El espectacular monasterio de Valladolid que guarda una reliquia de la corona de Cristo

En la provincia de Valladolid están algunos de los pueblos más antiguos de España. Hacer una visita a la propia ciudad vallisoletana es una acierto porque ahí tenemos una larga lista de lugares que visitar. Desde la plaza más antigua de todo el país que sirvió como un ejemplo para otras que tienen esa misma estructura como, por ejemplo, la de Salamanca o la de Madrid, hasta llegar al parque Campo Grande, el gran pulmón verde de la ciudad. Sin embargo, si nos alejamos un par de kilómetros podemos descubrir unos municipios espectaculares.
Es entre los campos propios de Castilla y León donde se esconde un monasterio que guarda una reliquia de la cristiandad. Estamos hablando del Monasterio de Santa María de la Santa Espina. Situado en la pedanía de La Santa Espina, perteneciente a la localidad de Castromonte, este edificio tiene una de las espinas de la corona que llevó Cristo durante la Pasión.
Así es el Monasterio de Santa María de la Santa Espina
Este monasterio cisterciense fue mandado construir en el siglo XII por doña Sancha de Castilla, la hermana de Alfonso VII el Emperador. Se trata de una edificación imponente, puesto que está formando por dos torres barrocas, de la Escuela de Ventura Rodríguez, que coronan la entrada. En el interior destacan dos claustros del siglo XVII y un conjunto de capillas. Aunque una de las más relevantes es la de la reliquia, diseñada por Francisco de Praves.
Es precisamente en esa capilla donde se puede contemplar la custodia que guarda este mágico lugar. Es la espina la que atrae cada día a cientos de turistas que visitan esta zona. Según la tradición cristiana, se trata de una de las espinas de la corona que llevó Cristo en el camino del Calvario. Este objeto llegó desde Tierra Santa y fue la nobleza la encargada de custodiarla.
A día de hoy, se conserva en una especie de urna de plaza sobredorada. Lo cierto es que es tal su relevancia que lleva nueve siglos siendo un objeto de veneración por cientos de peregrinos que visitan el monasterio para admirarla y venerarla.
No hay que olvidar que el edificio sufrió un incendio en 1731 que arrasó con la biblioteca y parte del monasterio. El milagro es que se pudo salvar la reliquia de La Santa Espina y el libro de Tumbo. Este edificio también vivió la invasión francesa y la desamortización de Mendizábal que tuvo como desenlace la salida en 1835 de los monjes que habitaban este lugar.