Cuando la Roja llama
De todos los niños y niñas que sueñan con jugar en el club de su vida, apenas un pequeño porcentaje lo consigue. El número aumenta si es para jugar en Primera y subirá si es para ser profesional, pero nunca llegará siquiera a un cuarto de los que se acostaban soñando con escuchar desde el verde el himno de la Liga de Campeones o el de su país justo antes de que empezara un Mundial. De los que consiguieron llegar, solo unos pocos afortunados, siempre por su calidad sobresaliente, consiguen representar a su país.
Su nombre, junto a otros 22 compañeros, aparecerá en público para un notable reconocimiento previo a disputar un par de partidos clasificatorios o, en el mejor de los casos, una competición internacional. Todo, en un país de 47 millones de habitantes. El resto de esta notable cifra seguirá la sana costumbre de debatir sobre los que están y los que les acompañan a estos ciudadanos no futbolistas en el grupo de los que ‘se quedan fuera’.
Desde AS reunimos a varios internacionales en busca de revivir ese momento único y tratar de entender cómo sería si su nombre apareciera en La Lista. Como es el momento en el que la Roja llama.