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La campaña más polarizada llega a su fin con los partidos sacando músculo en el último mitin

La campaña electoral más tensa, más polarizada, más a cara de perro de los últimos tiempos en España llega a su fin. Este domingo, los seis partidos que se juegan las elecciones autonómicas del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid han puesto toda la (poca) carne que les quedaba en el asador para pedir el voto, no ya tanto a favor de sus candidatos, sino en contra de los otros.

El último día de campaña coincidió con la celebración del 2 de mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid, que reunió a la mayoría de candidatos en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional.

Pero la artillería pesada se guardó para la tarde, cuando los seis líderes nacionales de PSOE, PP, Cs, Más Madrid/Más País, Vox y Podemos arroparon a sus candidatos (si bien en el último caso, Pablo Iglesias encarna ambas figuras, pero la ministra Yolanda Díaz, su ‘sucesora’, fue quien intervino).

Pedro Sánchez, sacó pecho de su gestión nacional durante la pandemia, sobre todo en materia social; Pablo Casado quiso presentar los comicios del martes como el inicio del asalto a cotas más altas; Inés Arrimadas presentó a Ciudadanos como la alternativa moderada ante tanta crispación; un enérgico Iñigo Errejón se mostró convencido de la victoria del bloque de izquierdas. Santiago Abascal, en Colón, no hizo propuesta alguna y se limitó a usar su particular repertorio de ataques a «filoetarras», «veletas» y similares, mientras que Pablo Iglesias volvió a recurrir al tono mesiánico del que entra en campaña y logra frenar el avance de la ultraderecha.

Por parte de los candidatos, un (muy) sereno Ángel Gabilondo se mostró como cabeza de lanza de la oposición a Isabel Díaz Ayuso, que por su parte se dio un baño de masas en Madrid Río en un ambiente festivo, casi de euforia entre las filas del PP. Edmundo Bal, al que se le nota que es consciente de que la supervivencia de Ciudadanos en la Asamblea pende de un hilo, intentó no obstante insuflar energía a sus votantes; Mónica García vendió su modelo de Madrid y recordó su trabajo en la oposición estos dos años, prácticamente como cabeza de la misma. Y en Colón, Rocío Monasterio se vistió de víctima de la violencia pese a mandar, de nuevo, «a su casa» a Pablo Iglesias, que abrió y cerró el mitin más largo de los seis (intervinieron él dos veces, Yolanda Díaz, Irene Montero, Ada Colau, Serigne Mbayé, Isa Serra… y más).

Todo el pescado está vendido en Madrid. La suerte está echada para unos y para otros y el martes, las urnas serán las que hablen.

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