Economía

El Gobierno admite el pinchazo económico del país y rebaja al 4,3% el crecimiento esperado para este año por el lastre de la inflación

Los jarros de agua fría iban cayendo en dominó. Organismo económico tras organismo económico mantenían en las últimas semanas que España no iba a crecer este año ese 7% que estimaba el Gobierno. No lo creía el FMI, ni el Banco de España y mucho menos la AiRef, la más pesimista de todas. La autoridad fiscal independiente -organismo creado a petición de Bruselas durante la Gran Recesión del ladrillo para fiscalizar las cuentas públicas españolas- rebajaba su cálculo al 4,3%. Poco más de la mitad.

Hoy el Gobierno se ha rendido a la evidencia. El cuadro macroeconómico revisado y presentado por las ministras de Economía y Hacienda, Nadia Calviño y María Jesús Montero, recorta sustancialmente el optimismo. La economía española no crecerá al 7% este año. Lo hará al 4,3%. Un mordisco importante a las expectativas del Ejecutivo por varias causas: la guerra de Ucrania, sí, pero sobre todo los efectos de una inflación desbocada que atenaza la actividad empresarial y el consumo de los ciudadanos. En 2023 será del 3,5%. En 2024 del 2,4% y en 2025 del 1,8%.

La ministra Calviño ha admitido en rueda de prensa desde Moncloa que «sólo el consumo privado y la inversión en construcción no han recuperado los niveles pre-pandemia», pero pide la «máxima prudencia» con las cifras porque persiste una «intensa incertidumbre» por la guerra en Ucrania, el alza de los precios de la energía, la «persistencia de la pandemia en algunas grandes económicas mundiales [una referencia al frenazo en China] y problemas en la cadena de suministro globales».

La merma de crecimiento al 4,3% no es sólo un número. Del crecimiento del PIB (y de los ingresos por impuestos que deje ese aumento de actividad económica) depende la cantidad de dinero público que va a gastar en 2022 el Gobierno. Y ese gasto (en pensiones más altas, en salarios mayores a funcionarios, en más ingreso mínimo vital) ya está comprometido en los presupuestos de este año en base a una estimación, esa del 7%, que ahora se admite como desfasada y demasiado abultada. No se ingresará tanto como se pensaba… pero se gastará lo mismo. Un palo al equilibrio fiscal.

Calviño, vicepresidenta de Asuntos Económicos, iba a presentar el cuadro macroeconómico el pasado martes en el Consejo de Ministros, pero a última hora decidió no hacerlo para esperar al dato del PIB en el primer trimestre que hoy ha dado el INE y así ajustar al máximo el cálculo. La última vez, allá por septiembre, se ofreció la cifra del 7% antes de que el INE ofreciese datos reales de la actividad económica y se quedó desfasada al poco de comunicarla.

Calviño no ha querido reincidir en el error. Y ha preferido ofrecer la nueva cifra después de saber que la economía española, en el primer trimestre, se ha congelado: solo crece el 0,3% frente al 2,2% del trimestre anterior. Un avance minúsculo que de repetirse en los próximos trimestres proyecta un crecimiento anualizado de apenas el 1,2%.

Las cifras presentadas este viernes por las dos ministras económicas irán empaquetadas a Bruselas hoy mismo dentro del plurianual Plan de Estabilidad 2022-2025 que requiere la Comisión Europea a cada país para vigilar el estado de sus finanzas y sus planes futuros. El Gobierno ha buscado acercar su previsión lo máximo posible a la de AiRef (4,3%) para que el plan presentado no sea enmendado por falta de credibilidad y tenga visto bueno del supervisor fiscal, que son los ‘ojos’ de Bruselas en España.

El ajuste ha sido perfecto. La cifra de crecimiento del PIB que espera el Gobierno es justo la que proyecta AiRef, por lo que el Ejecutivo de Pedro Sánchez amarra así la luz verde del organismo que dirige Cristina Herrero y anticipa una valoración positiva del Bruselas.

Poco después de conocerse el cuadro macroeconómico la propia AIReF ha avalado el augurio del Ejecutivo que considera «factible» de cumplir, pero con dos regañinas: una, que infravalora a corto plazo «el impacto de la guerra de Ucrania, la pandemia y el riesgo de que se intensifiquen las tensiones inflacionistas»; y la segunda, que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia no es suficientemente «transparente» sobre su ejecución ni sobre su «impacto macroeconómico».

Optimismo con el empleo

El mensaje de Calviño, en todo caso, ha sido optimista. Dice que el ritmo de crecimiento de este año es «fuerte», que la tendencia de recuperación económica es «sostenida» y que España crecerá por encima de la media europea y del resto de grandes economías de la UE. Además, apunta que el hundimiento de expectativas está siendo «global» porque todos los países sufren el impacto de la inflación y los coletazos de la guerra. De ahí que se prevea que el sector exterior «lastre» su crecimiento hasta 2023.

El mayor optimismo, en todo caso, radica en el mercado laboral. Calviño prevé un «fuerte» crecimiento del empleo en los próximos años y una reducción del desempleo gracias, según ella, a la reforma laboral. «La tasa de paro se reducirá de forma sostenida hasta situarse por debajo del 10%».

Algo más pesimista es el cálculo sobre las finanzas públicas porque el agujero presupuestario no bajará del 3% del PIB hasta 2025, el límite que impone Bruselas para salir de su lupa fiscal por déficit excesivo. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dice que no subirá del 5% este año (la misma cifra ofrecida en septiembre) precisamente por la fortaleza del empleo. Los dos ejercicios posteriores se elevará al 3,9% (frente al 4% de la anterior previsión), 3,3% en 2024 (3,2% antes) y 2,9% en 2025.

¿Y la inflación? También es optimista el Gobierno con ella. «El IPC de abril permite ver que hemos dejado atrás los picos de inflación. Volveremos al entorno del 2% en el año 2023, en la línea con las previsiones del Banco Central Europeo y del Banco de España», zanja la vicepresidenta.

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