Vivienda

Hemos metido a un paleto en esta mansión de 11 millones de euros para ver su reacción

Un ‘concierge’ francés llamado Rémy saca cuidadosamente botellas de vino para colocarla en los estantes de la bodega. Por sus manos pasan varios Vega Sicilia, un Marqués de Murrieta, algún Grand Regnard, un Maison Chapoutier, un Prado Enea, un oloroso Lustau, un Cocito Barbaresco Baluchin Riserva, un La Casaccia —al dueño de la casa, un empresario del sudeste asiático, parecen gustarle los piamontenses— o un Château Figeac. Está en la planta más baja de una enorme casa de más de 2.500 metros cuadrados en la parte más exclusiva de Sotogrande. A lo lejos llegan los susurros acuáticos de la depuración de la piscina climatizada y el burbujeo del ‘jacuzzi‘, encendidos pese a que en la mansión no ha habido en varias semanas nadie más que el ‘concierge’, que duerme en un coqueto apartamento integrado en la planta baja.

Probablemente, así seguirá durante meses. Sin embargo, esta casa debe estar siempre encendida y en perfecto estado de revista, como si el empresario y su familia fuesen a aparecer al minuto siguiente. Entre otras cosas, en eso precisamente consiste el lujo.

Ruth Ugalde

Todos los indicadores inmobiliarios apuntan a que la compra de este tipo de villas como segundas residencias se ha disparado durante la pandemia. O, quizás, a consecuencia de ella. Es un fenómeno multifactorial. Por un lado, ahora hay cada vez más multimillonarios con menos de 40 años y, por el otro, cada vez toman antes una decisión que solía demorarse hasta los 65 o 70 años. Ya no buscan escapar a Sotogrande, Marbella o Menorca —tres de los lugares donde más se ha disparado la compra de viviendas de lujo en Europa— para disfrutar de la jubilación, sino para seguir en activo.

A esto hay que añadirle la normalización del teletrabajo y el replanteamiento que todos hemos hecho de nuestro propio, pequeño o gigantesco, domicilio. En cualquier caso, hablar de segunda residencia en estos casos es una ingenuidad. Para quienes compran una casa como esta, de 11 millones de euros, no existe el concepto ‘segunda residencia’, primero porque nunca suele ser la segunda que poseen y porque, pese al coste, no suele tener un carácter tan permanente como los apartamentos de la playa de la clase media.

El concepto ‘segunda residencia’ no existe para quien invierte millones en una casa

Es, sobre todo, una inversión que disfrutarán durante unos pocos años antes de venderla más cara, planear y saltar a un nuevo inmueble.

Lo que el magnate no ve

Casas así de espléndidas se pueden ver habitualmente en revistas de arquitectura. Los múltiples salones con estilos de interiorismo diferentes, pero complementarios, la escalera de subida a las habitaciones enroscada a un ‘chandelier’ de cristales tintados confeccionado en París y que costó 12.000 euros. Las paredes de travertino toscano donde las tiras LED aparecen enhebradas como en una muselina. Las habitaciones principales donde hay de todo —de todo— salvo una televisión y que se ramifican en incontables vestidores, para el marido y para la mujer. Duchas tan extensas que cuentan con dos accesos distintos.

Frente al ‘jacuzzi’ hay una especie de barra para cócteles con cuatro taburetes que fueron construidos en Cádiz a partir de la fotografía de un ‘beach club’ en Maldivas que la señora de la casa mostró, están hechos de madera maciza y recubiertos de metal fundido color cobre. Los taburetes le encantaron desde que los vio aquel día y quiso tener unos en su casa, no parecidos, sino idénticos. Eso también es lujo.

Sotogrande, una de las principales urbanizaciones de lujo en España (EC)Sotogrande, una de las principales urbanizaciones de lujo en España (EC) Sotogrande, una de las principales urbanizaciones de lujo en España (EC)

Independientemente de quienes sean sus dueños, todas estas casas tienen algo en común. Como ocurría durante la pandemia con los hospitales que se dividían en circuitos para el covid-19 y el resto de patologías, estas mansiones tienen un recorrido para quienes las disfrutan y otro para quienes las mantienen calientes. Suele comenzar por la puerta por la que accede el servicio, pasan por un pasillo en el sótano donde se encuentra la lavandería y una enorme sala de máquinas llena de calderas, compresores, tuberías de entrada y salida o pilotos encendidos verdes y rojos.

