Cómo hidratarse adecuadamente ante una ola de calor: consejos para soportarla
Llegan las ansiadas vacaciones de verano, y con ellas, las altas temperaturas, que cada vez más, sacuden con fuerza a todos los rincones del país. Por eso, además del bikini, el sombrero y la crema solar, es importante mantenernos hidratados durante todo el día, especialmente si somos ese tipo de turistas que se patean las ciudades a pleno sol o les gusta hacer rutas de senderismo.
Aunque la peor parte, sin duda, se la llevan aquellos que tienen que trabajar en la calle durante esta época: agricultores, ganaderos, constructores, jardineros y hosteleros. A quienes se recomienda tener especial precaución durante las olas de calor.
Seas el tipo de persona que seas, necesitarás mantenerte especialmente hidratada los próximos tres meses. Aquí te dejamos un paso a paso para que no te olvides de nada:
El agua, imprescindible en las olas de calor
Parece obvio, pero durante las noches de calor de verano el cuerpo pasa muchas horas sin hidratarse, por eso, aunque no tengas sed, los expertos recomiendan empezar el día con un vaso de agua para recuperar la cantidad perdida.
Con las altas temperaturas, esta pérdida de agua a través del sudor y las respiraciones puede situarse entre los 2.5 y los 3 litros diarios. Cuando la cantidad de líquido que entra en el cuerpo no es la misma que la que se elimina, hablamos de desequilibrio hídrico y deshidratación.
Además, nuestro cuerpo no es capaz de producir el líquido que necesita de manera natural. Por eso debemos proporcionarselo. Según el Observatorio de Hidratación y Salud, durante las épocas de altas temperaturas es necesario beber como mínimo tres litros diarios, “debe beberse 500 mililitros de agua adicionales por cada grado de temperatura superior a los 38ºC”.
Las frutas y verduras como complemento hidratante
Son grandes aliadas durante el verano, porque además de ser alimentos ricos en agua, contienen vitaminas y minerales necesarios para garantizar una buena salud. De hecho, un 20% de la ingesta de agua proviene de los alimentos que consumimos.
Un ejemplo de esto es la sandía, que contiene un 90% de agua, o el pepino y la lechuga, que además, contienen grandes cantidades de fibra.
Otras verduras con más del 90% de agua son el melón, las espinacas, el calabacín y los tomates. También algunas frutas como la manzana, los albaricoques, los arándanos, la pera y las naranjas.
El alcohol favorece la deshidratación
Cuando pensamos en el verano y en el descanso, a menudo nos imaginamos con una cerveza fresca, o un gin tonic en la mano. Pero lo cierto es que lejos de hidratarnos, el alcohol nos deshidrata.
Además, al ser diurético, nos hace sudar y orinar más. Esto sucede porque el alcohol inhibe la producción de vasopresina, la hormona encargada de retener el agua en el organismo y mantenerlo hidratado. Los riñones, al no tener suficiente capacidad de absorber el agua, expulsan la orina, contribuyendo a deshidratarnos.
Eso sí, la cerveza o los combinados largos a base de refrescos o tónica no son tan problemáticos como los chupitos o los destilados como el whisky.
Otro efecto adverso del alcohol es que dificulta la autorregulación de la temperatura del cuerpo, aumentando las probabilidades de sufrir un golpe de calor. Además, puede provocar insolación, porque la piel se quema más fácilmente. Por eso, si te vas de fiesta, no olvides beber agua junto con el alcohol: antes, durante y después.