ESPECIAL | Dos años de la pandemia: ¿estamos preparados para pasar página? ¿Habrá más olas de covid?
Los avisos habían llegado, pero nadie los tomó muy en serio. Los científicos llevaban años advirtiéndolo, pero los gobiernos nunca quisieron atajar los riesgos. Películas, series y novelas de ciencia ficción centraron sus temáticas en esta posibilidad, pero pocos imaginaron que se haría realidad.
Y llegó: el 11 de marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia por covid, una herida que, dos años después, ha dejado un mundo marcado por el miedo, la desconfianza, las protestas y los problemas en la salud mental. El mundo que deja la pandemia es otro muy diferente al que existía hasta el 10 de marzo de 2020.
España había vivido en 2014 el primer caso de trasmisión de ébola fuera de África. Una auxiliar de enfermería resultó infectada al atender a varios pacientes que habían sido trasladados desde ese continente. En todos esos incidentes se vieron las primeras imágenes de sanitarios enfundados en trajes de protección biológica. Pero los contagios no fueron masivos. Y llegó el virus y con él los primeros brotes…
Tras un confinamiento, seis olas e innumerables variantes, la pandemia ha dejado imágenes imborrables: el colapso en las UCIs con una cifra de ingresos que rebasaba las capacidades de los hospitales en todo el mundo, la población asomada a los balcones ante la prohibición de salir a la calle, los niños encerrados en casa y sin poder acudir presencialmente a las escuelas, las calles vaciadas y el extraño momento en que el bullicio se sustituyó por el silencio, mientras esperábamos en nuestras casas buenas noticias con los dedos cruzados…
Dos años después, 10 millones de personas (que se sepa) se han contagiado en España y más de 100.000 han perdido la vida a causa de una enfermedad sobre la que aún hoy existen infinidad de incógnitas. Seis olas después, millones de dosis mediante, la vida no es la misma y el virus tampoco.
Desde el inicio de la declaración de la pandemia de covid-19, hace ahora dos años, la lista de potenciales síntomas de covid no ha dejado de incrementarse gracias a la multiplicidad de variantes, abarcando desde el dolor de estómago hasta la pérdida del olfato y el gusto, pasando por los más comunes: fiebre, tos y dificultad para respirar. Ahora, el listado se ha actualizado con moqueo en la nariz, el dolor de cabeza, el cansancio (moderado o severo), los estornudos, el dolor de garganta, dolor en la parte inferior de la espalda y dolor muscular.
Los epidemiólogos han advertido durante las últimas semanas de que ha habido «confusión» al hablar de ómicron como una variante de carácter más leve similar a una gripe, pues su gran transmisión ha causado en términos absolutos más fallecimientos que las dos oleadas anteriores en España. Si bien en términos relativos la mortalidad global de la covid-19 ha descendido desde el 5% de marzo de 2020 al 0,9% actual.
Igualmente, los expertos inciden en que la forma de protegerse de ómicron y su subvariante (‘sigilosa’) es la misma que para las anteriores cepas: la vacunación, las mascarillas (especialmente cuando tenemos síntomas o si nos relacionamos con personas vulnerables), la distancia interpersonal y la ventilación de espacios interiores.
Con él coincide Raúl de Pablo, jefe de la unidad de cuidados intensivos. «Ahora estamos muchísimo más tranquilos, aunque es verdad que los meses de diciembre y enero fueron malos». Ómicron, esa variante más contagiosa pero menos letal, volvió a presionar las UCI, pero trajo consigo dos cambios.
El primero, la aparición de pacientes con covid y no por covid. «Ya no vienen todos con neumonías bilaterales», detalla Rocío González, supervisora de enfermería, «sino que pueden ser pacientes con pancreatitis que dan positivo en PCR, pero su ingreso no era por eso. El paciente covid es, salvando las distancias, un paciente respiratorio más». El segundo cambio, añade De Pablo, que «la mortalidad ha bajado en estos dos años radicalmente. Ahora tenemos una supervivencia por encima del 90% que antes no teníamos».
