Islas Feroe: un territorio aislado con más ovejas que humanos y gastronomía con estrella Michelin
Los paisajes feroces de las Islas Feroe son prácticamente desconocidos entre los turistas. Su situación tan aislada ha hecho que el archipiélago haya pasado desapercibido, pero tan solo poniendo un pie en su territorio, este consigue robarnos el corazón irremediablemente.
Aquí nuestra mirada no sabrá a dónde dirigirse, a las llanuras verdes donde pastan las ovejas, a las montañas y acantilados de formas abruptas o a los saltos de agua que caen con estruendo. Pero sea como sea, este territorio tan aislado contentará a todos los viajeros, ya sea que busquen un lugar donde relajarse y no escuchar más que silencio o bien sentir al máximo la adrenalina mientras practican algún deporte de aventura.
Un sinfín de curiosidades
Las Feroe pertenecen oficialmente a Dinamarca, pero están autogobernadas en la mayoría de asuntos. Y aunque sepamos ubicar el país danés en un mapa, con las islas lo tenemos más complicado. El archipiélago se encuentra a medio camino entre Escocia e Irlanda, a 257 kilómetros del territorio vecino más cercano, y está formado por 18 masas de tierras de origen volcánico (17 de ellas habitadas) separadas por estrechos y fiordos, pero unidas por “una red de carreteras, túneles y líneas de ferris”, cuentan a 20minutos desde la Oficina de Turismo.
Su territorio no es muy extenso, pero está plagado de belleza y de un sinfín de curiosidades que nos harán volar la mente. Para empezar, son 50.000 las personas que habitan la isla, una cifra que resulta irrisoria si lo comparamos con el número de ovejas. La población de ovinos casi duplica a la de humanos, con alrededor de 80.000 ejemplares de la especie campando en el archipiélago.
Pero eso no es todo, y es que ese reducido número de personas resulta increíblemente especial. La población está formada por 80 nacionalidades diferentes y cuenta con una de las esperanzas de vida más altas del planeta (concretamente, están en el puesto número 12 en el ranking mundial).
Y la lista de datos singulares no cesa. El 50% de la energía del archipiélago es renovable, solo hay cinco semáforos en todas las islas, cuenta con la primera rotonda submarina del mundo, ningún punto del territorio está a más de 5 kilómetros del mar, el número personal del presidente aparece en la guía telefónica… En definitiva, las Feroe son un lugar increíblemente peculiar.
Una naturaleza simplemente perfecta
Pero más allá de sus curiosidades, lo que más nos llama la atención de las Islas son sus espectaculares paisajes. Azotadas por las olas del Atlántico, en estas tierras conviven en una simbiosis perfecta los verdes valles y los acantilados escarpados, las extensas llanuras y las altas cascadas que vierten sus aguas directamente sobre el mar.
En un lugar tan mágico es evidente que nos esperan un sinfín de experiencias para vivir. Empezando suave, podemos hacer gran cantidad de rutas de senderismo, ciclismo o a caballo a lo largo de las ínsulas, recorriendo sus montañas y sus zonas costeras. Todo ello acompañados por una quietud sobrecogedora y por el vuelo de los pájaros sobre nuestras cabezas, y es que “hay aproximadamente 110 especies diferentes de aves en las Feroe”, cuentan.
En busca de algo más de adrenalina, podemos bucear en las gélidas aguas del norte y descubrir un mundo nuevo bajo las profundidades. Desde campos de algas hasta grutas subacuáticas nos esperan en el fondo marino. Aunque hay que tener en cuenta que “la temperatura del agua varía de 4 a 10 grados según la temporada, pero la visibilidad es mejor en invierno”, detallan.
Además, sobre la superficie también podemos hacer otro tipo de actividades como surf, kayak o incluso navegación en barcos tradicionales para pescar o contemplar los impresionantes fiordos. Y podemos ir más allá y atrevernos con deportes de aventura como el rappel, el alta delta o el parapente.
Una gastronomía de estrella Michelin
Conocer verdaderamente un lugar pasa por adentrarse también en su gastronomía. Y como no puede ser de otra manera, la cocina feroesa es igual de interesante que su territorio. Desde cordero fermentado hasta pescado secado al viento, pasando por cabeza de oveja, son las curiosas elaboraciones que se preparan en este lugar.
Todo ello se elabora siguiendo los tradicionales métodos que han pasado de generación en generación, marcados por su insularidad y aislamiento, que les ha obligado a aprovechar cada parte de los animales que cocinan, además de “almacenar y conservar todo lo posible para los tiempos más difíciles”, explican.
Además, en sus tierras apenas crece nada. Tan solo se cultivan algunas hortalizas como nabos, remolachas, rábanos, patatas y zanahorias. Sin embargo, esta limitación en los alimentos no ha impedido que la gastronomía feroesa sea brillante e innovadora. En su recientemente inaugurado restaurante Ræst (palabra utilizada para referirse a la técnica de fermentación al aire libre), se sirven platos tradicionales de las islas Feroe, como el bacalao, intestinos de cordero y colon sobre chucrut, todo ello, por supuesto, fermentado.
Pero la joya de la corona culinaria se lo lleva el restaurante KOKS, que bien podría añadirse a la lista de curiosidades, ya que cuenta con 2 estrellas Michelin. De manera temporal, se ha trasladado a Groenlandia, pero ya han avanzado que esperan volver a las remotas islas el próximo 2024, para así seguir ofreciendo su delicioso menú que añade un toque de creatividad a los ingredientes y técnicas tradicionales.
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