El hotel más pequeño del mundo está en España: desconexión total en un paisaje de ensueño
Una lengua de piedra se adentra al océano Atlántico en la costa norte de la isla de El Hierro. Sobre ella, se levanta un pequeño edificio que parece fundirse con el paisaje: el Hotel Punta Grande. Un alojamiento diferente y único, inmerso una naturaleza pura y bajo una filosofía de paz y tranquilidad. Un lugar donde alcanzar la máxima desconexión, aislarse del trasiego del mundo y sentirse realmente solo, y es que no es otro que el hotel más pequeño de todo el mundo.
Una casa de pescadores, una discoteca y un restaurante
La historia de este mágico alojamiento empieza en 1830, cuando el edificio se construyó como “una casa de pescadores, llamada Casa de Las Puntas”, cuenta a 20minutos David Nahmias, el actual propietario del hotel. Más adelante, en 1887, desde Nueva Guinea llega la familia Hamilton para hacer negocios en la isla, de modo que compran la antigua casa y la amplían construyendo una planta más. El primer piso lo destinan al almacenaje, sobre todo de higos, almendras, uvas y aguardiente, el primero elaborado en toda Canarias. Mientras que el segundo piso se convirtió en “la primera aduana de El Hierro”, comenta.
Ya en el siglo XX, en la costa opuesta, construyen el Puerto de La Estaca, de manera que el edificio cede sus funciones y queda abandonado. Tiempo después, Francisco Padrón Villarreal se enamoró de las ruinas, y es entonces cuando el edificio vuelve a la vida después de ser reformado por completo como una casa privada.
No es hasta los años 60 cuando el edificio empieza su andanza como un lugar turístico, convirtiéndose en “la primera discoteca de El Hierro”, señala Nahmis. Pero la cosa no se quedó ahí, ya que después volvió a transformarse, esta vez como restaurante.
Finalmente, en 1975 y bajo el mando del arquitecto José Luis Jiménez Saavedra, la estructura se establece por fin como un hotel totalmente integrado en el paisaje. Jiménez Saavedra no solo lo restauró de una manera que fuese capaz de soportar las tempestades, sino que utilizó gran cantidad de elementos del propio entorno como leños o piedras de lava.
Un hotel de récord
Pero la historia de este establecimiento no termina ahí. Con tan solo cuatro habitaciones y ocupando 600 metros cuadrados, en 1984 entró en el libro Guinness de los récords como del hotel más pequeño del mundo. Décadas después, en 2018, cambió de nuevo de propiedad, y esta vez fue adquirido por David Nahmis y su mujer Paula, que tras visitar la isla, quedaron totalmente prendados del hotel.
Esta familia reformó por completo el hotel, que pasó a tener cinco habitaciones de tres categorías diferentes (estándar, superior y suite) con un precio que parte de los 350 euros por noche. Todas ellas están decoradas de una manera sencilla, pero con elementos que evocan la naturaleza del lugar y objetos marineros como mesitas de noche construidas con los cristales originales de las escotillas de antiguos barcos.
En el hotel podemos encontrar otras decoraciones como el telégrafo del viejo barco postal ‘Viera y Clavijo’, lámparas originales de otras antiguas naves, una brújula náutica, un buzo de época o una extensa colección de matrículas de barcos. Además, es importante destacar que el alojamiento es solo para adultos.
Y además del hotel, el edificio también cuenta con un restaurante igual de idílico con tan solo cinco mesas. Este abre de lunes a sábado en el servicio de cena y bajo reserva. No hace falta alojarse en el lugar para poder probar el delicioso menú degustación que sirven aquí, con cinco platos de pescado y carne e incluso opción vegetariana.
Un año de cola
En este contexto de paz total e inmersión en la naturaleza, es normal que el lugar atraiga a gran cantidad de personas que buscan un lugar donde relajarse. “El hotel tiene un año de espera para alojarse”, destaca Nahmis, mientras que “el restaurante tiene más o menos un mes”. Y es que tal y como nos cuenta el propietario, “el hotel es conocido en todo el mundo, vienen huéspedes de Japón, China, Australia…”.
Incluso muchas caras conocidas han pasado por el establecimiento atraídos por su magia y magnetismo. Por su libro de huéspedes podemos encontrar nombres como Sergio Dalma, Lola Flores, el dúo musical Azúcar Moreno o el trío mexicano Los Panchos, entre otros.
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