Los cinco alimentos que añaden años a tu vida, según una experta de Harvard
La alimentación es una de las claves de la salud y de hecho, si seguimos unas pautas, nuestro estado general mejorará e incluso podemos ganar en longevidad si comemos determinadas cosas.
Es lo que sostiene Linh Bui, doctorada de la Universidad de Harvard que ha elaborado un artículo que recoge cuáles son los cinco alimentos que nos dan más años de vida y, aún más, que son beneficiosos para el medio ambiente.
El trabajo se basa en estudios anteriores que identificaban alimentos beneficiosos tanto para la salud como para el medio ambiente —como los cereales integrales, la fruta, las verduras sin almidón, los frutos secos y los aceites insaturados—, así como alimentos que podrían ser perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana, como los huevos y las carnes rojas y procesadas. Los nuevos hallazgos sugieren que comer alimentos más respetuosos con el planeta puede ayudar a reducir el riesgo de muerte por causas como el cáncer, las cardiopatías, las enfermedades respiratorias y las enfermedades neurodegenerativas.
«Propusimos una nueva puntuación de la dieta que incorpora las mejores pruebas científicas actuales sobre los efectos de los alimentos tanto en la salud como en el medio ambiente —afirma Linh Bui—. Los resultados confirmaron nuestra hipótesis de que una puntuación más alta de Dieta Planetaria Saludable se asociaba con un menor riesgo de mortalidad», dice Bui.
Según las pruebas existentes, los alimentos de origen vegetal se asocian a un menor riesgo de enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer colorrectal, la diabetes y los accidentes cerebrovasculares, así como a un menor impacto ambiental en términos de uso del agua, uso del suelo, contaminación por nutrientes y emisiones de gases de efecto invernadero.
Con el nuevo estudio, los investigadores pretendían crear una herramienta sencilla que los responsables políticos y los profesionales de la salud pública pudieran utilizar para desarrollar estrategias destinadas a mejorar la salud pública y hacer frente a la crisis climática.
«Como millennial, siempre me ha preocupado mitigar el impacto humano en el medio ambiente —explica Bui—. Un patrón dietético sostenible no sólo debe ser saludable, sino también coherente dentro de los límites planetarios de emisiones de gases de efecto invernadero y otros parámetros medioambientales».
Así fue el estudio
Para crear su Índice Dietético de Salud Planetaria (IDSP), los investigadores revisaron la investigación existente sobre las relaciones entre diversos grupos de alimentos y los resultados de salud basados en la dieta de referencia EAT-Lancet que tiene en cuenta los impactos ambientales de las prácticas de producción de alimentos. A continuación, aplicaron el índice para analizar los resultados entre más de 100.000 participantes en dos grandes estudios de cohortes realizados en Estados Unidos. El conjunto de datos incluyó más de 47.000 muertes durante un período de seguimiento que abarca más de tres décadas, desde 1986 hasta 2018.
En general, encontraron que las personas en el quintil más alto (la quinta parte superior de los participantes) para PHDI tenían un riesgo 25% menor de muerte por cualquier causa en comparación con aquellos en el quintil más bajo. Las puntuaciones más altas de PHDI se asociaron con un 15% menos de riesgo de muerte por cáncer o enfermedades cardiovasculares, un 20% menos de riesgo de muerte por enfermedades neurodegenerativas y un 50% menos de riesgo de muerte por enfermedades respiratorias.
Bui advirtió que el PHDI no refleja necesariamente todos los alimentos y su relación con las principales enfermedades en todos los países. Las personas con problemas de salud específicos, restricciones religiosas o diferente accesibilidad a los alimentos debido a su situación socioeconómica o a la disponibilidad de alimentos pueden tener dificultades para seguir un patrón de alimentación más sostenible. Nuevas investigaciones podrían ayudar a dilucidar y abordar estas barreras.
«Esperamos que los investigadores puedan adaptar este índice a culturas alimentarias específicas y validar su relación con enfermedades crónicas e impactos ambientales como la huella de carbono, la huella hídrica y el uso del suelo en otras poblaciones«, concluye Bui.