Intel ha dado con ‘Alder Lake’ el paso hacia delante que necesitaba a toda costa: ahora la pelota está en el tejado de AMD
Ha llegado la hora de hacer balance. El tiempo que hemos dedicado a los procesadores Intel Core de 12ª generación ‘Alder Lake’ y a las nuevas memorias DDR5 durante las últimas semanas nos ha permitido formarnos una idea bastante precisa acerca de lo que nos ofrecen.
Y sí, definitivamente, como defendemos en el titular de este artículo, Intel ha dado el paso hacia delante que necesitaba dar para no seguir perdiendo terreno frente a AMD desde un punto de vista estrictamente tecnológico.
Si nos ceñimos a la cuota de mercado que acaparan estas dos compañías en el mercado de los microprocesadores x86-64, Intel siempre ha gobernado con puño de hierro. Según la consultora Statista en 2021 esta última compañía acapara aproximadamente el 60% de la cuota de mercado, y AMD se queda con el 40% restante.
Es evidente que Intel sigue ocupando una posición relativamente cómoda, pero si miramos el histórico para ver cómo han evolucionado las ventas de ambas empresas podemos observar que AMD se encuentra en su mejor momento. Tanto desde un punto de vista tecnológico como si nos ceñimos a sus ventas.
Dadas las circunstancias es evidente que Intel tenía que ponerse las pilas. Y lo ha hecho. Los procesadores Intel Core de 12ª generación nos han demostrado en nuestras pruebas que tienen lo que hace falta para colocar de nuevo a esta compañía en la senda de la competitividad.
No son perfectos, pero los chips ‘Alder Lake’ son una apuesta sólida
«Cuando pisamos el acelerador y les pedimos que nos entreguen lo mejor de sí mismos los núcleos de alto rendimiento de los procesadores ‘Alder Lake’ se transforman en unos auténticos devoradores de hilos de ejecución». Esta cita extraída del análisis que dedicamos a estos chips hace dos semanas sintetiza bastante bien la que sin duda es una de las principales cualidades de los nuevos procesadores Intel Core de 12ª generación.
Y es que su rendimiento monohilo es fabuloso prácticamente en todas las pruebas a las que los hemos sometido. De hecho, es tan bueno que consiguen acercarse mucho en los escenarios multihilo a los procesadores Ryzen 5000 que tienen más núcleos que ellos. Y doblegar con claridad a los que tienen la misma cantidad de núcleos. Dadas las circunstancias es muy difícil poner pegas al rendimiento global de los nuevos microprocesadores de Intel.
No obstante, este no es su único punto a su favor. Intel ha acertado al introducir la tecnología de memoria DDR5 como compañera de viaje de los chips ‘Alder Lake’ porque esta apuesta afianza la competitividad de esta plataforma a medio y largo plazo. Pero sobre todo ha acertado al mantener la compatibilidad con las memorias DDR4 y permitir que aquellos usuarios que tienen unos módulos de este tipo rápidos y de calidad puedan seguir utilizándolos con los chips Intel Core de 12ª generación.
Pese a todo, estos procesadores están lejos de ser perfectos. En nuestra opinión su talón de Aquiles es su consumo máximo bajo estrés, que se ha reducido ligeramente si los comparamos con los chips Intel Core de 11ª generación, pero que sigue siendo muy superior al consumo de los procesadores equiparables de la familia Ryzen 5000 de AMD. Además, las CPU de Intel se calientan sensiblemente más, por lo que es importante que estén acompañadas por un sistema de refrigeración eficiente.
En cierta medida esta diferencia de consumo y nivel de disipación de energía térmica entre los últimos procesadores de Intel y AMD puede atribuirse a la forma en que están implementadas las microarquitecturas ‘Zen 3’ y ‘Alder Lake’.
No obstante, también parece razonable asumir que la tecnología de integración FinFET de 7 nm utilizada por TSMC para fabricar los procesadores de AMD da a estos chips cierta ventaja frente al proceso fotolitográfico Intel 7 de los nuevos ‘Alder Lake’ si nos ceñimos a su eficiencia energética en condiciones exigentes.
Ahora te toca a ti, AMD
La llegada de los nuevos procesadores de Intel no merma el atractivo de los chips Ryzen 5000 de AMD. En nuestra opinión estas CPU siguen siendo extraordinariamente competitivas. Las avala un rendimiento monohilo intachable, y, sobre todo, una productividad en los escenarios multihilo que en los procesadores de gama alta quita el hipo. Y, además, lo hace sin contemplaciones.
Sus Ryzen 5000 son tan buenos que AMD puede permitirse el lujo de ser conservadora y no arriesgar
Además, estos procesadores tienen un consumo máximo bajo estrés moderado, y en estas mismas circunstancias la mayor parte de ellos se mantienen frescos como una lechuga. Con estos precedentes es casi imposible prever que AMD vaya a dar un paso en falso con sus próximos procesadores Ryzen con microarquitectura ‘Zen 4’. De hecho, sus Ryzen 5000 son tan buenos que puede permitirse el lujo de ser conservadora y no arriesgar. Le basta seguir el mismo camino por el que está transitando desde que llegó la primera generación de procesadores Ryzen en 2017.
Desafortunadamente, la crisis de los semiconductores lo está empañando, pero el mercado de los microprocesadores está objetivamente atravesando un buen momento. Y este panorama a los usuarios nos anima a estar razonablemente ilusionados.
Dejando a un lado las preferencias que algunos entusiastas puedan tener por una compañía u otra no cabe duda de que lo que nos interesa es que ambas estén en buena forma. Y ahora lo están. Intel y AMD. AMD e Intel. Podemos estar seguros de que 2022 nos deparará emociones fuertes. Solo nos queda cruzar los dedos y confiar en que estas dos empresas tomen las decisiones adecuadas. Y, de paso, que el déficit de semiconductores dé sus últimos coletazos de una vez por todas.
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La noticia
Intel ha dado con ‘Alder Lake’ el paso hacia delante que necesitaba a toda costa: ahora la pelota está en el tejado de AMD
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Juan Carlos López
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