Los enigmas del párkinson, una enfermedad que afecta de manera diferente a las mujeres
A día de hoy, el párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común en España, con cerca de 150.000 afectados sólo en nuestro país. No sólo eso, sino que es la patología de esta clase cuya incidencia crece más rápidamente. Según la Sociedad Española de Neurología, el número de pacientes podría haberse duplicado en los últimos 25 años, y muchos de estos casos siguen sin diagnosticar a día de hoy.
En el imaginario colectivo está grabada la estampa del paciente de párkinson como un hombre de edad avanzada, con temblores en las manos, movimientos lentos, mirada perdida y rostro inexpresivo. Sin embargo, esta es sólo una de las muchas caras del párkinson; en realidad, no afecta a todos de la misma manera, ni con los mismos síntomas, ni necesariamente en edades avanzadas. Las mujeres con párkinson, por cierto, representan un ejemplo especial, porque en ellas la enfermedad se diagnostica más tarde y por tanto los beneficios de los tratamientos son menores.
El posible papel de los estrógenos
En primer lugar, y tal y como apunta la investigadora y doctora en psicología de la Universitat de les Illes Balears Antònia Siquier Perelló en un artículo publicado en el medio de divulgación The Conversation, hay que tener en cuenta que la enfermedad es más común en los hombres (entre 1,5 y 2 veces más que en las mujeres) y que en esta demografía, los síntomas suelen comenzar más temprano en la vida.
Es una diferencia notable, pero las causas siguen siendo desconocidas. Existe la teoría de que los estrógenos, las hormonas sexuales femeninas, podrían jugar un papel clave. En las mujeres, el nivel de estrógenos es más alto en la edad reproductiva, y disminuye de manera considerable durante la menopausia. Coincidentemente, es en este momento en el que la incidencia del párkinson se equipara a la de los hombres.
Esto no quiere decir que las mujeres en edad reproductiva no puedan padecer párkinson. De hecho, y a pesar de la asociación de la patología con el envejecimiento, en España el 15% de los casos se diagnostican en pacientes menores de 45 años de edad.
La tríada de la mujer
También hay que tener en cuenta que existe una serie de factores del estilo de vida o de naturaleza social o cultural que pueden enmascarar la enfermedad. Por ejemplo, un artículo publicado en la revista científica Movement Disorders atestiguaba que las mujeres con la enfermedad son un colectivo históricamente infrarrepresentado en la investigación y en los ensayos clínicos. A ello, argumenta Siquier, se suma el estigma social fruto de la ausencia de referentes femeninos y de la imagen del hombre como principal paciente de la enfermedad.
Por otra parte, en las mujeres son más comunes ciertos síntomas como la depresión, la fatiga o el dolor, lo que se conoce como «la tríada de la mujer». De nuevo, esto se combina con los estigmas sociales: la idea de la mujer como cuidadora, a cargo de la casa, los hijos y el trabajo lleva muchas veces a atribuir estos síntomas al estilo de vida y no a un posible inicio de una enfermedad neurodegenerativa como es el párkinson.
En ellas son también más habituales algunos efectos secundarios del tratamiento farmacológico, como los movimientos erráticos involuntarios (discinesias), y se producen fluctuaciones más importantes de los síntomas debido en parte a la influencia de procesos como la menstruación, el embarazo o la menopausia. Estos cambios hormonales se relacionan directamente con los altibajos de los síntomas y con la eficacia de los fármacos. Por ejemplo, en la fase premenstrual suele darse un empeoramiento motor, quizás debido a la reducción de los estrógenos.
La clave para un tratamiento temprano
Todavía hay algunos aspectos que no están claros en la diferencia que existe entre cómo afecta la enfermedad a los hombres y a las mujeres. Por ejemplo, refleja la experta, aún no sabemos con certeza si el deterioro cognitivo las afecta de una manera diferente a los varones. Ni siquiera está del todo claro que los indicadores más sensibles para identificar el deterioro cognitivo sean los mismos en una y otra mitad de la demografía.
Sea como sea, la importancia de identificar estos patrones es vital; no sólo para ampliar nuestro conocimiento de una patología enigmática y compleja, sino para generar diferencias importantes en la calidad de vida y la salud de los y las pacientes en el mundo real.
Concienciar sobre las variadas maneras en la que diferentes enfermedades pueden afectar de forma distinta a hombres y a mujeres, por ejemplo, puede ayudar a los y las pacientes a estar más vigilantes ante sus propios síntomas; o puede facilitar a los médicos a identificar las primeras fases de una enfermedad, cuando el tratamiento es más eficaz, en lugar de atribuir los signos a otra causa. También es fundamental para garantizar que cada persona reciba el tratamiento más adecuado según las características de su caso.
Antònia Siquier Perelló. Sexo, dopamina y mucho más: qué se esconde detrás de la enfermedad de Parkinson. The Conversation (2023). Consultado online en https://theconversation.com/sexo-dopamina-y-mucho-mas-que-se-esconde-detras-de-la-enfermedad-de-parkinson-219627 el 10 de abril de 2024
Indu Subramanian, Soania Mathur, Annelien Oosterbaan, Richelle Flanagan, Adrienne M. Keener, Elena Moro. Unmet Needs of Women Living with Parkinson’s Disease: Gaps and Controversies. Movement Disorders (2022) DOI: https://doi.org/10.1002/mds.28921
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