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El Parador en un convento del siglo XV: conserva la arquitectura original y las habitaciones son antiguas celdas

El casco histórico de la ciudad de Plasencia acoge un edificio de enorme valor histórico y arquitectónico. Este se levantó como un convento durante el siglo XV, pero a día de hoy su función ha cambiado por completo. A pesar de que conserva prácticamente su arquitectura original, ahora el edificio acoge un increíble Parador de Turismo.

Un edificio histórico rodeado de monumentos valiosos

El Convento de Santo Domingo, también conocido como el Convento de San Vicente Ferrer, tiene su origen a mediados de siglo XV, cuando fue fundado por los condes de Plasencia: Álvaro de Zúñiga y Leonor de Pimentel. Anteriormente, en ese mismo lugar se encontraba una sinagoga y parte de la aljama judía.

Este edificio religioso se levantó siguiendo las características de la arquitectura dominica y fue reformado casi por completo durante el siglo XVI. A día de hoy, convertido en el Parador de Plasencia, ocupa un lugar privilegiado en el casco antiguo de la ciudad cacereña, rodeado de otros lugares de gran valor histórico como el Palacio de Mirabel (también del siglo XV) y la Iglesia de San Nicolás (siglo XIII).

El complejo arquitectónico se complementa con una bonita iglesia de planta de cruz latina con capillas laterales que sirvieron de mausoleo para las principales familias nobiliarias de la ciudad. Destaca el retablo mayor, un magnífico ejemplo de composición manierista de finales del siglo XVI. Asimismo, la sacristía atesora un valioso diseño en una de las paredes hecho con azulejos de Talavera.

De un impresionante claustro a una piscina exterior

Aunque han pasado seis siglos desde su construcción, el edificio conserva su impresionante arquitectura original. Aquí los visitantes se maravillarán con sus techos abovedados, sus gruesos muros de piedra y su decoración de estilo gótico. Y no solo eso, los huéspedes se sentirán como auténticos frailes dominicos, durmiendo en las estancias que antaño fueron las celdas de dichos monjes. Eso sí, ahora las habitaciones tienen la comodidad y el diseño por bandera.

Entre las instalaciones del hotel, también destaca un bar de noche ubicado en la antigua bodega del convento, construida en el siglo XV; un claustro que aún mantiene restos de artesonado mudéjar y pinturas murales, y una refrescante piscina exterior. A todo ello se suma un restaurante donde disfrutar de la deliciosa cocina extremeña, fundamentalmente con productos como pimientos, tomates, cardillos silvestres, setas, cerdo ibérico, cerezas, bacalao, caldereta de cordero, migas extremeñas…

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