Estas son las enfermedades de la piel que empeoran en verano
El verano, y más si es tan caluroso como este, puede tener efectos sobre nuestra salud, también en el órgano más grande de nuestro organismo: la piel. Y es que, así como hay afecciones cutáneas que pueden mejorar durante esta estación, como el acné o la psoriasis, hay otras que empeoran notablemente y pueden perjudican seriamente a la calidad de vida de los pacientes durante esta estación. Veamos cuáles y qué hacer para remediarlo.
Rosácea
La rosácea es una afección que se produce por la inflamación de los vasos sanguíneos de mejillas y nariz, provocando el enrojecimiento de esas zonas, donde se pueden desarrollar además granos con pus muy similares al acné e incluso el agrandamiento de la nariz. En verano, debido al calor y al agua de piscinas y playas, al cloro… los síntomas de la rosácea pueden empeorar. Para minimizar los efectos del verano en la piel con rosácea, los dermatólogos recomiendan ducharse inmediatamente después de bañarse en el mar o en las piscinas y extremar los cuidados utilizando, además de protección solar, productos específicos para calmar la sensación del calor por la inflamación.
Dermatitis
El verano es la peor época para las personas con dermatitis atópica, especialmente si es grave. Muchas son las causas del empeoramiento de esta dermatitis en esta época del año: el cloro de las piscinas irrita y seca la piel, el calor, que provoca que se produzca sudor y mucho más picor, y la falta de descanso, que empeora la dermatitis. Para controlar mejor los síntomas de la dermatitis atópica en verano, se recomienda tomar el sol muy controladamente, ducharse y echarse crema inmediatamente después de bañarse en el mar o la piscina y evitar sudar en la medida de lo posible. El verano también empeora otros tipos de dermatitis, como la seborreica y dermatitis solares como la urticaria solar, la producida por el lupus, la erupción lumínica, la dermatitis fotoalérgica.
Manchas
El sol es la principal causa de la aparición de hiperpigmentación en la piel, provocando generalmente manchas oscuras (lentigos), por eso no es de extrañar que esta afección empeore en verano, cuando hay más horas de sol y, además, nos exponemos más a los rayos ultravioleta, la radiación infrarroja y la luz visible. Aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, son las zonas más visibles y más expuestas -el rostro, las manos y el escote- donde más suelen presentarse, por lo que serán zonas que más concienzudamente tenemos que proteger si vamos a exponernos al sol. Así, aunque existen cremas despigmentantes muy eficaces, lo mejor para combatirlas es evitar su aparición reduciendo al máximo la exposición solar y usando la protección solar máxima (FP 50+) a diario, aunque no vayamos a exponernos al sol de manera directa.
Hongos
Las infecciones fúngicas, ya sea en la piel en general o en las uñas de manos y pies, son más propensas en aparecer en verano y, en caso de que ya las tengamos, tienden a empeorar, pues los ambientes cálidos y humedad favorecen su proliferación. Por este motivo, a medida que el calor y la sudoración aumentan, la ropa comienza a retener humedad y, al estar esta en contacto con la piel, su manto graso protector se debilita y se crea un ambiente ideal para que los hongos crezcan. Evitar el sudor en la medida de lo posible, llevar prendas ligeras y transpirables y secarse bien tras salir del agua ayudarán a que desaparezcan antes.
Enfermedad de Darier
La enfermedad de Darier, también conocida como enfermedad de Darier-White, disqueratosis folicular o queratosis folicular, es una enfermedad cutánea rara que se caracteriza por la existencia de pequeñas erupciones con un olor característico. Es una enfermedad crónica que suele cursar de forma leve y que empeora con el estrés, pero también con el calor, la humedad y la luz solar, por eso el verano agrava los síntomas.
¿Podemos evitar estas complicaciones?
Es difícil que el verano no afecte nada a las personas con estas afecciones cutáneas, pero extremando los cuidados habituales y siguiendo algunos consejos, podemos reducir en gran medida el impacto que el verano provoca en la piel con estas patologías. Por ejemplo, podemos:
•Evitar la exposición solar entre las 11:00 y las 16:00 horas y, cuando nos expongamos, utilizar siempre filtros físicos, como gafas y gorras, además de la máxima protección solar.
•No abusar de los exfoliantes durante los meses de verano.
•Hidratarse con más frecuencia y siempre tras los baños en playas o piscinas.
•Secarse bien tras cada baño y evitar en la medida de lo posible sudar en exceso.
•Descansar las horas suficientes.
•No andar descalzos en lugares públicos.
•Aumentar el consumo de agua diario -mínimo dos- para evitar la deshidratación de la piel.
•Usar ropa ligera, holgada y transpirable.