Deportes

La cruzada histórica del tenis

A Althea Gibson se la recordará siempre como una pionera que transformó el mundo del deporte y acabó con las barreras raciales que impregnaban la sociedad. Aquella niña que abandonó la escuela a temprana edad y tenía afición por las peleas callejeras irrumpió con fuerza en el escenario del tenis, una actividad elitista que negaba la condición de jugador por simples prejuicios racistas. Althea se sobrepuso a este caldo de cultivo y arrancó una nueva era que abrió la puerta a muchos otros como fueron Arthur Ashe, Yannik Noah o las hermanas Williams. Lo suyo fue una cruzada en toda regla, como sostuvo la propia Serena años muchos años después, aunque lo hiciera de forma inconsciente. «Solo intenté dar lo mejor de mí. Porque siempre he creído que la mejor forma de avanzar y de ser aceptados es haciéndolo de forma individual. Pero eso no supone que me oponga a los movimientos para la integración en las escuelas y otras reivindicaciones». Su historia merece ser conocida.

A finales de la década de 1980, sufrió dos hemorragias cerebrales, seguidas de un derrame cerebral en 1992. Los gastos médicos la dejaron en una situación financiera desesperada. Informó a varias organizaciones de tenis esperando ayuda, pero ninguna respondió. Su expareja de dobles, Angela Buxton, dio a conocer su difícil situación a la comunidad del tenis y recaudó casi un millón de dólares. Gibson murió el 28 de septiembre de 2003, a causa de las complicaciones tras un ataque al corazón.

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