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En busca del nuevo Camavinga

El Stade Rennes, fue, durante décadas, uno de los clubes con más mala suerte de Francia. Prueba de ello son los dos títulos de Copa de Francia, cosechados en 1965 y 1971, que desaparecieron misteriosamente de las vitrinas del club. Aquel episodio, unido a un fuerte apoyo de la Federación, a través de Noël Le Graet, al Guingamp, hacían del Rennes una entidad poco querida en la propia Bretaña y cuyos resultados no acompañaban dentro del fútbol galo. Hoy, con Pinault como propietario, las tornas han cambiado y se ha convertido en una potencia futbolística.

François-Henri Pinault (28 de mayo de 1962, Rennes), ha hecho del Stade Rennes un equipo competitivo, ambicioso, que ha pasado de ser intrascendente en el fútbol francés a optar cada temporada a terminar entre los tres primeros de la clasificación. A través del grupo Artemis, el multimillonario hombre de negocios francés, de 61 años, aterrizó en 1998 en un equipo en crisis, que aglutinaba importantes deudas y cuya importancia se había reducido notablemente. La particularidad que le diferencia con el fútbol moderno radica en que padre, François Pinault, y el hijo, François-Henri Pinault, manejan el club de forma saneada y sin capital extranjero que provoque un desarraigo de los propietarios respecto a las raíces de la ciudad y la gestión interna.

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