El recorrido acaba en la ‘dirty kitchen‘, una cocina paralela construida a espaldas de la cocina oficial, de revista, donde los propietarios disponen de una isla, una nevera con doble puerta o una máquina de expresso, además de electrodomésticos marca Wolf o Gaggenau Hausgeräte, la auténtica gama alta para desengañar a quienes presumíamos de haber comprado en el último Black Friday un frigorífico alemán rebajado. Aunque la casa está habitualmente vacía, en la otra cocina es donde realmente se intuye vida: botellas de aceite a medio consumir, salsas y especias alrededor de fogones limpios pero con muescas. En estas cocinas se prepara toda la comida que se consume en la casa, dictada muchas veces por los nutricionistas del dueño de la casa o por los antojos de los hijos.

Antaño reducida a una esquina, la sala de ‘wellness’ ha ido ganando protagonismo en el diseño de este tipo de viviendas de lujo, con casi tantos aparatos como un gimnasio de barrio y, decididamente, bastantes más camas de masaje.

Es más útil mentalmente imaginar estas mansiones como hoteles que como casas

Mentalmente, imaginar estas mansiones como una casa lleva a más equívocos que imaginarlas como un pequeño hotel, solo que abierto para un reducido grupo cerrado de huéspedes. Hacerla funcionar requiere, además del ‘concierge’ —empleado principalmente en dar servicio a los dueños con servicios más allá de la vivienda, por ejemplo alquilar un coche de alta gama o hacer traer al experto en vinos para que asesore al propietario en la composición de la bodega—, dos personas para cuidar el jardín y la piscina, otra para el mantenimiento de la vivienda, otras dos para arreglar las habitaciones y hacer una limpieza general porque una sola no basta, un chef y quizás un pinche de cocina… En total se requiere contratar a siete u ocho personas solo para poder disfrutar la casa; de lo contrario, el dueño se convierte en un esclavo del edificio donde soñaba con vivir.

La pandemia ha introducido también otra novedad en este tipo de viviendas: una oficina totalmente equipada donde trabajar. Al lado, un cuarto contiguo con tableros en las paredes y dos estructuras negras del tamaño de una nevera. Sí, la casa dispone de sus propios servidores.

Pocas a la venta

«Actualmente, hay poca promoción porque se ha vendido casi todo en estos meses», explica una fuente conocedora del mercado de Marbella, uno de los caladeros de residencias de lujo donde los extranjeros acuden normalmente a faenar. «Lo que queda es muy residual».

Luis Alfonso de Borbón, Jaime de Marichalar, la familia Botín o Ana Rosa Quintana están entre los vecinos que se conocen, que son los menos. La mayoría son desconocidos y extranjeros, por ejemplo, un exministro ruso llamado Víktor Khristenko, tan apasionado del golf como de los mejores quesos del mundo. Sin desvelar más nombres u ocupaciones, las fortunas que poseen las propiedades que rodean a la mansión donde nos encontramos —una de las más exclusivas dado que es de las pocas con vistas al mar— proceden de Irlanda, Holanda, Rusia, Kuwait o Canadá, de donde procede el vecino más reciente.

E. Sanz

«Ha vendido su empresa de juegos ‘online’ por 300 millones y quería venir al sur de Europa», explica esta misma fuente. «Estaba entre venirse aquí o al sur de Francia y finalmente ha optado por Sotogrande». Otro factor que ha estimulado que casi no queden casas de lujo a la venta en la región es una nueva corriente de millonarios procedente de Latinoamérica o, más concretamente, de México y Venezuela.

Entre los millonarios también hay clases, claro. El que busca casoplón en Marbella está más interesado en socializar y ostentar: acercarse a Puerto Banús y presumir de coche, ropa, reloj, pareja… Mientras que el que busca casa en Sotogrande lo que quiere es, simplemente, desaparecer discretamente en una de las mansiones horadadas entre los pinos, brezos y alcornoques que tapizan el promontorio a cuyos pies se extiende el célebre campo de golf.

En las Baleares, el fenómeno sigue el mismo patrón. «En los últimos cinco años, el mercado inmobiliario de Son Vida, que siempre ha estado en el tramo más elevado de la isla, ha evolucionado hacia el segmento ultraalto debido a la creciente demanda de grandes villas de diseño a medida por parte de compradores extranjeros», comenta Gabriela Muñoz, de la inmobiliaria Engel & Völkers, especializada en este tipo de público y que en Mallorca ha obtenido sus mejores resultados semestrales de los últimos 30 años.

