El duelo prolongado: cuando el dolor por la muerte del ser querido no cesa
Ya desde los años 90 la cuestión de si el duelo prolongado debía considerarse o no una enfermedad mental ha generado mucha controversia. Mientras varios investigadores señalaban que las personas afectadas no recibían un tratamiento adecuado que pudiera ayudarles, al considerarse socialmente su sufrimiento como algo natural asociado al duelo; otros profesionales de la salud mental opinaban precisamente todo lo contrario. Es decir, que categorizar este duelo como un trastorno mental corría el riesgo de hacer patológico un aspecto fundamental de la experiencia humana por el que todos pasamos antes o después.
Todo esto acaba de cambiar radicalmente, ya que tras muchos años de debate la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) reconoce por fin el trastorno por duelo prolongado como una nueva patología mental incluyéndolo en su Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, conocido también como DSM-5-TR. Un documento que marca los trastornos por los que los médicos estadounidenses pueden facturar su tratamiento a las compañías de seguros y que en España junto al ICD -11 (siglas en inglés de Clasificación Internacional de Enfermedades) conforma las guías de diagnóstico y clasificación de los pacientes.
Según la propia APA es necesario aumentar la conciencia sobre el trastorno por duelo prolongado e incluirlo en el DSM-5-TR “significa que los médicos de salud mental, los pacientes y las familias compartirán una comprensión de cómo es el duelo normal y qué circunstancias podrían indicar un problema a largo plazo”. Clasificándolo como una enfermedad mental la APA espera que el diagnóstico ayude a los médicos a curar a la parte de la población que, a lo largo de la historia, se ha retraído en el aislamiento luego de una pérdida terrible.
Pero, ¿qué es el duelo prolongado y cuándo puede considerarse que una persona lo está sufriendo? Según la definición incluida por la APA el trastorno por duelo prolongado ocurre cuando la persona cercana a la persona en duelo ha muerto al menos hace seis meses en el caso de los niños y adolescentes o un año en el caso de los adultos.
“La persona en duelo puede experimentar anhelos intensos o preocupación constante por el difunto debido a las circunstancias que rodearon su muerte. Estas características del duelo ocurren la mayor parte del día y casi todos los días durante varios meses. El individuo experimenta malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral u otras áreas importantes de funcionamiento”, aseguran desde la APA.
Por su parte, la prestigiosa Clínica Mayo norteamericana señala que en el ‘duelo complicado’ o trastorno por duelo persistente las emociones dolorosas duran tanto y son tan intensas que resulta difícil recuperarse de la pérdida y continuar con la propia vida.
Según explican, cada persona tiene su propia forma de afrontar la experiencia del duelo así como el orden y la duración de sus etapas: aceptar la realidad de la pérdida, permitirse sentir el dolor de la pérdida y adaptarse a una nueva realidad en la cual la persona fallecida ya no está presente.
Todas ellas son etapas normales en este proceso, sin embargo, cuando la persona no logra superarlas en más de un año después de la muerte de un ser querido puede considerarse que está atravesando un duelo complicado.
¿Cuáles son los síntomas del duelo prolongado?
Los expertos explican que durante los primeros meses después de una pérdida muchos síntomas del duelo normal son los mismos que los del duelo complicado. Sin embargo, la diferencia entre ambos está en que mientras el duelo normal los síntomas empiezan a desaparecer gradualmente, en el duelo complicado persisten e incluso empeoran. “El duelo complicado es como estar en un estado de aflicción constante e intensificado que no te permite recuperarte”, insisten.
Los signos y síntomas más habituales del duelo complicado serían:
– Tristeza profunda, dolor y pensamientos constantes acerca de la pérdida del ser querido.
– Falta de concentración en cuestiones que no sean la muerte del ser querido.
– Atención extrema a los recuerdos del ser amado o la anulación excesiva de los recuerdos.
– Deseo o añoranza intensos y persistentes por la persona fallecida.
– Problemas para aceptar la muerte.
– Entumecimiento o distanciamiento.
– Resentimiento por la pérdida.
– Sentimiento de que la vida no tiene sentido ni propósito.
– Falta de confianza en otros.
– Incapacidad para disfrutar la vida o para recordar las experiencias positivas vividas junto al ser querido.
También se puede diagnosticar duelo complicado si después de ese primer año se manifiestan:
– Problemas para llevar a cabo las actividades cotidianas.
– Aislamiento de los demás y apartarse de las actividades sociales.
– Tener depresión, tristeza profunda, sentimientos de culpa o autorreproches.
– Creer que se hizo algo mal o que se podría haber evitado la muerte del ser querido.
– Sentir que no vale la pena vivir sin la persona querida.
– Desear haber muerto junto al ser querido.
Si se manifiestan algunos de estos síntomas los especialistas recomiendan consultar con un médico o un profesional de salud mental ya que sin el tratamiento adecuado podría derivar en complicaciones como:
– Depresión.
– Pensamientos y conductas suicidas.
– Ansiedad, comprende el trastorno de estrés postraumático.
– Alteraciones significativas del sueño.
– Mayor riesgo de contraer enfermedades físicas como enfermedades cardíacas, cáncer o presión arterial alta.
– Dificultad para sobrellevar tareas cotidianas, mantener relaciones y realizar actividades laborales en el largo plazo.
– Consumo de alcohol y nicotina o abuso de sustancias.
¿Existen factores de riesgo?
Aunque se desconocen las causas del duelo complicado, al igual que sucede con muchos trastornos de salud mental puede estar relacionado con el entorno, la personalidad y los rasgos hereditarios. Asimismo la Clínica Mayo señala que existen ciertos factores de riesgo que pueden aumentar el riesgo de padecer duelo complicado como:
– Una muerte inesperada o violenta, tal como una causada por un accidente automovilístico, o el asesinato o suicidio de un ser querido.
– La muerte de un niño.
– Una relación cercana o de dependencia con la persona fallecida.
– Aislamiento social, o falta de un sistema de apoyo o amistades.
– Antecedentes de depresión, ansiedad por separación o trastorno de estrés postraumático.
– Experiencias traumáticas durante la infancia, tales como maltrato o descuido
– Otros factores importantes de la vida que causan estrés, como dificultades económicas importantes.
¿Se puede prevenir?
Aunque es difícil de prever con antelación si podemos sufrir un trastorno por duelo prolongado los expertos aportan una serie de consejos que pueden ayudar a prevenirlo o, al menos, mitigarlo:
– Recurrir al asesoramiento psicológico después de una pérdida, especialmente cuando por sus circunstancias la persona tienen un mayor riesgo de padecer duelo complicado.
– Hablar del dolor y permitirse sentirlo expresándolo, por ejemplo, a través del llanto.
– Recurrir al apoyo de otros miembros de la familia, amigos y grupos de apoyo social.
– Realizar terapia de duelo para explorar las emociones relacionadas con la pérdida y aprender herramientas para prevenir que los pensamientos negativos se enquisten.