Fedea advierte de un "preocupante" aumento de gasto en pensiones y plantea una nueva jubilación activa para alargar la vida laboral
El envejecimiento de la población es uno de los grandes retos —si no el mayor— que afrontarán las finanzas públicas españolas en las próximas décadas. En menos de 30 años, los españoles en edad de retirarse aumentarán de 9,7 a 16 millones, con el consiguiente incremento en el gasto en prestaciones públicas que habrá que atender. En este panorama, los investigadores de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), advierten de que las últimas reformas introducidas son «especialmente preocupantes», dado que —en su opinión— «han aumentado el gasto en mucho mayor medida que el ingreso».
La reforma de las pensiones introduce nuevas medidas para captar ingresos, que se pueden resumir en tres: una subida de las cotizaciones escalonada para todos los trabajadores, el destope de las bases máximas de cotización y un recargo de cotización para los salarios más elevados. Con ellas se pretende compensar el aumento de gasto que implicará la tendencia demográfica y el blindaje del poder adquisitivo a los pensionistas.
También incluye un nuevo sistema de incentivos para potenciar la jubilación activa, es decir, para que se pueda compatibilizar el trabajo con cobrar una pensión a la vez una vez ha llegado ya la edad de retirarse. En Fedea consideran que en este último punto hay mucho margen de mejora y que las medidas que ha adoptado el Gobierno «no han supuesto un cambio radical respecto a la legislación previa».
Por ello, los investigadores de Fedea plantean un nuevo modelo de jubilación activa que unifique las tres modalidades que existen actualmente y que haga plenamente compatible trabajar y poder cobrar una pensión. «Por norma general, la percepción de una pensión es incompatible con el trabajo retribuido», defienden desde este centro de estudios, financiado en buena parte por varias de las grandes empresas cotizadas del país, pero que cuenta con investigadores de prestigio en sus filas.
La idea es dar incentivos a los trabajadores para que, una vez cumplida la edad legal de jubilación, no desconecten por completo del mercado laboral. Así, se conseguiría amortiguar el aumento del gasto en pensiones y reforzar los ingresos. «La única vía para afrontar con éxito el reto del envejecimiento pasa necesariamente por utilizar parte de las ganancias de longevidad para producir y generar riqueza, alargando la vida laboral», señalan.
Para ello, se propone una transición a la jubilación que sea gradual, adaptada a cada profesión y flexible. Y que, en todo caso, permita que el trabajador sea quien decida si quiere seguir trabajando una vez cumplidos los requisitos para retirarse, y cómo combina su pensión con las horas trabajadas.
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