«Probablemente, el Sistema Nacional de Salud (SNS) se está enfrentando al reto más importante». Con esta advertencia, que poco después se quedaría corta, cerró el exministro de Sanidad Salvador Illa la reunión extraordinaria de Consejo Interterritorial de Sanidad del 12 de marzo, dos días antes de que el Gobierno decretara el primer estado de alarma que confinó a los españoles para afrontar la primera y mortífera ola de la pandemia por covid. Figura en el acta correspondiente a la reunión de aquel día, una de más de 100 que se celebraron con carácter extraordinario desde aquel aciago mes de marzo de 2020 hasta la actualidad. 20minutos tuvo acceso, a través del Portal de la Transparencia, a 116 actas de los Consejos Interterritoriales que recogieron la gestión de la pandemia y que fueron publicadas en exclusiva desde el 1 de febrero.#
En las primeras semanas, reflejan la angustia, las dudas y las preocupaciones de todo tipo que asaltaron a los consejeros autonómicos a medida que iban aumentando los contagios, se evidenciaba que no había material sanitario suficiente y que médicos y enfermeros se iban contagiando. El 12 de marzo, la urgencia quedaba patente en un comentario del consejero de Castilla-La Mancha. «Expone que tienen un problema importante con las PCR y con los EPI y sobre todo con las mascarillas».
Las primeras reuniones monográficas para tratar la evolución de la covid muestran cómo Gobierno y comunidades pasaron de contar los casos que se detectaban e China o en Italia a la urgencia para hacer de «planes de contingencia» para las UCIS en los hospitales españoles, cuando la transmisión pasó de puntual a comunitaria y de centrarse en tres comunidades -Madrid, País Vasco y La Rioja- a estar descontrolada en todo el territorio.
«Mantengan alerta a los servicios jurídicos por si hubiera medidas para implementarlas con agilidad», pidió Illa a los consejeros el 9 de marzo, cinco días antes de decretarse el estado de alarma y cuando el ministro todavía calculaba que era posible no tener otra reunión hasta cuatro días después. Error. A partir de ese momento los encuentros telemáticos entre los consejeros se sucedieron de forma diaria, en una semana que desembocó con el decreto que confinó a toda la población.
Dos años más tarde, resulta impensable entrar en una tienda de cualquier tipo desprovistos de mascarilla, y parece aún más incomprensible que la ciudadanía lo hiciera en uno de los momentos más crudos de la pandemia. Sin embargo, iba en línea con las recomendaciones de las autoridades, que en marzo de 2020 insistía en mantener una buena higiene de manos, cubrirse con el codo al estornudar y toser y evitar tocarse nariz, boca y ojos, pues las manos «facilitaban la transmisión».
«No es necesario que la población utilice mascarillas, aunque puede ser interesante en los pacientes con sintomatología»
«No es necesario que la población utilice mascarillas, aunque puede ser interesante en los pacientes con sintomatología. No tiene ningún sentido que la gente ahora esté preocupada por si tiene una o no en casa«, decía el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el 26 de febrero de 2020. De hecho, no fueron obligatorias hasta el 20 de mayo.
Desde entonces, la ciencia ha estudiado el SARS-CoV-2 en profundidad, hasta concluir que el contagio se produce por gotas y partículas respiratorias y que la infección a través de superficies es poco frecuente. «La medida más eficaz en cuanto a equipos de protección es la aplicación correcta de mascarillas. Como mucho, ante el riesgo de la transmisión por mucosas, tiene cabida la utilización de pantallas. El tema de fondo al decir que no se usaran es que no había stock. Si dices que son importantísimas y no hay en el mercado, generas un conflicto», dice Juan Antonio Sanz Salanova, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS).
