El reconocimiento facial en tiempos de pandemia: de la comodidad máxima a no poder usarlo nunca
El reconocimiento facial es uno de los grandes inventos de la historia reciente, sobre todo si hablamos de su implementación en los smartphones. Yo, como usuario de esta tecnología, la empleo para absolutamente todo, desde desbloquear mi móvil hasta pagar en cualquier tienda con la tarjeta.
No he tardado en acostumbrarme a usar el reconocimiento facial y a integrarlo en mi vida, pero ahora resulta que estamos en plena pandemia y debemos llevar mascarilla en todo momento, ya sea para bajar a tirar la basura, dar un paseo o ir a comprar el pan, y ahora el reconocimiento facial pues… no vale.
El día a día de usar el reconocimiento facial con la cara tapada
La biometría en smartphones tiene dos fines: seguridad y comodidad. Da igual que hablemos de un lector de huellas dactilares o el reconocimiento facial, la clave de estas tecnologías es que permiten sustituir las contraseñas, pines o patrones de puntos por un sistema cómodo, sencillo y rápido. El reconocimiento facial, al menos para mí, es la comodidad elevada a su máximo exponente, ya que no tengo que hacer absolutamente nada. Con que el sensor del móvil vea mi cara me basta y me sobra para todo lo que suponga operar con el móvil.
Para que os hagáis una idea de cómo uso el reconocimiento facial, podemos decir que todo lo que suponga autenticarme lo hago con mi cara. Eso incluye acceder a la app del banco, pagar, abrir mi gestor de contraseñas, verificar la descarga de una app nueva y hasta desbloquear el móvil, e incluso algunas apps como WhatsApp.
No supone ningún problema cuando estoy en casa, donde no llevo mascarilla, pero basta con salir por la puerta para que el reconocimiento facial no valga para absolutamente nada. Si voy a comprar no puedo activar el sistema de pagos, Apple Pay en mi caso, con mi cara, sino que tengo que introducir el PIN del móvil. Hay algún que otro truco para conseguir que funcione, pero no lo hace siempre y solo hay una cosa más desesperante que no poder usar el reconocimiento facial: que no funcione a la primera.
Lo mismo sucede con el gestor de contraseñas, que uso a diario para iniciar sesión en cualquier web o app. Lo tengo protegido con mi cara, así que no me deja acceder cuando voy por la calle. Como comenté hace algunas semanas, mi dependencia del gestor de contraseñas es tal que solo me sé la contraseña maestra del gestor, y no es precisamente corta y sencilla, así que si voy por la calle y quiero iniciar sesión en una web, ¡boom!, toca meter a mano el pepino contraseña del gestor.
Pero el caso más sangrante es desbloquear el móvil o WhatsApp. Para bien o para mal, uso WhatsApp a diario para comunicarme con mis amigos, familiares y contactos. Al tenerlo bloqueado con Face ID, si quiero abrir la app para responder un mensaje o lo que sea, WhatsApp no me reconoce si llevo mascarilla y me toca meter el código una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Al principio no me importaba, pero ha llegado un punto en el que he desactivado esta capa de seguridad porque es eso o mi salud mental.
Total, que resulta que una tecnología innovadora, cómoda, útil y rápida ha quedado completamente invalidada por una mascarilla quirúrgica de 30 céntimos, al menos en mi caso. Mi móvil personal no tiene lector de huellas, pero seguro que si el vuestro lo tiene podéis seguir haciendo vida normal como hasta ahora, ya que lo más frecuente es que puedas configurar ambos métodos y usarlos indistintamente para autenticarte.
Quizá se deba a que mi móvil usa rayos infrarrojos para analizar mi cara y claro, al llevar una mascarilla la cosa se complica. Tengo por casa algunos móviles Android con desbloqueo facial en dos dimensiones y los resultados son mixtos. Algunos no me reconocen, otros tardan en hacerlo pero lo hacen, y otros lo hacen directamente sin mayor problema.
Lo curioso es que algunos, aunque me reconocen, no me dejan configurar el desbloqueo facial con la mascarilla puesta, sino que me la tengo quitar para completar el proceso. Con todo, depende de cada móvil y las opciones del fabricante, ya que algunos smartphones permiten configurar rostros alternativos y quizá ahí sí se pueda encontrar un parche para mientras dure esta pandemia.
La mascarilla ha puesto en jaque al reconocimiento facial, más o menos
Parémonos a pensar un momento en lo siguiente: los sistemas de reconocimiento facial analizan rasgos faciales específicos, como la distancia entre los ojos, la posición de la nariz y la boca. El problema es que ahora mismo estamos tapando dos de esos tres elementos con una mascarilla que poco o nada deja ver a las cámaras, por lo que interfiere con la tecnología y hace que falle.
Tanto es así que un estudio del NIST (National Institute of Standards and Technology) de Estados Unidos fechado en julio de este año concluyó que los algoritmos de detección facial fallaban hasta el 50% de las veces al identificar correctamente a las personas.
¿Por qué? Como explican en The Conversation, no hay datasets de fotos con personas llevando máscaras, por lo que las inteligencias artificiales que se dedican al reconocimiento facial no se pueden entrenar correctamente. En el mismo estudio del NIST intentaron ponerle remedio superponiendo una imagen de una mascarilla de diferentes colores y formas y aseguran que cuanto más se cubre la nariz, más aumenta la tasa de fallos.
Las empresas, por supuesto, se están adaptando a esta coyuntura. Hay compañías, como la rusa NtechLab o la china Hanwang que aseguran tener la tecnología necesaria para identificar a las personas que llevan mascarillas. Desde Hanwang, por ejemplo, dicen haber usado una base de datos de con seis millones de caras descubiertas y un pequeño dataset con fotos de caras con mascarilla y afirman que la tasa de acierto es del 95% cuando la persona lleva una mascarilla.
En pocas palabras, a los problemas, soluciones. La tecnología se tendrá que adaptar para sobreponerse a esta situación que nos toca vivir actualmente. Mientras tanto, el reconocimiento facial parece que tendrá que quedarse en un segundo plano. Eso, o podemos comprarnos una mascarilla KN95 con una foto de nuestra cara, allá cada uno con sus decisiones estéticas.
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La noticia
El reconocimiento facial en tiempos de pandemia: de la comodidad máxima a no poder usarlo nunca
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Xataka
por
Jose García
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