El extraño caso de la mujer que necesitaba estar boca abajo para no morir
Cuando el médico Louis F. Janeiram se encontraba haciendo una guardia en el hospital Terre Haute de Indiana (EEUU), escuchó gritos que venían de la entrada de Urgencias. Cuando se acercó a comprobar de qué se trataba ese escándalo, observo una escena bastante extraña. Un hombre que medía más de dos metros tenía agarrada por los tobillos a su mujer de metro y medio, que colgaba bocabajo.
“¡Bájala!”, le gritó Herb, uno de los guardias de seguridad. “Le estás haciendo daño”, añadió una mujer que estaba por allí. Pero el hombre se negó al tiempo que decía: “Tengo que sujetarla de esta forma, es mi esposa”.
“Estoy bien”, dijo la mujer que estaba suspendida en el aire. A continuación miro con sus ojos volteados a médico y dijo: “Hola, doctor Janeira, ¿se acuerda de mí?”. Janeira cuenta en ‘Discover Magazine’ que tuvo que hacer memoria.
Se trataba de Mary (nombre ficticio), una sexagenaria que había ido a Urgencias el día anterior por un bloqueo cardíaco completo, que sucede cuando el sistema eléctrico que conecta las aurículas con los ventrículos falla debido a cicatrices, infección o ataque cardíaco. La mujer había sido trasladada al quirófano con el corazón con menos de 40 latidos por minuto para que le colocaran un marcapasos.
Janeira se acercó a la extraña escena lentamente y el marido le dijo: “Todo estaba bien hasta hace media hora, que tosió y se desmayó”.
“Pero no entiendo por qué la mantiene boca abajo”, le dijo el médico.
La mujer que estaba bocabajo dijo: “Si mi marino me pone en la cama o en posición vertical, me desmayo de nuevo”
“La cogí del suelo y la puse en nuestra cama”, explicó el marido. “Recuperó la consciencia por unos segundos. Trató de levantarse, pero se desmayó de nuevo y se cayó detrás de la cama. La agarré por los tobillos y volvió a recuperar la consciencia”.
El doctor replicó: “Sigo sin entenderlo».
A lo que la mujer que estaba bocabajo le respondió: “Si mi marino me pone en la cama o en posición vertical, me desmayo de nuevo”. “Lo hemos intentado cuatro veces y cada vez que me cambia de posición, me desmayo”.
“¿Entonces está consciente al revés pero no del derecho?”, preguntó el médico. Y Mary asintió vigorosamente.
Fue a urgencias. Los médicos le examinaron. En su cerebro había un vacío inexplicable
E. Zamorano
Rápidamente la cabeza de Janeira se puso a trabajar buscando un diagnóstico. Varias hipótesis se pasaron por su cabeza desde que hubiera algo obstruyendo el flujo de sangre del corazón al cerebro que se desbloqueaba cuando estaba boca abajo; que su presión sanguínea fuera tan baja que la sangre solo llegaba al cerebro cuando estaba del revés; o tal vez una perforación accidental durante la colocación del marcapasos estuviera llenando el saco de su corazón de sangre, lo que se conoce como un taponamiento cardíaco.
El doctor pidió a una enfermera que le colocase unos electrodos en el pecho de Mary mientras su marido la sujetaba. Todo parecía correcto hasta que Janeira convenció al marido de que acostara a su mujer en una cama. Acto seguido Mary perdió la consciencia.
“Sin ritmo cardíaco”, gritó la enfermera. “Fallo del marcapasos. ¡Epinefrina!”, dijo el médico. “Pero no tenemos una vía intravenosa”, respondió la enfermera. “Apartaos”, vociferó el marido, que volvió a cogerla de los tobillos y Mary recuperó la consciencia. “Ya estoy de vuelta”, suspiró ella.
Un cable suelto
En ese mismo momento el médico se dio cuenta de lo que pasaba. El cable del marcapasos se había desconectado y por algún motivo se volvía a conectar cuando Mary estaba al revés.
Asique volvieron a abrirla para conectar el cable.
Según cuenta Janeira necesitaron la ayuda del marido para trasladar a su mujer al quirófano. Así que su enorme marido la llevó colgando al laboratorio de electrofisiología, donde arreglaron el fallo del marcapas