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Hace unas semanas pensábamos que España estaría hundida en la nieve. El fallo de los modelos no es una buena noticia

Hace unas semanas pensábamos que España estaría hundida en la nieve. El fallo de los modelos no es una buena noticia

El día de Reyes parecía claro: en menos de una semana, el nordeste de la península iba directo a enfrentarse a un importante temporal que tenía potencial de poner buena parte del país patas arriba. Tanto es así que el fantasma de Filomena volvió a recorrer España tres años después.

El resultado, sin embargo, ha sido algo decepcionante: sí, AEMET puso a medio país en alerta por nieves y la bajada de temperaturas nos ha hecho recordar lo que es un invierno tradicional. De dos días, pero un invierno al fin y al cabo.

El problema es que las expectativas estaban demasiado altas. Y la pregunta es… ¿se han equivocado los modelos o es que los medios sobredimensionaron el impacto de la tormenta?

Y la respuesta es: ambas. Por un lado, no es habitual que en tan poco tiempo los modelos cambien de forma tan radical. Durante días y de forma muy persistente, el modelo del ECMWF apoyaba un amplio episodio de nieves en todo el noreste del país. El EFI (que mide la rareza de evento) estaba muy elevado: insinuando que podíamos llegar a estar ante una nevada histórica. Sin embargo, muy rápidamente, todo eso se desvaneció.

No obstante, hay algo que se pasó por alto: que esa insistencia tenía mucho de artefacto estadístico. Como recuerda González Alemán, la predictibilidad de la salida del modelo europeo era, en realidad, baja. Es decir, si analizábamos los distintos escenarios probabilísticos podíamos ver que la dispersión era muy alta y que al escenario que se mostraba en el determinista le faltaba mucha información.

En el fondo, como ocurre con el famoso efecto de regresión a la media, «si la dispersión entre los miembros es alta (baja predictibilidad), es esperable también que durante las sucesivas actualizaciones el conjunto también pueda ir cambiando» explicaba González Alemán. Aunque añadía rápidamente que «no deberían ser saltos grandes».

De dos palmos de nieve a dos palmos… de narices. Sea como sea, el resultado es el mismo. Un golpe rápido de frío intenso (muy frío: hasta – 8 grados), lluvias y nieves en muchas zonas del norte y, acto seguido, de nuevo la estabilidad. Algo que viene genial para la maltrecha industria del esquí, pero que se queda a medio gas (teniendo en cuenta lo que se podía esperar hace una semana).

A vueltas con la incertidumbre. En el fondo, lo que hemos vivido un episodio más de uno de los males endémicos de la meteorología: una idea demasiado fija de todo ello. Es decir, nuestra dificultad para pensar el tiempo como un sistema caótico que es muy difícil de predecir y sobre el que deberíamos hablar siempre en términos probabilísticos.

Pese a lo que podía parecer y pese a que es innegable que los modelos no estuvieron muy finos, la «predictibilidad» de las salidas de la semana de Reyes no era muy alta y eso hay que tenerlo siempre en mente. Si no empezamos a pensar en la meteorología como un sin fin de escenario posibles, las sorpresas seguirán llegando.

Por otro lado, no son buenas noticias. No hay que olvidar que como confirmaba hace unos días el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), 2023 ha sido el año más cálido desde que hay registros. Muy por encima del anterior. No es una sorpresa: no solo se alcanzaron temperaturas mensuales excepcionalmente altas sino que los promedios diarios de temperatura global que superaron brevemente los niveles preindustriales en más de 2°C.

Y no llueve. Al menos, no llueve lo suficiente. Pasan los días y los acumulados siguen siendo muy bajos en buena parte del país. La cuesta de enero cada vez es más empinada. Como explicaba Álvaro Oliver, la semana que viene podríamos tener temperaturas muy por encima de la media.

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Por el otro, hay un debate abierto. Y es que en el mundillo de aficionados a la meteorología los problemas con los modelos no caen en saco roto. ¿Es posible que los últimos años de calentamiento hayan cambiado las dinámicas atmosféricas y los modelos hayan perdido cierta capacidad para predecir el comportamiento de las tormentas a largo plazo?

Según gráficas como la de arriba, no. Cada vez somos mejores haciendo pronósticos (y es lógico, porque nuestra «resolución espacial» cada vez es mejor) pero también es cierto que cada vez hay más anticiclones y dorsales (y estos son mucho más fáciles de predecir). No creo que aún tengamos motivos sólidos para dudar de los modelos, pero está claro que el cambio climático es un problema incluso para esto. 

En Xataka | Algo va a cambiar en enero: los modelos empiezan a señalar un cambio de tendencia y es justo lo que España necesita

Imagen | ECMWF


La noticia

Hace unas semanas pensábamos que España estaría hundida en la nieve. El fallo de los modelos no es una buena noticia

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Xataka

por
Javier Jiménez

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