Construir su propia mansión

Como señala esta experta, hay una diferencia sustancial entre aquellos que se compran una casa de lujo por varios millones y este segundo grupo: los que se construyen una casa de lujo adaptada a sus preferencias, del mismo modo que se hacen un traje a medida o customizan su deportivo.

Un arquitecto que prefiere no aparecer con su nombre y apellidos en este artículo lleva cerca de 25 años construyéndolas junto a sus socios. Hace unos años construyeron en La Zagaleta, cerca de Marbella, una casa para un futbolista de la Premier League y entonces dieron definitivamente el salto.

Ahora sacan adelante entre siete y ocho casas de lujo cada curso y nunca les faltan candidatos. Incluso pueden permitirse declinar propuestas si no se adaptan al estilo y filosofía del estudio. En cualquier caso, nunca faltarán arquitectos capaces de construir un Taj Majal pintado de rosa chicle a un recién millonario hortera, que los hay.

Playa artificial The Beach en Sotogrande, uno de los centros de peregrinación de este tipo de clientes (EC)Playa artificial The Beach en Sotogrande, uno de los centros de peregrinación de este tipo de clientes (EC) Playa artificial The Beach en Sotogrande, uno de los centros de peregrinación de este tipo de clientes (EC)

Cada una de estas viviendas, que tarda entre 14 y 18 meses en completarse, emplea a unas 70 personas entre las fases de construcción, paisajismo, decoración o interiorismo. Actualmente, apuran los últimos detalles de una casa donde la luz y los materiales tienen una gran predominancia. Muchos espacios abiertos tipo ‘loft’ y bastante vegetación: adelfas, olivos, granados, brezos, lentiscos, alcornoques, palmeras sueltas y alguna higuera provocan en el habitante el efecto de tener siempre el sotobosque gaditano al alcance de los dedos.

«Siempre haces la casa de otro, no la tuya, eso es algo que muchos arquitectos no entienden», explica este arquitecto a El Confidencial. «La arquitectura no es escultura, es un escenario para el hombre como dice Siza«.

Los clientes llegan habitualmente por el boca a boca, no tiene demasiado sentido poner anuncios en el periódico o la radio para construir mansiones personalizadas de cinco a 14 millones de euros. Lo primero que hacen es hablar, largo y tendido. ¿Cómo es su vida? ¿Cuál es el programa que tiene para esa nueva casa? ¿Le gustan los espacios abiertos o recogidos? ¿Qué diálogo establecerán las áreas privadas de la casa con las más públicas?

Como ocurre con la gente que va al médico, los millonarios de 2021 ya están resabiados cuando van a hablar con el arquitecto. Han cotejado muchas revistas de arquitectura, han mirado muchas imágenes en internet y, sobre todo, quieren muchas de las cosas que han visto en otras mansiones, solo que mejores.

«Parte del trabajo es centrarles un poco, vienen con una idea vaga, pero no saben darle forma», añade. La primera reunión tiene lugar en un ‘showroom’ de materiales donde el arquitecto les enseña maderas, suelos, pero, sobre todo, piedra natural. En algunas de las paredes de sus casas de Sotogrande la piedra muestra orgullosa las cicatrices de la cizalla. No es un error, es que los clientes prefieren que se sepa: esta pared salió directamente de la roca madre. Otros le piden un acabado único en la piedra con la promesa de que jamás lo volverán a utilizar en casa de otra persona.

Tras un apretón de manos, se firma un precio fijo y una fecha de entrega por contrato.

«La pandemia ha acelerado el rejuvenecimiento de nuestros clientes», reflexiona. «Antes la gente demoraba ese sueño de tener una casa, ahora han dicho: la quiero ya».

Entre sus clientes más jóvenes, nunca faltan los futbolistas que solicitan cosas como una cocina de marca Armani, pero cada vez está tomando más presencia un nuevo tipo de millonario. Empresarios vinculados al sector tecnológico y, más concretamente, a negocios de internet. Por ejemplo, están en conversaciones con un joven informático del norte de Europa que se hizo de oro gracias a un juego de móvil estilo ‘Angry Birds’.

Mi siguiente pregunta era inevitable, pero un colaborador la desactiva rápidamente: «Los ‘youtubers‘ aún no están a ese nivel».

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