Con el 91,1% de la población mayor de 12 años y una cobertura que ya no se mueve más que muy levemente, la vacunación contra la covid tras la fase aguda de la pandemia se centrará en seguir vacunando, pero especialmente para administrar terceras dosis.
Las llamadas dosis de refuerzo -o booster, su término en inglés- fueron muy bien atendidas entre la población más mayor, pero a medida que iba descendiendo la edad, han sido cada vez menos quienes han acudido a ponerse la tercera dosis. Según el Ministerio de Sanidad, el 79,4% de los mayores de 40 años la tienen ya puesta. Pero este porcentaje es una medida que abarca desde 92,6% entre los mayores de 70 hasta el 59,6% de la población entre 40 y 49 años. El porcentaje desciende todavía más entre quienes tienen 30 y 39 (41,8%) y de 20 a 29 (33,6).
De este modo, todavía queda población para que las autoridades sanitarias dirijan sus llamamientos sobre vacunación. Se encontrarán con algo que los expertos consideran inevitable, la -afortunadamente- mejora de la situación, que hará que disminuya la sensación de riesgo, ya de por sí menor entre la población más joven, y que raramente ha enfermado de gravedad por covid…
No solo fueron rostros. También la pandemia nos ha hecho interiorizar palabras que hasta entonces no habíamos formulado nunca. ¿Alguien sabía lo que era una proteína spike antes del coronavirus? ¿Conocíamos los laboratorios Jansen, o AstraZéneca? ¿Quién iba a decirnos que Madrid tendría un hospital dedicado a la enfermera Isabel Zendal?
El 15 de marzo de 2020 fue el último domingo del invierno. La primavera estaba a la vuelta de la esquina, pero España amaneció sumida en uno de sus días más tenebrosos. Desde la medianoche del sábado 14 había quedado prohibido salir de casa salvo en contadísimas excepciones.
Un virus desconocido, con una alta mortalidad, se propagaba con gran rapidez y el Gobierno decretó el estado de alarma como la única forma de luchar contra él. Lo que en un primer momento iban a ser quince días se fue alargando durante semanas y aún hoy no hemos podido volver a la normalidad.
La covid nos ha arrebatado muchas cosas, pero sobre todo nos ha arrebatado vidas. 72.258, según las cifras oficiales del viernes, a lo que se suman los efectos que la crisis sanitaria ha tenido sobre otras enfermedades. Vidas como las de Antonia, Rosa, Juan Carlos, Antonio, Manuel, Abel…
Personas cuyos seres queridos no solo tuvieron que hacer frente al sufrimiento por la pérdida sino también al dolor de no poder despedirse de ellas. El confinamiento también llegó a los tanatorios y hasta eso nos arrebató la pandemia: el derecho al último adiós.
Aquellos 52 días de confinamiento estricto sirvieron al menos para doblegar la curva de la primera ola. Pero la idea de que el virus estaba vencido fue solo un efímero espejismo. En agosto llegó una segunda oleada, que si bien no se presentó tan virulenta, resultó ser la antesala de la tercera. Especialmente después de Navidades los datos de contagios y fallecidos volvieron a dispararse y sobrevoló la posibilidad de un nuevo encierro domiciliario. Y así hasta seis olas completas, con la duda de si habrá una séptima.
La llegada de las vacunas contribuyó a que la incidencia tienda al descenso y el fantasma de regresar al aislamiento en casa suena ya a pesadilla, a una realidad sin precedentes. Un drama de mil caras a la que 20minutos se acercó entonces a través de José Antonio, Margarita o Carmen.
También Laura, Fernando, Vicenta, Ana, Juan Pedro, Mar, Beatriz, Carlos, Salva, Besha o Alicia nos permitieron contar cómo estaban viviendo los ciudadanos aquellos instantes marcados por calles vacías y un silencio atronador que solo las sirenas de las ambulancias y los aplausos en homenaje a los sanitarios rompían.