La ciencia confirma que es posible tener un orgasmo solo con la mente
La posibilidad de tener orgasmos con la mente, sin necesidad de ningún tipo de contacto físico no es algo nuevo, es algo que muchas personas han asegurado experimentar a lo largo de años. De hecho, si es posible experimentar orgasmos durmiendo, en sueños, después del ejercicio y sin contacto físico, ¿por qué no solo con la mente, aunque no sea la manera más tradicional?
Para averiguar si estos ‘orgasmos mentales’ son ‘reales’ fisiológicamente hablando, los científicos James G. Pfaus y Karolin Tsarski han analizado el caso de una mujer que desarrolló la capacidad de alcanzar y controlar la duración de un estado orgásmico subjetivo sin estimulación genital después de un entrenamiento tántrico de 10 años.
¿Qué elementos intervienen en el orgasmo femenino?
El orgasmo es un reflejo multimodal complejo que se suele producir tras la estimulación genital, en el caso de las mujeres, del clítoris externo e interno, la parte anterior del cuello uterino, los pezones y otras zonas erógenas. En él están implicados los músculos del suelo pélvico y, cuando tiene lugar, se reflejan en el cerebro activando distintas partes, como estructuras corticales, límbicas, hipotalámicas y del tronco encefálico. Además, los orgasmos son acompañados también de cambios neuroquímicos y endocrinos que caracterizan el estado placentero. Principalmente, se reflejan en un aumento de la liberación de prolactina.
Orgasmos ‘a la carta’ y la misma prolactina
Según aseguró la mujer estudiada, desarrolló la capacidad de alcanzar y controlar la duración de un estado orgásmico subjetivo sin estimulación genital después de una década de entrenamiento de yoga “aprendiendo posturas corporales, técnicas de respiración, bloqueos corporales destinados a aprender a despertar y sentir la energía y luego aprender a guiarla y moverla hacia arriba. Además, realicé ejercicios del suelo pélvico, práctica de masajes en los senos y prácticas para liberar la vergüenza y la culpa. Aprendí a relajarme y dejarme llevar, acepté la imagen corporal y aporté una mayor atención también a la vida diaria en general”, asegura.
Los orgasmos no fueron algo buscado, sino que aparecieron a medida que avanzaba en su entrenamiento. Además de poder controlar cuándo tenía los orgasmos, controlaba la duración y superó las dificultades previas que tenía de vaginismo y dolores con la penetración.
Así, para comprobar si los orgasmos subjetivos que experimentaba la mujer analizada eran ‘reales’, se decidió analizar marcadores objetivos que se sabe que intervienen en el orgasmo, como la prolactina, a través de análisis de sangre antes, inmediatamente después y 30 minutos después de tener un orgasmo sin contacto físico.
Se compararon los resultados con los obtenidos tras unos minutos de lectura y se observó que los niveles de prolactina se elevan entre un 25 y un 48% y seguían elevados 30 minutos después del orgasmo, similar a los orgasmos inducidos por la estimulación del clítoris y/o de relaciones sexuales en pareja.
La lectura de libros, en cambio, no provocó ningún cambio en la prolactina, lo que confirma que los cambios fisiológicos objetivos en ambos tipos de orgasmos son los mismos, y que los orgasmos obtenidos a través da la mente serían tan ‘reales’ como los obtenidos a través de algún tipo de estimulación física.
Es posible tener orgasmos sólo con la mente, pero hay que ‘entrenar’
Según los autores del estudio, que publicaron sus conclusiones en la revista Science Direct, el análisis de este caso sugiere que sí es posible -tanto para las mujeres como para los hombres- el control del orgasmo solo con la mente, pero solo bajo ciertas condiciones en individuos sensibilizados. Es decir, personas que, tras entrenamientos, como yoga y meditación tántricos, consiguen controlar su cuerpo hasta el punto de conseguir orgasmos de manera inmediata y con una duración prolongada sin necesidad de ningún tipo de estimulación física. Además, estas prácticas “mejoran la excitación sexual, el deseo y el orgasmo en ambos sexos y puede facilitar la satisfacción sexual en general y la intimidad en la terapia sexual basada en la pareja”.