Economía

¿Hasta cuándo seguirán disparados los precios? Los expertos son claros… los productos que han subido no van a bajar

Los consumidores españoles se están llevando las manos a la cabeza desde hace más o menos un año cuando van al supermercado, llenan de gasolina el depósito de su coche o les llega la factura de la luz. Y es que los precios de los bienes de consumo han sufrido este año la mayor subida en casi tres décadas.

Según datos oficiales proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índice de precios del consumo (IPC), el indicador que refleja en España cómo se han encarecido los bienes y servicios más demandados por los ciudadanos, subió en diciembre de 2021 un 6,5% respecto al mismo mes de 2020. La inflación media anual el año pasado fue del 3%.

En términos económicos, este incremento de precios se conoce como inflación y hace referencia a la subida generalizada y sostenida de los precios de bienes y servicios durante un periodo de tiempo. Este aumento general tiene como resultado que por cada moneda (como el euro o el dólar) pueden adquirirse menos bienes y servicios conforme pasan los días.

Una de las señales a las que hay que estar más atentos es la evolución de la inflación subyacente -aquella que en el cálculo de los precios excluye el coste de los productos energéticos (luz, gas…) y los alimentos no elaborados, que son más volátiles-. Este indicador es muy valioso para calibrar hasta qué punto las subidas de precios puntuales se van transformando en estructurales. En diciembre alcanzó el 2,1% interanual, su tasa más elevada desde marzo de 2013.

Varios expertos económicos han analizado para 20minutos esta situación de alza de precios que aún no ha tocado techo, cuál será su evolución, cómo afecta a la economía o qué podría pasar en un futuro próximo, entre otros.

¿Por qué están subiendo tanto los precios?

Existe en un consenso absoluto en que el principal responsable de este subida de precios es la escalada del coste de la energía. La electricidad, por ejemplo, indispensable para el funcionamiento de las fábricas donde se producen los bienes de consumo, cerró 2021 con un precio medio de 111,9 euros/MWh, el más caro de la historia y el triple que los 33,9 euros de media en 2020.

«La inflación puede producirse por un aumento de la demanda o un encarecimiento del coste de producción. En este caso concreto, se está produciendo por lo segundo como consecuencia de los problemas derivados del coste de la energía. A ello, hay que sumar los retrasos en el transporte marítimo debido al cuello de botella que ha provocado la covid», explica Álvaro Anchuelo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos.

España tiene un problema de competitividad estructural que al final acaba afectando a los precios»

En España, la inflación está siendo mayor que en países de nuestro entorno, como Francia o Alemania. ¿Cuál es la razón?

«España tiene un problema de competitividad estructural que al final acaba afectando a los precios», sentencia José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra. Esta brecha productiva de España con los países de su entorno se debe, entre otros, al peso de sectores menos intensivos en capital como el turismo, el tamaño reducido de las empresas o la escasa inversión en investigación y desarrollo.

Por otro lado, García Montalvo señala que a este problema de competitividad hay que añadir que el «impacto del precio de la energía» en España es mayor que en otros países debido a la dependencia energética que tenemos del exterior, como sucede con el gas. Esto, sin embargo, no ocurre en Francia, donde la producción de energía nuclear les permite acceder a energía más barata.

¿Puede el Gobierno hacer algo para frenar esta tendencia inflacionista?

La respuesta es que no. «Dependemos de lo que haga el Banco Central Europeo (BCE), pero no parece que vaya a pronunciarse por el momento porque la inflación subyacente es baja», afirma García Montalvo, quien descarta que en Europa se apliquen políticas fiscales contractivas (reducción del gasto público, subida de tipos de interés…) para actuar sobre la inflación, como ha anunciado la Reserva Federal de EE UU, donde los precios han subido un 7% en un año.

«Con esas políticas contractivas lo que se consigue es enfriar la economía para que haya una reducción de la actividad, se consuma menos y caigan los precios», precisa Gonzalo Gómez Bengoechea, profesor de Economía de Comillas ICADE. «Pero esas políticas no valen para Europa porque la inflación subyacente, disparada en EE UU, no está en niveles altos», añade.

«Ni el Gobierno ni las autoridades europeas pueden hacer nada porque no tienen capacidad para ir a la raíz del problema», opina Anchuelo, para el que el BCE acierta no tomando decisiones en estos momentos ante una situación que «a día de hoy parece transitoria».

¿Hasta cuándo va a seguir subiendo la inflación?

Aunque existen previsiones por parte de organismos económicos y entidades financieras, nadie lo sabe a ciencia cierta. El Banco de España ha advertido en un documento reciente suscrito por su gobernador, Pablo Hernández de Cos, de que el encarecimiento de las materias primas energéticas registrado durante los últimos meses puede tener efectos «relativamente duraderos» sobre la inflación.

El documento prevé una inflación que «repuntaría desde el 3% en 2021 hasta cerca del 4% en 2022, pero con una desaceleración progresiva, sobre todo en la segunda mitad del año, que llevaría a que esta se situara por debajo del 2% al final de este año y en los siguientes ejercicios».

El Banco de España prevé una inflación cercana el 4% en 2022, pero con una desaceleración progresiva

¿De qué va a depender que siga al alza?

Según el Banco de España, existen dos fuentes de riesgo que podrían generar un proceso inflacionista más duradero. La primera surgiría de un escenario en el que se produjese un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas. «Tiene que ver fundamentalmente con las tensiones energéticas entre Rusia y Ucrania«, precisa Gómez Bengoechea.

El otro factor es que se produzca una elevada transmisión del repunte de la inflación a las demandas salariales de los trabajadores, lo que provocaría aún mayores subidas en los precios. De esto advierte el responsable de análisis económico de BBVA Research, Rafael Doménech, que ha pedido responsabilidad a todos los agentes económicos a la hora de las negociaciones salariales porque si la inflación se traslada con fuerza a los sueldos podría convertirse en un elemento estructural. «De suceder sería como un virus que te mata el crecimiento», sentencia Bengoechea.

¿Cómo está afectando a la recuperación económica de España?

«Básicamente se está produciendo un efecto de ralentización en el crecimiento previsto de la economía debido a la pérdida de poder adquisitivo«, indica Gómez Bengoechea, cuyo diagnóstico coincide con el de otros analistas, que también apuntan a que el alza de la inflación ha acabado con los ahorros generados en la pandemia.

Del freno de la economía nacional ya ha advertido el Banco de España, que ha revisado a la baja la previsión de crecimiento para 2021 -el pasado septiembre vaticinó que sería del 6,4%- y la ha situado por debajo del 5%. En concreto prevé un repunte del PIB en 2021 del 4,5%, una cifra clavada a la que espera la OCDE y muy similar a las que anticipan la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

-Una vez que se estabilice esta tensión inflacionista, ¿los precios van a regresar a sus niveles anteriores o se mantendrán?

Los expertos son claros: los precios que han subido no van a bajar. Por tanto, si el coste de un determinado producto ha aumentado en los últimos tiempos esa subida se va a mantener. «Lo normal es que cuando bajen los niveles actuales haya mayor estabilidad en los precios e incluso un poco de inflación. Lo contrario produciría deflación, que es algo que nunca queremos. En las economías de los países desarrollados lo normal es que la inflación se sitúe en torno al 2% y que el nivel de crecimiento sea sostenido», aclara José García Montalvo.

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