Las dudas alrededor de Beatriz Flamini y sus 500 días en la cueva: ocho días en el exterior, un ordenador…
Beatriz Flamini culminó este viernes una hazaña que parecía imposible para el ser humano: permanecer aislada en el interior de una cueva durante un total de 500 días. Un reto personal en el que no se le pasó por la cabeza abandonar su ‘hogar’ durante más de un año «ni aunque muriera un familiar» porque «tenía que ser coherente con mi idea».
Sobre las 9:00 horas de la mañana de este 14 de abril, la deportista de élite abandonó la cueva de Motril (Granada) en la que había permanecido desde el 20 de noviembre de 2021 con la felicidad y la satisfacción de haber logrado algo histórico. «Necesito una ducha», han sido sus primeras palabras.
Esta gesta sin precedentes, como todas las cosas que se consiguen por primera vez, despierta algunas dudas, sobre todo después de que la propia Flamini explicase que había tenido que abandonar su campamento bajo tierra durante ocho días.
Ocho días en el exterior
La madrileña se vio obligada a salir de la cueva por un fallo técnico en el router con internet con el que contaba en el interior de la cavidad. El problema en el dispositivo provocaba malestar y dolores de cabeza a Beatriz debido a las ondas magnéticas emitidas, y además, ponía en riesgo su salud y su seguridad, puesto que no permitía pulsar el botón de pánico dispuesto en caso de emergencia.
Su equipo decidió entonces pedirle que abandonase su aislamiento cuando estaba a punto de alcanzar los 300 días en el interior de la cueva; siguiendo así el protocolo de prevención. Lo hizo durante un total de ocho días, hasta que se solucionó el fallo, en los que estuvo en una tienda base sin ningún tipo de contacto.
¿Por qué tenía internet y un ordenador?
La deportista de elite contaba con un dispositivo con conexión a internet y un ordenador en el interior de la cueva. Sin embargo, no era un ordenador normal y corriente, pues estaba dispuesto para no dar fecha ni hora, ni permitir el acceso a navegadores.
Flamini sólo lo utilizaba para realizar los test preparados por el grupo de psicólogos que han participado en el reto y que se utilizarán para hacer estudios cognitivos.
Posibles secuelas
Su aislamiento extremo de 500 días podría provocarle importantes síntomas de depresión, ansiedad y problemas de memoria, según ha explicado el experto en Neuropsicología, Saúl Martínez-Horta, a 20Minutos. Durante la rueda de prensa posterior a su salida de la cueva, Flamini ha tenido que pedir que se le repitieran algunas preguntas: «Es por la pérdida de memoria a corto plazo», apuntaba. «Perdonad que me equivoque hablando. Llevo mucho tiempo sin hablar. Perdonadme porque llevo mucho tiempo sola y puedo saturarme», señalaba también la deportista.
De tratarse de una persona en un estado de vulnerabilidad antes de acceder a la cueva, podría enfrentarse a «la descompensación de mecanismos que antes operaban con suficiente eficiencia como para que un problema latente no se hiciese evidente».
Flamini sufrió «alucinaciones auditivas, porque estás en silencio y el cerebro se las inventa», pero «no me ha ocurrido nada de lo que se ha dicho», ha apuntado. Estas alucinaciones son «resultado de todo aquello que sigue haciendo un cerebro habituado a procesar estímulos del entorno cuando lo aislamos de estos ellos», expresa Martínez-Horta.
Envío de comida y retirada de la basura
Para completar el reto, su equipo ha necesitado una tonelada y media de materiales y alimentos, y 1.000 litros de agua. ¿Cómo llegaba todo eso a Beatriz? Existía un punto de intercambio en el interior de la cueva donde la deportista entregaba basura y excrementos, así como sus grabaciones para el documental, y recibía la comida. «Cada cinco cacas me retiraban la basura. Como los dioses, yo dejaba mis ofrendas y ellos me daban comida», ha explicado bromeando ella misma.