades al aire libro por un tiempo prolongado y especialmente aquellas que requieran esfuerzo físico, ya que éste aumenta el volumen de aire que inhalamos. Las mascarillas, con las que tan familiarizados estamos ya, también pueden ayudar a reducir la inhalación de partículas si debemos exponernos a ellas.
A nivel general, se recomienda permanecer en el interior de la vivienda mientras sea posible y mantener las ventanas cerradas.