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Cuando el fútbol dejó de ser apropiado para las mujeres

Durante la Primera Guerra Mundial las mujeres ejercieron un papel fundamental en el buen funcionamiento de la sociedad desempeñando oficios hasta entonces reservados a la población masculina. Las necesidades industriales derivadas del conflicto bélico, especialmente durante 1916 (Batalla del Somme), dispararon la demanda de mano de obra femenina en Inglaterra.

Sobre todos los equipos de fútbol nacidos en las entrañas de las fábricas de armamento destacó en popularidad el Dick, Kerr’s Ladies FC, un club fundado por Alfred Frankland, el gerente de las empleadas. A la hora del almuerzo, desde la ventana de su oficina, Frankland observaba que sus trabajadoras salían diariamente al patio de la fábrica para dar toques a un viejo balón. El gerente propuso organizar partidos con fines caritativos.

El tirón de los partidos del Dick Kerr generó dinero para socorrer a los desempleados procedentes de las áreas mineras, pero a ciertos mandatarios de la FA les empezó a incomodar la presencia de mujeres en los terrenos de juego y las generosas cifras que estaban recaudando. Al término de la Guerra comenzó una campaña de desprestigio.

Pese a los esfuerzos y reivindicaciones de futbolistas tan populares como Lily Parr e incluso voces discrepantes de algunos miembros de la Federación, el fútbol y otras prácticas deportivas quedaron prohibidas para las mujeres inglesas durante más de medio siglo. Una ley injusta basada en principios obsoletos que quizá reflejaba el miedo de los mandatarios a que la creciente afición por el fútbol femenino hiciera decaer la popularidad del masculino.

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