La antigua línea de ferrocarril que se ha convertido en un curioso sendero para pasear en París
Hace más de 170 años, un ferrocarril recorría la ciudad de París por el interior de los bulevares des Maréchaux en una línea conocida como La Petite Ceinture. A día de hoy, las vías ya están en desuso, pero eso no significa que estén abandonadas. Ahora esos raíles comidos por la vegetación se han convertido en una idílica zona de paseo en la capital francesa. En definitiva, a pesar de ser una urbe tan turística, nos sigue sorprendiendo con lugares nuevos que descubrir.
32 kilómetros rodeando la capital francesa
La Petite Ceinture nos remontamos a 1851, cuando se tomó la decisión de crear un ferrocarril de circunvalación dentro de las fortificaciones de la capital. Los tramos se fueron inaugurando entre 1852 y 1869 hasta crear una la línea de 32 kilómetros que transitaba por los bulevares des Maréchaux, es decir, el conjunto de grandes avenidas que rodean París casi en el límite de la ciudad. En un principio estaba destinada a los trenes de mercancías, pero en 1862, la línea se unió a la de Auteuil y se abrió también al transporte de viajeros por los barrios periféricos de la urbe.
Aunque en un principio el ferrocarril fue un éxito y tenía mucho tráfico, a partir de 1901 fue experimentando un claro declive y se fue reduciendo el número de trenes. Finalmente, La Petite Ceinture se cerró para los pasajeros y solo algunos tramos funcionaban para el transporte de mercancías. A día de hoy, alguna parte de la vía se utiliza de forma puntual, pero en general los 32 kilómetros están en total desuso para trenes.
Caminar entre la vegetación y descansar en las antiguas estaciones
Aunque ya no circulen trenes por La Petite Ceinture, varias secciones están abiertas al público, ya que se ha convertido en un curioso sendero donde pasear por los distritos periféricos de París al mismo tiempo que recorremos el patrimonio histórico de la ciudad.
Las vías están repletas de plantas y flores, lo que crea una postal verdaderamente mágica. Esta biodiversidad tan singular está formada por más de doscientas especies vegetales y más de setenta especies animales que también habitan el lugar. Además, para hacer del paseo una experiencia mucho más agradable, algunas de las antiguas estaciones de la se han convertido en bares, restaurantes (como el Poinçon) y locales culturales (como el Hasard Ludique).
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